Aunque en toda Venezuela se han ventilado luchas populares ante los abusos de inescrupulosos y oportunistas transportistas, donde se destaca la protesta contra el aumento del pasaje el 27/F-1989, en Guarenas, estado Miranda con todos sus desencadenantes de hecho histórico, en esta ocasión quiero referirme puntualmente a una situación desarrollada en Valencia, estado Carabobo.
En el año 1980, en la llamada ciudad industrial de Venezuela, un día miércoles de cualquier semana, en el mes de marzo, siendo gobernador del estado el copeyano, Raúl Gómez y su Secretario de Política, el Prof. José Francisco Farías, los valencianos nos vimos sorprendidos por el intempestivo aumento en el precio del pasaje popular de 0,50 céntimos a un (1) bolívar, es decir, un cien por ciento de incremento; implementado este por las mafias de autobuseros llamadas "los portugueses" dueños del transporte de pasajeros en Valencia. No faltaron las reacciones espontáneas y aisladas de grupos rechazando tal aumento, mientras, el gobierno procuraba mantener su alianza con los autobuseros. La omisión gubernamental conllevó a escaramuzas desorganizadas en zonas focalizadas pero sin trascendencia, haciendo creer a los transportistas que las cosas seguirían el curso de otros tiempos cuando los aumentos a la larga se imponían, situación que les permitió con jactancia desconocer al gobierno silencioso y subestimar al pueblo trabajador y a sus hijos, los estudiantes.
Afortunadamente el movimiento estudiantil liceísta de Valencia, sí, liceísta, contaba con una vanguardia políticamente organizada gracias a que, además de luchar con responsabilidad ante los problemas propios de la educación de entonces, se había ganado el apoyo y respeto del pueblo, los estudiantes de la época siempre acompañaron las luchas populares de calles, entiéndase, huelgas obreras por mejores condiciones de trabajo y tomas de terrenos para viviendas, incluidos los levantamientos por la reivindicación social de servicios públicos en las comunidades del Sur de Valencia, aplicando en la práctica la consigna "el movimiento estudiantil como punta de lanza de las luchas del pueblo" asumida con toda las consecuencias y los riesgos de represión gubernamental y en las distintas modalidades acostumbradas en la IV R.
Habiendo transcurrido varios días desde el aumento y verse la complicidad gubernamental hacia la intransigencia de la mafia autobusera trajo mayor rechazo popular, eso permitió que la vanguardia estudiantil liceísta convocara asambleas populares en los barrios y liceos de Valencia, entre ellos la Escuela Técnica Industrial, el Enrique B. Núñez, Antonio Sandoval, el Luis Sanojo y José Austria de La Isabelica, el Ponce Bello, el Romero García y Alejo Zuloaga del Oeste, así como el Complejo Estudiantil La Manguita en unidad con las comunidades aledañas, donde permitieron definir y planificar las propias y populares acciones.
Visto lo justo y legítimo del descontento popular, reunidos en asamblea en la sede de la ETI de Valencia como epicentro de lucha estudiantil y popular, se acordó lo siguiente: Rechazo total y definitivo del aumento del pasaje por ser antipopular e inconsulto, asimismo, declarar al gobierno regional y municipal de Valencia cómplices de los autobuseros, visitar los medios de comunicación y hacer llamado al pueblo para la movilización en contra del aumento –ojo, solo el diario NOTITARDE y emisora La Voz de Carabobo, difundió la información acordada-. De la misma asamblea se desprendió, siendo lo más importante, la jornada de visitas a las comunidades de La Isabelica, Bello Monte, Los Samanes, 3 de Mayo, Los Tamarindos y Aquiles Nazoa para agitar sobre la problemática del aumento y sus repercusiones en el pueblo trabajador. Para las acciones concretas contra el aumento, la planificación y su ejecución, por ser obvio, se acordó comunicarlo a última hora por medidas de seguridad.
