La reingeniería política en momentos de indisciplina teórica o doctrinaria, cumple un papel preponderante su aplicación. Es preciso detenernos unos minutos en el camino para revisar nuestro comportamiento de militante, definiendo los papeles o roles que significan los actores que fungen como líderes o cuadros de dirección, y por otro lado, el marco doctrinario que ventila nuestro comportamiento hacia el modelo como militantes. La visión absolutista de la verdad está lejos de una acción socialista, se requiere la sistematización casi que diaria de un proceso de revisión que sea capaz de disminuir el factor riesgo. Se trata de tener identificado los elementos externos e internos que tributan al degaste sobre la validación de la idea, evitar a toda costa el secuestro del modelo por estilos individualistas que se alejan de la verdadera razón y objetivo del modelo. Es cuestión de disponer de alertas tempranas sobre los riesgos que van apareciendo en el camino de la gobernabilidad, dando respuesta en el marco del respeto y el consenso que supone la practicas de la inclusión. Se deben diseñar planes de captación de cuadros o militantes que lleven por apellidos compromiso y pertinencias, desechando a todos aquellos que se nos venden como una militancia pura pero que esconden aptitudes de oportunismo y antivalores.
Los modelos requieren de debates continuos en el seno de su militancia, construir bajo la base del absolutismo, me parece una vía para institucionalizar poderes que terminan en el tiempo siendo autocrático. En el modelo socialista se supone que las bases o el proletariado asume el poder de gobernar y ya, se está haciendo hora que esto suceda –esto, si es estamos caminando en la vía de la predica y verbo- la pregunta es la siguiente: ¿hemos creado conciencia en nuestro pueblo militante para que esta realidad se produzca?, ¿estamos consiente del impacto y alcance que enmarca el poder asumido por el pueblo?, ¿qué tanto hemos formado a nuestro pueblo para sumir este compromiso con el país?. Realmente son muchas las interrogante no estamos jugando una realidad que pone a cada lado de la mesa realidades diferentes de conflictividad política, cultural, valores, entre otras. Afianzarnos en la revisión del método de gobierno, atendiendo las causas para minimizar los efectos es lo que nos conviene a todos. Es momento de ponderar positivamente los instrumentos jurídicos y operacionalizar un modelo de gerencia innovador o revolucionario que no deje de lado la ayudantía que da la tecnología. Pero lo más importante es decirle a la gente a nuestro pueblo militante de que se trata el Socialismo y que quienes tengan esa tarea sean líderes con la suficiente ética y moral que debe manifestarse en un verdadero y autentico líder.