Alguien sentenció alguna vez: No basta ser honesto, hay que parecerlo!

Muchos sabrán que esta expresión está referida a una frase atribuida al emperador romano Cayo Julio César, quien la habría alegado como una causal de divorcio contra su esposa Pompeya, pues, para él, la sola presencia de esta en un ritual de orgía aún sin haber actuado pecaminosamente significó la comisión de un acto impuro; Julio César consideró que la honestidad de su esposa debía ir más allá de la intrínseca conducta moral, es decir, esta debe ser parte igual a la apariencia personal en todos los órdenes para que no haya lugar a dudas, por ser en sí, parte inseparable de la honestidad manifiesta.

Esta reflexión la traigo a colación en ocasión de tertulias y contactos inevitables en las diversas y nada queridas colas de ciudadanos que por doquier nos encontramos involuntariamente; chavistas unos, otros que se asumen inconformes u opositores. El principal cuestionamiento o argumento al gobierno nacional, o más bien a algunos personeros de buenos quilates, casi me deja sin réplica valida, pues, se trata de un rechazo automático y razonable a la apariencia mostrada por esas personas relacionadas con el gobierno, sobre todo cuando tal apariencia desdice en todo lo que anuncian las palabras que solo les permite hacer alardes de honestidad mientras discursean un "reconocimiento" público a las dificultades, crisis, problemática que estamos pasando la mayoría de los venezolanos, eso sí, exhortándonos sin estupor a todo/as, a tener paciencia y seguir aguantados, cuando ellos, sin miramientos aparecen investidos de recursos materiales que rayan en la inmoralidad de una conducta impura. En síntesis, parafraseando al emperador romano: no basta que funcionario/a de partido o de gobierno sea honesto/a sino que también este/a debe parecerlo en sus hechos diarios y constantemente so pena de castigo o escarmiento.

Me explico mejor. Las dificultades que los venezolanos y las venezolanas vivimos hoy como consecuencia de la extremada guerra económica y otras acciones derivadas de la derecha interna y la externa contra Nicolás Maduro, ante la cual, sin dejar de implementar las respectivas acciones de movilización política, nos toca tener paciencia y espera sin resignación. Lamentablemente existen en funcionarios apariencias que se presentan realmente contradictorias y nada parecidas a la honestidad y moralidad de un discurso que llama a la militancia y/o al resto de la población a resistir las colas que procuran tumbar a Maduro, mientras ellos derrochan recursos sin que de verdad se necesiten o justifiquen. Un ejemplo inocultable bien cuestionado por todos se da cuando esos funcionarios de gobierno o de las distintas estructuras partidistas, se presentan montados en camionetotas último modelo o con flota de vehículos lujosos y de alto costo acompañados de las respectivas y chocantes comitivas, peor aún, cuando ese contradictorio parecer se muestra ante los ojos de los sacrificados reales, es decir, los ciudadanos de a pie.



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Gustavo C Vásquez


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