Casi resulta inexplicable cómo el Chavismo ha logrado controlar casi el 80% del poder político territorial en Venezuela. Más allá del discurso heroico, las celebraciones y el reconocimiento a los esfuerzos electorales del Chavismo. Más allá de las lecciones democráticas que Venezuela volvió a dar al mundo y el abierto rechazo a la violencia política que intentó imponer la derecha en el país, es necesario explicar cómo, en un país con una crisis económica tan acuciante y con un gobierno con 17 años -de aciertos y errores- en el poder, las fuerzas políticas que gobiernan conquistan 18 de las 23 gobernaciones de Venezuela.
Es un resultado inesperado hasta para el propio Chavismo y sólo es explicable por el colapso de una estrategia donde la derecha combinó tácticas electorales y tácticas violentas, casi simultáneamente, durante toda una década. Este desempeño político de tácticas contrapuestas que se anulan mutuamente -dilapidando cada avance electoral con la imposición de la violencia-, puede atribuirse, entre otras, a dos razones: 1) la imposibilidad de consensuar un liderazgo sólido en la oposición que sostuviera el rumbo de la estrategia a implementar en el mediano plazo, y 2) la intervención –casi saboteo- de Estados Unidos en la consolidación de liderazgos nacionalistas y su empeño en favorecer fuerzas que optasen por vías no electorales para sacar al chavismo, a efectos de aniquilar sus posibilidades políticas ante una hipotética salida del poder. Sin embargo, lo que las elecciones regionales sentenciaron fue que este patrón de acción política ha entrado en crisis, mostrándose el desenlace fatídico de las tensiones internas de la oposición venezolana.
Más que el rechazo a los resultados, lo que destaca de la intervención del vocero de la oposición una hora después del boletín electoral (Gerardo Blayde), fue la solicitud -casi con tono de súplica y al tiempo exigencia de sensatez- que hiciera a todas las fuerzas políticas de la MUD (Mesa de la Unidad Democrática) a finalmente sentarse a lograr la "verdadera unidad". La oposición venezolana ha tocado fondo y seguramente se verá exigida de introducir cambios radicales en el orden táctico y estratégico para poder sobrevivir. Es muy probable que la MUD haya llegado a su final.
Estos cambios exigirán por ejemplo un recambio del liderazgo de la "nueva derecha" representada en los partidos Primero Justicia y Voluntad Popular, y quizá también cambios en las maneras de trabajar: discursos, argumentos, performances, construcción de base, territorios a disputar. Ante este escenario, Acción Democrática (AD) saca la cabeza con el triunfo en 4 de las 5 gobernaciones que ganó la oposición, y esto es significativo porque pese al desprestigio al que los condenó Chávez, no sólo es el partido que hegemonizó el poder político durante largos períodos en el siglo XX en Venezuela -pasando de ser un partido popular a formar gobiernos de pacto y abanderar ajustes neoliberales- sino que es el partido que con más fuerza esculpió la cultura política moderna venezolana.
Por la vía de los hechos, Acción Democrática muestra aciertos al rechazar hábilmente la violencia del primer semestre de 2017 y al mantener abierta su táctica histórica de trabajo territorial, para resurgir como el nuevo líder de la derecha. El Chavismo lo sabe y lo deja claro, es por esto que Nicolás Maduro, en su alocución posterior a los resultados electorales, bautizó como el próximo candidato presidencial de la oposición a Henry Ramos Allup, el presidente de Acción Democrática.
Y es que mientras la derecha se levanta del lodo, para el Chavismo representa un problema político no contar con una oposición en condiciones de ingresar a la cancha de juego. Es por esto que ya le coloca nombre al liderazgo que representará su contrapeso político. Con una presión internacional tan intensa acusándole de dictadura y una crisis económica que ha condenado a la indefensión a los ciudadanos, son necesarias dos cosas: mantener vivo el juego democrático y diversificar los focos de la diatriba política. Hoy el Chavismo ha triunfado en la arena política, toma oxígeno. En el país, muchos se preguntan ¿para qué? Nicolás Maduro ha respondido "para la recuperación económica". Todos esperamos por ello, mientras tanto el Chavismo da un mensaje contundente: las estrategias tipo Macri o tipo Temer no son eficaces en Venezuela. Nos preguntamos ¿implicará esto un retorno a los cimientos de la vieja política de las derechas venezolanas del siglo XX? Veremos.