Jerónimo, entiendo tu preocupación referida a la democracia venezolana, por las ensombrecidas circunstancias en que se encuentra y por las dificultades que atraviesa. Está reducida a polvo, tanto por las ejecutorias del gobierno, como de la MUD. Los dos bandos han demostrado tener clara vocación antidemocrática: de un lado la MUD por su herencia de cuarenta años de gobiernos adeco/católico/copeyanos/militaristas a los cuales el pueblo les dijo ¡basta! con el caracazo; y del otro lado, el chavismo, por su definida vocación militarista, legado de Chávez, al cual las mayorías nacionales, con las protestas y multitudinarias manifestaciones, en ciudades y poblaciones del país, de igual manera, le está diciendo ¡Basta!
Nos encontramos ante una democracia apadrinada por los militares y el Vaticano, dos organizaciones modelo de antidemocracia. La estructura jerárquica del Vaticano en nada se diferencia de la estructura jerárquica de los cuarteles, bajo un denominador común: la barbarie de la creencia. El orden cerrado de los militares en nada se diferencia del dogma y ortodoxia vaticana. ¿Qué lección de democracia nos pueden dar?
Si algo ha distinguido a los gobernantes venezolanos es la defensa del Estado Laico, la separación de la Iglesia y el Estado. Característica de los gobernantes venezolanos ha sido el anticlericalismo, herencia de Bolívar. Hasta que llegó Chávez y barrió con el Estado Laico. Al regreso de su huida el 11 de abril, se aparece con un crucifijo en la mano a suplicar clemencia y repartir perdones para quienes lo habían derrocado. Una ola de estupor corrió por la epidermis del pueblo venezolano, cuyos gobernantes, desde siempre - los adecos por vocación y los copeyanos por omisión – mantenían la línea divisoria entre la Iglesia y el Estado. Jamás le oímos al presidente Caldera o al presidente Herrera Campins, hacer alusión a las cuestiones confesionales, con todo y tener ambos comunicación directa con Dios. Ello formaba parte de su fuero interno, como debe ser.
Chávez con el marasmo mental que lo embargaba de mitos, ritos, creencias y su práctica de brujerías y santerías – muy propias de la idiosincrasia llanera de El Silbón, La Mula Maneada, La Llorona, Cupertino y el Diablo – hundió el país en el pantanal de la creencia y lo retrocedió a la Edad Media. En pleno siglo XXI, la mente de las mayorías nacionales se encuentra en el tiempo de los poemas homéricos – la deux ex machina - cuando los dioses intervenían en las cuestiones de los hombres (Ulises, Aquiles, Héctor). Chávez le impuso al país la filosofía de la pobreza: ¡Gracias a Dios! ¡Si Dios quiere! ¿Para qué luchar si todo viene de los dioses? El fatalismo exacerbado anida en la mente de los creyentes. ¿Cómo hablar de cambio o revolución de la sociedad y sus estructuras, si la primera transformación debe realizarse en la mente? ¿Qué revolución puede surgir de mentes aborregadas por la barbarie de la creencia?
La democracia no es un sistema - como dicen algunos - es una forma de gobierno que sólo es posible entre hombres libres. La única libertad posible radica en la mente. Es libre quien libera la mente de las ataduras que le crean en la educación del hogar y luego se la atornillan durante los años de estudio, desde el Kínder a la Universidad. Rousseau plasmó ese concepto, en el aforismo, el hombre nace libre y la sociedad (educación) lo corrompe. Simón Rodríguez, tomó como modelo el Emilio de Rousseau, e hizo de Bolívar su Emilio. Esa mente libre, sin ataduras confesionales, abierta a la ciencia y el conocimiento de libre pensador, le permitió realizar la proeza de liberar un continente. Esa libertad de pensamiento y acción es lo que Vasconcelos denominó La Raza Cósmica, no, con mentalidad nacional, sino, continental y mucho más allá: universal. Cuando se entra en las profundidades del pensamiento de Bolívar y de su actitud frente a la realidad que le correspondió vivir, encontramos que Chávez tenía una idea equivocada de Bolívar. El Bolívar de Chávez no aparece en la biografía de Bolívar ni en las páginas de la historia republicana. Tan equivocada era la concepción que Chávez tenía de Bolívar que, para crearlo a su imagen y semejanza, ordenó prefabricar un rostro, irrespetando el captado en vivo por los artistas que realizaron su retrato. En todos ellos perduran los rasgos finos de su fisonomía y en ninguno, el rostro abotagado del retrato chavista.
