Estas eran solo algunas de las tantas consignas escuchadas en las múltiples concentraciones generadas el 11,12 y 13 de abril del 2002, a causa del intento golpista para derrocar al Comandante Chávez, unísonos a viva voz el pueblo gritaba por las calles y avenidas de país lo siguiente: Chávez, amigo, el pueblo está contigo, ¡Queremos a Chávez! Chávez no renunció, lo tienen secuestrado, entre otras; ese 13 de abril del 2002 se generaron las condiciones para la articulación definitiva y permanente de la Unión Cívico Militar. Se puso de manifiesto la ruptura de un mito que suponía que los militares y el sector civil no podían cordializar y sentir a Venezuela como una Patria de todos, fue fallida las pretensiones nacionales e internacionales, gracias a ese poder legítimo y protagónico de un Poder Popular y las Fuerzas Armadas Bolivarianas. La reacción dejo una interpretación indicadora del pueblo venezolano al no estar dispuestos a revivir viejos métodos de gobiernos que anteponían los intereses internacionales e imperialista a los derechos y beneficios colectivos que se tenían que derivar de la renta petrolera. Se luchó, fuimos a una batalla logrando obtener una gran victoria, la cual he registrada por la historia y ha sido referencia internacional, para los estudiosos del tema socialista. Pero lo que nos debe llamar la atención de todo esto, es el nuevo paradigma logrado por el comandante Chávez relacionado con una forma de lucha que no desvincula el sector civil del sector castrense, logro una simbiosis con contenido doctrinario que tiene su raíz en situaciones históricas libertarias de alto impacto, teniendo por protagonista a un sinfín de próceres que desvainaron sus espada y conocimientos intelectuales en el territorio venezolano, nuestras islas caribeñas, centro América y la América del sur. Oficiales y soldados se convirtieron en campesinos, obreros, empleados, etc. Y por primera vez, se cantaba las gloriosas notas del himno nacional con una carga de sentimiento de fraternidad, que permitió sellar todo intento de desestabilización en el país.
Ya es tarde para tratar de revivir tantos malos recuerdos que nos dejó esa fecha. Intentemos desvincular de nuestro marco de acción cualquier intento de desestabilización nacional, seamos grandes como nuestro País, cuna de mujeres y hombres de primera líneas, dispuestos a coadyuvar en la construcción de una forma más humana de vernos entre iguales. Rectifiquemos lo que haya que rectificar sin la triste alternativa del desastre y la desgracia. Nuestro proceder está siendo observado por quienes vienen detrás de nosotros, seguro que muchos de esa generación de relevo ha sacado sus conclusiones y en el tiempo seremos interpelado por los desacierto de ambos sectores políticos. No se debe satanizar la unión cívico – militar, esta ayuda a construcción de un mensaje nacional de encuentro entre una población que habita un territorio de grandes oportunidades.