"…ustedes dolarizaron todo, yo decidí petrolizar el salario…" Con esta frase que pudiera ser histórica, el Presidente de la República ha marcado el inicio de la contraofensiva necesaria, a los agentes de la guerra económica que han sometido al pueblo venezolano a la expoliación y el empobrecimiento progresivo e inclemente. Hasta ahora han sido avasallantes las primeras medidas tomadas por el ejecutivo y se tiene la confianza de que las próximas seguirán el mismo camino. A la derecha explotadora representada en el pequeño grupo de empresarios antinacionales no hay que darles cuartel. Los discursos delicados con simulada candidez y sinceridad por parte de algunos de ellos, no deben hacer bajar la guardia del gobierno, pues ya son muchos los años que evidencian con quien estamos tratando. La oligarquía financiera aliada a los grandes consorcios internacionales no cesará jamás en su empeño por retomar el poder político a costa de lo que sea. La fuerzas revolucionarias están para ejercerlo de manera firme y más aún cuando corresponda proteger a la mayoría de la población, sea por agresiones de agentes internos o externos. En nuestro caso, lo sabemos, se trata de una confabulación combinada entre ambos, con grandes recursos materiales y elaboradas truculencias sicológicas.
En apenas una horas de decisiones tremendas, se observa que los escépticos y hasta ciertos opositores empedernidos se encuentran a la expectativa. Salvo los enfermos y fanáticos de siempre, no hay por parte de ellos una posición negadora de las medidas. Algunos, mordiéndose la lengua, hasta desean que lo que se vislumbra para el beneficio de todos sea verdad, que se cumplan los objetivos planteados por Nicolás y su equipo. Porque cuando se ejecutan planes inteligentes, firmes, justos y perdurables, no hay argumento enemigo que los derrote. Pero ratificamos, debe ser una continuidad de disposiciones, seguimiento, gestión, control y de estricta sanción a los infractores; así reaparecerá la relativa normalidad de la actividad económica a todos los niveles. El Estado ha comenzado a recuperar el ámbito de su autoridad natural, hacer respetar su cometido, liquidar a la vez la especulación burguesa y la igualmente nefasta subcultura bachaquerista. Empezó el contraataque y su clarinada: "Petrolizar el salario".