En el momento actual mucha gente tiene la percepción que la salida a la crisis es un eventual Gobierno de la MUD. Es decir, que la oposición derechista asuma de cualquier forma las riendas del Estado. Esto es comprensible ante un gobierno que ha mantenido la impunidad de la corrupción desbordada. Después de 4 años de alertar sobre la Guerra Económica, la situación no ha cambiado pues las políticas económicas no han surtido efecto y la población lleva sobre sus hombros la hiperinflación y el desabastecimiento. Esto nos deja con una pregunta ¿el gobierno perdió esa Guerra? Eso no es todo, el panorama es aún más desolador, la estructura comunal que debió ser el soporte para construir el Socialismos se transformó en apéndice del PSUV, en el mejor de los casos, sin autonomía para experimentar con gobiernos populares desde lo local. La política de abastecimiento de productos básicos (CLAP) es selectiva, precaria, irregular, inconsistente y no soluciona el problema de fondo de la alimentación de los venezolanos. El sistema de salud viene en franco deterioro, centros asistenciales sin medicinas, sin equipos y con una infraestructura en deterioro. La educación ha empeorado a pesar de ser el pilar para constituirnos en un país independiente y descolonizado. Lo peor es, pretender discursivamente, mantenerse en el Socialismo cuando en la práctica hace bastante rato se ha cambiado el rumbo hacia el CAPITALISMO. Las alianzas con sectores de la burguesía, el financiamiento a empresas nacionales y transnacionales ligadas a la explotación y apropiación del plusproducto generado por los trabajadores, la explotación minera (ARCO MINERO) con los grandes capitales depredadores del ambiente a nivel mundial, indican que el giro de timón se dirigió con claridad meridiana hacia el Capitalismo. Atrás quedaron las esperanzas que diseminó Chávez para alcanzar el BUEN VIVIR.
A pesar de esta traición a la Socialismo, el camino no es la MUD. Sencillamente, esa oposición derechista y fascista no propone nada, no tiene ningún plan para gobernar a excepción de aplicar políticas neoliberales generadas desde el FONDO MONETARIO INTERNACIONAL. De esa oposición que ha tomado el sendero de la violencia, pero que la justifica como protesta pacífica no puede salir nada bueno. Es una oposición que no representa los intereses del pueblo, sino los intereses de los poderosos, del gran capital, de la discriminación, de los depredadores del ambiente, del imperialismo. Esa oposición que siente asco de los pobres, que excluye, que discrimina, que explota no puede venir hoy a querer ser el paladín de las luchas de los desposeídos, sabemos, que tarde o temprano van arremeter en contra de quienes decían defender. No debemos dejarnos engañar con frases amorosas y ofrecimientos, pues quien te golpea una vez lo hace mil veces.
La ruta debe ser reconstituir el Movimiento Revolucionario desde la base. Para ello hace falta desenmascarar al gobierno y a la oposición derechista sedienta de poder. Ese gran movimiento debe capitalizar el descontento y la desesperanza existente para que la oposición no lo haga con falsas promesas. Debe ser un movimiento moral y políticamente coherente, honesto, y leales con la construcción del Socialismo.