Esa tergiversación de la historia, por Chávez y sus seguidores, lo llevó a negar y denominar Cuarta República, lo habido entre 1830 y 1999. Negación de la categoría dialéctica de Lo Nuevo y Lo Viejo. Inventa la fracasada Quinta República, cuyos resultados son patéticos: hambre y pobreza; falta de medicinas; falta de servicios hospitalarios; inseguridad como consecuencia del fracaso en la educación, la salud y el trabajo estable; ruina y desastre nacional de la economía; deterioro de la institucionalidad; repudio de organismo internacionales: Mercosur, OEA, ONU, Parlamento europeo, OIT, hasta la CELAC, Unasur y Petrocaribe miran con recelo el gobierno chavista. El repudio de las mayorías nacionales es total.
¿Qué se puede esperar de una democracia tutelada por militares y El Vaticano? A tales extremos de renuncia a la soberanía y sujeción al imperialismo vaticano, hemos llegado, que el presidente Maduro en uno de sus interminables monólogos de horas, días, semanas y meses, dijo "El papa Francisco nos ordenó ir al diálogo". Sin cometarios. Bolívar debe estarse retorciendo en su féretro.
¿Hay alguna diferencia entre el imperialismo yanqui y el imperialismo vaticano? La única diferencia puede radicar en que el imperialismo yanqui tiene cien años y el imperialismo vaticano tiene 2000 años de crímenes horrendos. Los horrores cometidos en la historia de la humanidad durante esos 2000 años, han sido promovidos, auspiciados por el poder del pontífice romano. Las cruzadas de hace 900 años contra los pueblos del Oriente Medio, tienen la misma filosofía (islam fobia) de las cruzadas imperialistas de las últimas dos décadas contra esos pueblos (Irak, Líbano, Palestina, Irán, Afganistán, Libia, Siria, Yemen) por el delito de creer en Alá y no en Jehová.
Si los venezolanos vamos a hablar de democracia y necesitamos padrinos, al menos elijamos a quienes tengan mérito para ello. Ni el señor Fernández de dominicana ni el señor Torrijos de Panamá ni el señor Rodríguez Zapatero de la monarquía española ni el señor Samper de Colombia, visten traje apropiado para darnos clases de democracia. Es más aconsejable releer El Libro Verde de Gadafi, para desentrañar lo elemental y fundamental de la democracia. Eso es mucho mejor, que buscar el padrinazgo de militares, El Vaticano, su Conferencia Episcopal, o de expresidentes que en sus respectivos países fracasaron como demócratas.
No se puede vivir de paralelismos: insultar al adversario y luego invitarlo al diálogo. Convocar a una Constituyente Originaria y luego decir que no se va a derogar la Constitución actual, sino, a reformarla. No se puede perder una elección y montar un gobierno paralelo (Alcaldía Mayor de Caracas, TSJ para suplantar la Asamblea Nacional). Paralelismo en la educación (privada y pública). Paralelismos en la salud (Barrio Adentro, por un lado, hospitales y clínicas por otro). No se puede hacer el anuncio de armar unas milicias con 500 mil fusiles y luego invocar la paz. ¿Es que acaso en Venezuela hay alguna guerra? Si las mayorías nacionales salen a protestar contra el fracaso del gobierno chavista ¿Esa acción legal, legítima, elemental se puede considerar guerra? ¿Qué pretende el gobierno, el silencio (paz) de 30 millones de venezolanos que estamos padeciendo hambre, enfermedades por falta de medicinas y servicios hospitalarios? ¿Esa protesta y ese reclamo es guerra? ¿Por qué el gobierno habla de paz? La guerra debe estar en las mentes chavistas enfermas de patrioterismo chovinista, de bolivianismo mal asimilado, y de sobresaturación constitucionalista. El único ente generador de violencia es el Estado y su instrumento el Gobierno. Los pueblos no generan violencia. Los pueblos se defienden de la violencia que genera el Estado. La violencia es prerrogativa del Estado. ¿Por qué mejor no hablar de ECONOMIA como solución a los gravísimos problemas que padecen las mayorías nacionales? Con violencia estatal, con patrioterismos trasnochados, bolivianismos tergiversados y el permanente agitar del librito, no vamos a salir de esta terrible crisis. ¡Engavétenlo!
Para salir de la terrible crisis económica, social y política en que nos encontramos: Lo (1), que los militares se vayan a sus cuarteles, de donde no han debido salir; (2) los clérigos a sus templos y (3), las mayorías nacionales con su vanguardia proletaria, retomar la lucha que dejaron inconclusa el 27 de febrero de 1989. El problema del poder y del gobierno es cuestión de civiles, no de militares ni de clérigos con sus bíblicas creencias trasnochadas. Hay que rescatar el Estado Laico y con él, la democracia y la libertad. Si alguna reforma hay que hacerle a la Constitución – en caso de ocurrir la "apetecida" Constituyente – es el artículo 59, para fortalecerlo y consolidar el Estado Laico, como garantía de libertad.