La toma para la agitación en las comunidades empezó y se hizo todo el día sábado inmediato siguiente y desde tempranas horas, allí, una brigada de muchachos liceístas en un número no menor de 100 con edades entre 12 años y 20 a lo sumo, se desplegaron megáfono en mano con perifoneo y visita casa por casa con reparto de comunicado explicativo contra el aumento, permitiendo esto que habitantes se solidarizaran y sumaran al recorrido por las calles. El día domingo se continuó con la agitación popular durante la mañana, mientras, en sintonía con lo acordado y aún no divulgado, visto que las comunidades donde se desarrollarían las acciones están divididas por el rio Cabriales en sentido Este-Oeste, en la tarde se construyó un puente improvisado con guafas de bambú que permitiría la retirada hacia la comunidad del Aquiles Nazoa, lugar donde los estudiantes seguramente serían recibidos y resguardados por sus habitantes, pues, años atrás, esta comunidad también recibió a los liceístas cuando la policía de Carabobo arremetía contra los pobladores para impedir la construcción de viviendas para el pueblo. En horas de la noche, previo acuerdo con los vigilantes del liceo Antonio Sandoval, solidarios con la causa, se prepararon los materiales que se utilizarían para las acciones del lunes inmediato.
Esta vez los sorprendidos fueron los autobuseros y el gobierno. Las acciones comenzaron en la Escuela Técnica con la respectiva asamblea informativa de primera hora, igual pasaba en los liceos E. Bernardo Núñez y A. Sandoval que esperarían la llegada de la ETI y a los estudiante del J. Austria y el L. Sanojo. En el Oeste de la ciudad, los estudiantes del Ponce Bello y A. Zuloaga harían lo propio para luego trasladarse a La Isabelica entrando por la antigua Norsuisa, barrio Bello Monte, donde estaba previsto ejecutar las principales acciones. Al Complejo La Manguita se le asignó la importantísima y estratégica tarea de tomar la mayor cantidad de autobuses y trasladarlos al Rectorado de la U.C., en la Av. Bolívar de Valencia en espera de nuevas instrucciones.
Lunes 06.00 am. empiezan las acciones. Los etianos, fieles a su trayectoria de lucha estudiantil toman varios autobuses, queman dos unidades en pleno semáforo de la avenida principal de la Zona Industrial La Quizanda, de allí, con anuencia de los propios choferes al saber que se trata de una acción a favor del pueblo, son trasladados al B. Núñez para unirse con los Ebenistas y los estudiantes de los otros liceos de La Isabelica, quienes ya tenían otros tantos autobuses retenidos. Concentrados en el Bernardo Núñez, en asamblea relámpago con presencia de habitantes de la zona se acuerda quemar otros autobuses; una vez cumplida la tarea se trasladan en los otros buses retenidos para llegar al A. Sandoval y recoger a los muchachos y el resto de los pertrechos populares para la defensa.
Ya en el sitio destinado para el combate contra el aumento del pasaje y en espera de los estudiantes que venían del Oeste, la concentración se da en la esquina del Ambulatorio La Isabelica, ubicada exactamente en la vital Av. Intercomunal La Isabelica – Plaza de Toros, por donde se circula la mayoría de trabajadores y pueblo del sur de Valencia. Completando la concentración a la llegada de los estudiantes del Oeste después de cumplir la misión de éstos quemar dos autobuses a la entrada de Bello Monte, asimismo, estando en conocimiento del éxito de la operación ejecutada por los estudiantes de La Manguita quienes lograron tomar y trasladar más de 70 unidades autobuseras al Rectorado, manteniéndolos en custodia como estaba previsto en espera nuevas instrucciones. Comienza así la quema del resto de los buses que se tenían retenidos en La Isabelica como respuesta popular ante el abuzo de los transportistas y la alcahuetería del gobierno, quienes siempre han creído que el pueblo se encuentra indefenso.
La acción gubernamental se hizo presente con la utilización de la feroz fuerza policial uniformada y de civil, sin embargo, gracias al número de estudiantes presentes y prestos a dar la pelea, se les mantuvo a raya utilizando la buena cantidad de piedras, molotov y cohetes con que se contaba, amén del apoyo y participación popular. El combate se da con buena resistencia y se extiende más allá de la tarde cuando comienza el repliegue previsto, mientras ocurre la retirada organizada la policía empieza allanar viviendas en búsqueda de estudiantes enconchados sin encontrarlos, pues, fueron protegidos por los habitantes de las comunidades solidarias.
Los combatientes del pueblo en un número considerado logran llegar hasta el puente improvisado con bambú en el rio Cabriales previamente construido, permitiendo a los estudiantes cruzar sin mayor dificultad y ponerse a salvo en las casas de los habitantes del Aquiles Nazoa, esta vez, los estudiantes le ganaron una a la policía porque esta no pudo cruzar, claro, el puente al cumplir su cometido fue derribado; con esto se había logrado una victoria parcial.
