"Prendan la luz que es diciembre", es el bonito jingle, que transmite todo el SIBCI, para llamar al pueblo a celebrar la navidad con alegría y felicidad. Resulta doloroso y triste, para quienes desde los años 60 nos hemos entregado a la lucha por el sueño de un mundo mejor y posible, de igualdad, de justicia, participación, de libertades, estabilidad política y económica, para tener el mayor grado de felicidad, y que de la noche a la mañana se nos haya convertido en una dolorosa pesadilla, que se refleja hasta en las grises, curtidas y tristes fachadas de las casas en nuestras ciudades y aldeas y lo mas indignante en la andrajosa indumentaria que junto a la cadavérica humanidad, exhibimos cada día con mayor profundidad los ciudadanos de la patria de Bolívar, mientras nuestros gobernantes se encargan más de la conquista de los espacios electorales, antes que bajar y oír al pueblo, para gobernar obedeciendo como lo recomendara una y otra vez el Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías, cuyo legado vemos como se desdibuja en el tiempo.
Y no es por "hablar paja", como le fascina a la vocería del alto gobierno catalogar los reclamos del pueblo, que llegó al poder con el Comandante Hugo Chávez, hasta esa infausta tarde del 5 de marzo de 2013. Sabemos que vendrán las descalificaciones a priori, por parte de los "revolucionarios" de nuevo cuño.
Pero ya es imposible seguir callando y diciendo amén a cuanta fantasía nos pintan en los medios de comunicación social, como en el caso de la ANC, que fue vendida como el arma que al instalarse atacaría de frente a la guerra económica que nos depaupera cada día de manera inmisericorde y que hasta hoy permanece intacta y con mas fuerza, porque se priorizó lo político electoral y lo económico puede esperar.
No puede haber navidad con alegría y felicidad, cuando cobramos nuestra quincena y no nos alcanza para garantizar una desayuno a la familia, porque el kilo de queso duro está sobre los 100 mil bolívares y el kilo de harina sobre los 500 mil y no hay organismo que pare esta locura, al menos acá en la histórica Ciudad Bolívar, hoy convertida en Paraíso de las "Tetas", producto del galopante bachaqueo.
No puede haber navidad con alegría y felicidad en una ciudad donde el gobierno local y regional nos ha dejado en manos de conductores y colectores del transporte colectivo, que cobran mil y hasta tres mil bolívares de manera compulsiva y violenta y quien no los tiene es obligado a bajar de la unidad.
No puede haber navidad y mucho menos felicidad, en un hogar donde el humilde y viejo auto está parado por neumáticos y auto partes, que no están al alcance del ingreso familiar.
No puede haber navidad y mucho menos con felicidad, cuando llegamos a nuestra vivienda y no encontramos como ducharnos, ni como lavar la ropa y cocinar nuestros alimentos, porque no tenemos agua desde hace meses, pese a las jugosas inversiones que ha hecho el gobierno central en Hidrobolívar.
No puede haber navidad y mucho menos felicidad en un hogar donde no podemos ir al médico, por no poder sufragar el costo de la consulta y mucho menos el de las medicinas, cuando se logra encontrar.
No puede haber navidad y mucho menos felicidad, en una ciudad, donde un kilo de sardinas cuesta diez mil bolívares, un kilo de atún 120 mil una botella de la denominada agua mineral cuesta cuatro mil bolívares y es la única alternativa para no morir de sed, un kilo de yuca ocho mil bolívares y paremos de contar y donde la SUNDE no la conocemos.
No puede haber navidad y mucho menos felicidad, cuando para hacernos de un cilindro de gas tenemos que hacer miles de peripecias y adivinar cuando llega a la concesionaria Tigasco, que no tiene servicio para sus clientes, quienes tienen con todos los riesgos que ello implica manipular e instalar los cilindros.
N o puede haber navidad y mucho menos felicidad, cuando estamos a merced de los bodegueros asiáticos y criollos, que nos imponen condiciones y horario para vendernos hasta un kilo de verduras a precios groseros y fuera de toda lógica.
No puede haber navidad y mucho menos felicidad, en una ciudad, donde en las panaderías un pan francés disfrazado de minicanilla lo cobran en 4000 bolívares, un pan campesino de 200 gramos en 15 mil bolívares y para ello hay que hacer gigantescas colas, porque los propietarios disponen de horario y condiciones para su venta.
No puede haber navidad ni felicidad, cuando un kilo de aceitunas está por el orden de los 600 mil bolívares, igual la alcaparra, la carne porcina en 150 mil bolívares, el pernil, ni soñarlo, la carne molida de segunda en 80 mil bolívares y el kilo de harina de maíz sobre los 40 mil ¿Quien es el osado que se atreve a soñar con las multisápidas"?.
No puede haber navidad ni felicidad, cuando no estamos en posibilidad de regalar a nuestra familia ni un par de medias, porque cuesta la mitad de nuestra quincena.
No puede haber navidad y mucho menos felicidad, cuando los miserables ahorros que nos quedan están secuestrados por la mafia bancaria, que nos obliga a realizar humillantes colas bajo el sol, para permitirnos retirar 10 mil o 20 mil bolívares máximo que no sirven ni para pagar los servicios de un taxista. Hay que anotar que con mas rigor ocurre en los bancos del Estado, donde presuntamente se trafica con pago de vacuna, si requiere retirar una suma que le permita al menos hacer un mercado.
Por estas y muchas razones más, es que con profundo dolor tenemos que descargar la angustia que alberga nuestra alma revolucionaria y que se acrecienta cada día cuando salimos a la calle y observamos a compatriotas famélicos arrastrando los pasos por el peso de la hambruna, que se trata de invisibilizar para intentar sembrarnos en el imaginario un país de Alicia, que no existe ni siquiera en la realidad mediática.
Por favor camaradas, ustedes que están con las riendas del poder en sus manos den el golpe de timón en la conducción económica y olviden por un instante la carnestolenda burguesa electoral y paren esta acelerada muerte de la patria. Devuelvan la esperanza a este noble pueblo que resiste, sin caer en tentaciones y que seguimos creyendo en el proceso por el cual nuestro hermano Hugo Chávez entregó su vida.
Quienes seguimos creyendo en el socialismo, en el legado del Comandante Chávez, que desde adolescentes abrazamos el marxismo leninismo y la confianza en el proletariado, reconocemos que estamos siendo blanco de un cerco político y financiero internacional auspiciado por la derecha a la cual continúan dándole todos los derechos que corresponde al venezolano honesto, pero tenemos que reconocer que no se está oyendo al pueblo y los asesores están desconectados de las catacumbas, donde tendremos navidad con dolor, lágrimas y desesperanza.