Sólo el poder de Dios acabará con tanta intolerancia

Somos muchos los venezolanos que en estos momentos invocamos el Poder de Dios, como medio, para hacerle frente a tanta intolerancia. Cabe preguntarnos en que nos hemos convertidos, porque celebramos bajo una alegría efímera la muerte de un hermano nacido en nuestra tierra. Son cosas que necesariamente nos tienen que llevar a una reflexión profunda, debemos evitar una nueva cultura de convivencia, en la que respete los diversos pensamientos. Nada puede ser absoluto cuando a corrientes ideológicas se refiere, es preciso la presencia de ellas, en eso que llamamos sociedad. Debe imperar en los conciudadanos la aceptación de la existencia de dichas corrientes ideológica como un hecho político de cualquier sociedad del mundo.

Construir espacios con una nueva visión de poder absolutista, que antes servían para el encuentro cordial de nuestra población, es un error inimaginable. Las sociedades en constante confrontaciones internas, difícilmente pueden alcanzar un desarrollo armónico y articulado al tan anhelado espacio para la paz. La promoción del desencuentro tienes sus raíces en pretensiones de poder, donde su primer aliado lo constituye agentes e instituciones nacionales que sirven como sucursales de intenciones supranacionales, siendo financiado sus operaciones por esta ultimas, con la única de finalidad de sembrar las condiciones de caos y desesperanzas en la población atacada. En primer lugar los hechos de vandalismo promueven matrices de opinión adversas a la idea de gobierno que se desarrolla, satanizando sus alcances e impactos positivos, se pretende desconocer la figura del líder para crear la sensación de ausentismo gubernamental, donde no se reconoce por la otrocidad política los errores que estos han cometido.

Evocar en estos momento el Poder de Dios, en medio de tanta insensatez, pareciera ser la única vía posible, es impostergable darle espacio a un estado que en lo sucesivo se caracterice por la violencia. La erradicación de cualquiera pretensión de encuentros armados de la sociedad civil venezolana que dio como referencia histórica una mala praxis del manejo político entre sus adversarios. Solo tenemos que ir a dichas referencia histórica para conocer de los resultados que le significaron para el país. No son esas las lecturas que debemos dar, si de referencias históricas venezolanas se trata, concentrémonos en aquellas que sirvieron como detonante de procesos de desarrollo positivos para el país. Centrémonos en rescatarnos como sociedad, respetando la diversidad de pensamiento y acudamos a procesos que en el marco de la legalidad puedan solucionar nuestras diferencias, sin que se interponga a estas, escenarios de tinta rojas en nuestras calles y avenidas venezolanas.



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Joselino Serrano


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