La policía y demás organismos represivos realmente desconcertados no les quedaron otra que custodiar a los bomberos que trataban de evitar daños mayores a las unidades chamuscadas. Esto permitió que la vanguardia estudiantil que se encontraba en el Aquiles Nazoa se trasladara esa misma tarde al Rectorado para evaluar la situación y resolver en consecuencia la situación de los 70 autobuses retenidos, mientras el resto de los estudiantes esperaban tranquilos mientras pasaron la noche en el Aquiles Nazoa, para ir en la mañana siguiente al Rectorado.
Estando en el nuevo teatro de operaciones del Rectorado y con el transporte paralizado totalmente en todo el estado Carabobo, se incorporan estudiantes universitarios a quienes se les comunica lo acordado previamente en Asambleas Populares, éstos las aceptan y se espera la llegada del resto de los estudiantes liceístas de Valencia y otros municipios que se solidarizaron. Del Rectorado salían brigadas estudiantiles para las comunidades a informar directamente mientras se le hace un llamado al gobierno regional con el objetivo de informarles las condiciones para la entrega de los autobuses retenidos.
Esta fueron: 1) Que se rebajara el pasaje al precio anterior, es decir, 0,50 céntimos;
2) Que se aplicara la ley a los transportistas responsables del aumento inconsulto y antipopular;
3) Que se incorporaran nuevas unidades para sustituir las que habían sido quemadas por el pueblo;
4) Que no hubiera medida represiva contra ningún estudiante que había participado en las acciones de protesta.
El gobierno nombra al Prof. Farías para las conversaciones con los estudiantes; a estas reuniones no asistieron los transportistas. Al Prof. se le expone bien claro la determinación de los estudiantes: Si no cumplen las exigencias del pueblo, con la misma determinación de haber quemado 16 autobuses en la mañana del lunes anterior, en la medida de que transcurriera el tiempo sin respuestas afirmativas del gobierno y los transportistas, se quemaría una unidad al frente del Rectorado cada cierto y prudencial tiempo una vez transcurridas 24 horas comenzadas las diligencias del gobierno, asimismo, se hizo énfasis de que si trataban de allanar el lugar se quemarían todas las unidades, pues, para ello se contaba con suficiente gasolina. En esta oportunidad la prensa empezó a aplicar censura a los dirigentes estudiantiles, pues, con pocas excepciones solo publicaban lo dicho por los autobuseros y el gobierno.
Reuniones iban y venían. El Prof. J. F. Farías, un docente de un prestigio y seriedad reconocido por estudiantes manifestaba su deseo de solventar la situación a favor del pueblo, eso sí, como siempre en estos casos, pedía tiempo. Se le concedió y se aumentó el compás de espera hasta tanto se reuniera con los empresarios portugueses y les comunicara nuestras peticiones; éstos se negaron a aceptar la rebaja del pasaje al precio anterior.
El Prof. Farías, es bueno reconocerlo, se portó en las conversaciones conciliatorias con la disposición de resolver a favor del pueblo, solo esperaba, según lo expresado por él, la decisión del gobernador R. Gómez.
Pasaban los días sin respuestas y los estudiantes en asamblea decidieron sacar el primer autobús hacia la avenida Bolívar con la intensión de quemarlo. La situación se torna tensa hasta que el gobernador decide actuar y ordena poner tras las rejas a los transportistas, éstos no teniendo otra alternativa aceptaron volver a 0,50 el precio del pasaje, asimismo, se comprometió con la no persecución ni otra acción policial contra los dirigentes estudiantiles y populares. De la misma manera el gobierno dispuso la adquisición de 70 autobuses italianos marca pegasso que podemos calificar autobuses de lujo, pues, contaban con asientos reclinables y aire acondicionado, con ello el pueblo dignificado al fragor de la lucha sintió realmente el sabor de una verdadera Victoria Popular.
Con esta experiencia me atrevo a recordar lo que alguien dijo alguna vez: "Más aprende el pueblo en un día de lucha que en un año de estudios"
Moraleja: Ante la humillante situación a la que hoy los transportistas, sean estos colectores, choferes o avances, propietarios individuales, empresarios o en mafias, someten al pueblo que necesita trasladarse, no se debe hacer otra cosa que organizar y movilizar la fuerza popular, todo lo demás es secundario.
Es importante reseñar que de esta experiencia se dieron dos situaciones a mi parecer importantes: Una: el Prof. José Francisco Farías fue removido del cargo casi de inmediato; Dos: todos los buses pegassos fueron desmantelados a los pocos años y borrados de la historia colectiva valenciana.
Abg. Gustavo C Vásquez Q., estudiante del liceo Enrique Bernardo Núñez para la época.