En cualquier acto electoral, bien sea para elegir el presidente de la República o la Junta de un Condominio, sólo hay tres formas de participar: Una, por la participación con el voto abstencionista. Otra, por la participación con el voto nulo. Y la tercera, por la participación con el voto a favor o en contra de alguna de las propuestas y lo denominan válido, como si las otras dos formas de participación no lo fueran. Tan válido es abstenerse como depositar el voto en la urna electoral. Desconocer la participación por el voto abstencionista es falta de respeto hacia la mayoría de electores que, como excelentes ciudadanos, participan en el acto electoral. En las circunstancias actuales de incertidumbre política que ocasiona la renovación del cargo de presidente de la República, la participación por el voto abstencionista ya suma más de 60% del Patrón Electoral. La participación por el voto abstencionista es de mayor crecimiento por causa de los miles de compatriotas que día a día migran a otros países. Sin embargo, en las encuestas que elaboran las agencias que realizan ese trabajo, se afirma lo contrario.
Si cada día cientos de compatriotas, que figuran en el Patrón Electoral migran, ese voto ¿Dónde hay que contabilizarlo? ¿Cómo negar que el mayor crecimiento electoral está en la participación por el voto abstencionista?
Afirmar que la abstención es por cuanto no hay un proceso electoral libre, participativo, soberano y democrático, es un argumento ingenuo, baladí, que no explica nada. La mayoría abstencionista ha comprendido que el voto en la urna electoral no conduce a la solución de la difícil coyuntura económica y social en que se encuentra nuestro país. El controversial proceso electoral presidencial convocado por la ANC o el CNE - poco importa quién convoca por cuanto es mandato constitucional - adelantado en siete meses (mayo), al tiempo en que es costumbre realizarlo (diciembre), más las reglas de conveniencia del gobierno, no es el problema de fondo. Ello constituye un hecho circunstancial. El problema de fondo de esta elección presidencial hay que buscarlo en otra parte, de lo cual no quieren saber los infatuados candidatos que le hacen oposición al gobierno y olvidan:
Primero. - Que durante 18 años la consigna repetida hasta el cansancio por los jerarcas del chavismo y sus seguidores, ¡No volverán! ¡No volverán! no es simple consigna, es grito de guerra grabado como tatuaje de hierro candente, en lo más profundo de sus cromosomas. Es grito fanático ¡No de ideales! Por cuanto si los tuvieran, no habrían llevado el país a la ruina, desastre económico y social en que se encuentra.
Segundo. - La consigna ¡No volverán! Ha sido ratificada desde diferentes niveles de la jerarquía chavista, cuando Arias Cárdenas dice "Saquen sus fusiles y sacaremos los nuestros" ¿Quiénes son " los nuestros"? Las armas que el pueblo puso en las manos de los militares, para defender la soberanía y la democracia.
Tercero. - El presidente Maduro ha ratificado la consigna ¡No volverán! con la democrática declaración "Con votos o con balas ganaremos las elecciones"
Cuarto. - Y para reafirmar aun más lo anterior, la superpresidenta plenipotenciaria de la ANC, Delcy Rodríguez, ha ratificado todo lo anterior y sentenciado "No vamos a entregar el poder"
Quinto. - Para jugar a cuadro cerrado, como dicen los aficionados al beisbol, el ministro Padrino y el alto mando militar han respaldado las escalofriantes declaraciones inconstitucionales y antidemocráticas de los jerarcas del chavismo. Las deserciones militares habidas por esta causa, se pagan con cárcel.
Frente a esta realidad ¿Vale la pena ir a las urnas electorales? ¿A elegir qué? ¿A cohonestar la división que los cuatro o cinco candidatos de la oposición a Maduro, han creado en la unidad del 89% de la población que ha manifestado ser contraria al gobierno? ¿Votar para qué? ¿Para aplaudir la fatuidad o ambición de estos candidatos que siembran la división en el 89% de las mayorías nacionales, que deben permanecer unidas para la lucha de masas a partir del 21 de mayo en la madrugada. ¿Cómo librar esa lucha anunciada, si se pierde la unidad forjada en las mayorías, en estos 18 años de tragedia nacional?
La unidad tenía una vía: el candidato de consenso. Al no darse esta posibilidad por cuanto las apetencias personalistas están siempre por encima del interés de las mayorías nacionales, la única forma de mantener la unidad para librar la lucha de masas, es por la participación masiva del voto abstencionista, que no sólo deslegitima el proceso electoral, también los resultados. Lo cual es una demostración de unidad interna innegable. La cual encuentra eco en la opinión de la Comunidad Internacional que ha declarado "no reconocer ni el proceso electoral ni los resultados". Imposible reunir un consenso tan amplio y una unidad tan consistente, tanto interna como en el ámbito externo.
Lo único que puede mantener la unidad es el abstencionismo. Los candidatos apoyados por grupúsculos de electores crean división. Y en esta circunstancia de crisis política por la renovación presidencial, lo más importante es la unidad para poder librar la lucha de masas que se avecina. Unidad para encontrar la solución de los problemas que afectan a las mayorías nacionales. Las soluciones mesiánicas han fracasado durante 200 años. Las propuestas de los candidatos divisionistas de la oposición a Maduro, es más de lo mismo. Es, quítate tú para ponerme yo. Es cambiar la farsa actual por una nueva farsa. Las mayorías nacionales deben ser dueñas de su destino y no los mesías agoreros.