(Necesario acudir a la memoria histórica)

La muerte de prisioneros (alto voltaje)

La custodia de ciudadanos en calidad de prisioneros, cualquiera sea su condición es de una alta responsabilidad de las autoridades que la asumen. En el caso de que la detención obedezca a razones de seguridad del Estado, en un contexto de pugnacidad política como el que actualmente vive nuestra nación eleva la responsabilidad; por ello el deceso del Concejal y dirigente político Fernando Alban, prisionero en nuestros organismos de seguridad añade un elemento delicado, difícil, por cuanto tenemos una tradición histórico-represiva que pesa mucho sobre nosotros y, que el refranero popular lo recoge: "El picado de culebra cuando ve un bejuco tiembla" .

En 1962, el militante comunista José Gregorio Rodríguez, cayó al vacío desde un piso superior en el edificio las Brisas en los Chaguaramos, sede de la Dirección General de Policía (Digepol). Efectivamente ese lugar de donde supuestamente se lanzó este militante comunista, era un sitio de tormento, que unos cuantos venezolanos conocimos y, recordamos que había un ventanal que pisos más abajo daba a un estacionamiento. La muerte de este prisionero fue debatida en el Congreso de la República, pero hasta el sol de hoy la tesis gubernamental del "Suicidio" no prosperó, por la atmósfera represiva de entonces

En la segunda mitad del siglo XX, en las primeras décadas de la "Democracia Representativa", la tortura, la muerte y la desaparición de prisioneros políticos fueron prácticas usuales de los organismos represivos civiles y en los Teatros de Operaciones, (TO) bajo mandos militares. En aquel contexto histórico Venezuela vivía una serie de conflictos político- sociales que dieron lugar a insurrecciones militares y formaciones guerrilleras urbanas y rurales en un marco internacional signado por la "Guerra Fría". Hay una extensa publicación del Estado Bolivariano donde abundan los ejemplos de esa indeleble mancha histórico-política.

En nuestra memoria persiste el recuerdo de la captura y ejecución en el barrio Nazareno en Petare (1967) de Luis Fernando Vera Betancourt (Plutarco) y, Eleazar Fabricio Aristigueta (El loco Fabricio) o de Claudio Farías en Chacao, el martirio de Alberto Lovera, la desaparición de los hermanos Pasquier, Malaver, Jeremías Barrios (Manduley) el asesinato (1973) en los Jabillos en la Urbanización la Florida de Caracas de Jesús Alberto Márquez Finol (El Motilón) o la muerte por ¿infarto? De Jorge Rodríguez o el "Suicidio" del periodista y guerrillero Fabricio Ojeda…………

Los ciudadanos que desde nuestra juventud, nos acercamos a las ideas humanistas, socialistas, revolucionarias, identificados con los procesos de liberación de los pueblos llámese revolución soviética, China, vietnamita, coreana, cubana, y en general con las búsquedas e intentos de una vida mejor de numerosas sociedades en toda la geografía mundial, siempre estaremos atentos a los métodos, formas y contenido empleados para el logro de las altas aspiraciones humanas.

Ahora bien, Independientemente que no se compartan criterios, sobre todo en estas pugnas de colosos industriales y comerciales por el dominio del mercado mundial, pienso que sería discutible negar los saltos en las plataformas sociales, políticas y económicas derivadas de esas experiencias. Tal vez esto podría significar una mayor problematización de estos caminos contemporáneos que transitamos con viejos y nuevos actores (ideas) y escenarios reales y complejos que nos solicita mayor reflexión.

Lo cierto es, que las búsquedas revolucionarias como lo hemos dicho, son horizontes de vida colectiva, de cultivo y elevación de lo humano que contradice radicalmente enfoques cerrados, propios de las concepciones que sobre el mundo y la vida sostienen factores conservadores en la política en la economía, sociedad y, en general en el tratamiento de los conflictos fundamentados en una visión pragmática con éxitos coyunturales, pero de poco aliento futuro.

Pero la grandeza reside en la VIDA, vivir como seres humanos en la diversidad, centro generador de esa incansable búsqueda teórico-práctica de una humanidad avanzada, más de uno asomará las teorías de las utopías para calificar tal cosa.

Lo que sí es innegable, es que los pueblos en su vida histórica han estado en sus luchas con sus particulares ópticas, antes de nosotros y, lo continuarán haciendo en nuestra ausencia.

La tarea de los que se identifican con el humanismo involucra ideológicamente a los revolucionarios de pensamiento socialista, los cuales tienen la alta tarea de nutrir la ruta de los valores de la vida, la dignidad y el respeto al otro y esto necesariamente debe salir del discurso para ser una acción PERMANENTE.

LA REVOLUCIÓN ES CULTURAL

 



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Rafael Castro

Especializado en Gestión Cultural. Colaborador y Fundador de Instituciones de la Cultura, en el Sector Público y Privado.

 racasce@gmail.com      @racas42

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