Maduro para mantenerse no le queda otra que la represión pura y dura

El fracaso rotundo y contundente de las últimas medidas económicas que ejecuta Nicolás Maduro desde el pasado 20 de agosto (medidas que tienen el pomposo título de programa de recuperación, crecimiento y prosperidad económica) está generando una ola inmensa de protestas de trabajadores en todos los rincones de Venezuela. Por primera vez en los casi seis años de gobierno madurista, se levanta casi espontáneamente un movimiento social de protesta que no está vinculado por ninguna parte con las fuerzas pitiyankis de la MUD-Frente Amplio, y que comienza a adquirir perfiles propios con la constitución de la Intersectorial de Trabajadores de Venezuela, ocurrida los días 7 y 8 de noviembre pasados (https://www.youtube.com/watch?v=fZTcNKmis_A; https://www.youtube.com/watch?v=fZTcNKmis_A).

Estas múltiples y diversas protestas laborales van desde los tradicionales sectores de trabajadores públicos de la salud y la educación, pasando por los trabajadores eléctricos, petroleros, de la CANTV, de las universidades, de las empresas básicas de Guayana, de prácticamente todos los ministerios y empresas públicas, y abarcando igualmente a trabajadores de empresas privadas. La profundidad de la crisis económica, y particularmente los brutales golpes que la hiperinflación asesta cada día contra el mísero aumento salarial de 30 dólares mensuales (al cambio libre en ese momento) que Maduro aprobó en agosto, han obligado incluso a sectores burocráticos del sindicalismo madurista de la CSBT y también a otros que hasta hace muy poco se ubicaban en la burocracia de la vieja y periclitada CTV, a movilizarse respondiendo a la presión de las bases obreras y generando situaciones de conflicto que van desde paros, huelgas, movilizaciones, protestas diversas, presentación de pliegos reivindicativos, hasta la conformación embrionaria de organismos de coordinación local, regional y nacional.

La respuesta del gobierno no se ha hecho esperar, a través de mecanismos de represión abierta contra los trabajadores que se movilizan. Decenas de despedidos en el Metro de Caracas, en los gremios de enfermeras y médicos, y en diferentes instituciones del estado a lo largo y ancho del país. En algunos casos se ha recurrido a expedientes de criminalización para impulsar acciones judiciales contra líderes laborales o simples trabajadores, como ha ocurrido con enfermeras en Cojedes y con bomberos en Mérida. A comienzos de año el SEBIN detuvo por varias semanas a un directivo de Fetraelec por haber difundido un audio que alertaba sobre un eventual mega apagón nacional (luego de eso ya se han producido media docena de apagones nacionales). En el sector universitario la propia federación madurista de trabajadores (FTUV) ha amenazado a través de documentos públicos a directivos disidentes de la misma federación con tomar duras "sanciones estatutarias" por no aceptar las bárbaras medidas neoliberales del gobierno y estar promoviendo conflictos laborales en las universidades.

Las protestas de los trabajadores se centran en el desconocimiento de las Convenciones Colectivas, de los preceptos de la Constitución y la Ley del Trabajo, pues a partir del 20 de agosto el gobierno de Maduro se ha colocado totalmente al margen de la legalidad laboral que de alguna forma construyó Chávez en la Constituyente del 99 y en la LOTTT del 2012. Pensamos que lo que busca Maduro y su gobierno es terminar de aniquilar los derechos de los trabajadores para facilitar el ingreso de multinacionales chinas, acostumbradas a invertir en países con políticas abiertamente neoliberales que desconocen principios básicos como la estabilidad laboral, la progresividad de derechos, la existencia de contrataciones colectivas, y que se condensan en escenarios abiertamente favorables a la reproducción del capital y a la expropiación extrema de la fuerza de trabajo humana.

Maduro ha congelado los salarios, por lo menos por tres meses, mientras la inflación ya anda por el 400-500 % desde el 1ro de septiembre en que entró en vigencia el salario vigente. Ha desconocido todas las contrataciones, convenciones, actas convenio y derechos constitucionales de las diversas ramas de industria y sectores de la administración pública. La farsesca "disposición al diálogo" tanto del ministro del trabajo como de los distintos ministros se ha traducido en mecanismos para perder el tiempo y burlarse del hambre y las penurias que están pasando los trabajadores y sus familias.

El colmo de la burla han sido los reiterados llamados que hace Maduro todos los días para que los trabajadores "ahorren" sus aguinaldos comprando petros o lingoticos de oro. Con un salario que no permite a una familia de 3-4 personas comer bien más allá de 2 o 3 días, es una burla descarada esa cantaleta madurista del ahorro en petros o lingoticos. El pago de aguinaldos, así se paguen hasta seis o doce meses de aguinaldos, no serán destinados a otra cosa que no sea la comida diaria de las familias trabajadoras. No alcanza para comprar ropa, calzados ni ningún otro requerimiento básico del hogar. Tampoco para aspirar a una limitada celebración navideña o de fin de año. Sencillamente el salario ha sido devorado por la hiperinflación.

En la moral hasta ahora demostrada por el madurismo, ante la protesta de los trabajadores no cabe otra respuesta que la represión. Ante las protestas del año 2017 se le hizo fácil al madurismo reprimir violentamente con la excusa de que eran los sectores pitiyankis quienes las encabezaban, y contó siempre con la ventaja de que los sectores más humildes de la población no llegaron a movilizarse. Pero la actual oleada de conflictos laborales tiende a desarmar el discurso madurista de "presidente obrero" y "gobierno obrerista", pues precisamente todas las consignas enarboladas por los sindicatos, federaciones y bases de trabajadores movilizados se dirigen contra el carácter burgués, explotador, hambreador y antiobrero de la política laboral madurista.

Esta vertiente de lucha popular termina desenmascarando totalmente el falso socialismo y el falso obrerismo de Nicolás Maduro. Razón más que suficiente para que el gobierno busque el aplastamiento rápido de todos los focos de conflicto laboral y social, antes de que se constituyan en una fuerza política de carácter nacional que pueda incidir en el desenlace de la crisis política y la debacle económica a la que nos ha llevado el madurismo. Maduro no conoce lo que es diálogo ni negociación entre trabajadores y patronos (en este caso, obviamente, él es el patrono en su condición de conductor del estado venezolano). La democracia obrera y popular no pasa de ser una consigna demagógica que no se cumple en ninguna parte.

En un país donde se han suprimido las elecciones en las principales federaciones nacionales de trabajadores (como ocurre en la Federación de Trabajadores Petroleros) y en el cual hasta la misma central gobiernera de trabajadores nunca ha realizado elecciones de ningún tipo y sus directivos son nombrados a dedo por el gobierno, para vergüenza mundial del movimiento obrero, no tiene otro camino el madurismo que disponerse a criminalizar las luchas sindicales actuales, inventando supuestas conexiones con el imperialismo yanqui y sus gobiernos aliados del continente, relacionando a sus dirigentes con pretendidas conspiraciones de bandera falsa (como el supuesto atentado con drones), o simplemente con montajes judiciales que impongan falsas acusaciones de tipo "hampa común" contra los principales dirigentes de las federaciones y sindicatos que se están movilizando.

Especial atención estarán mostrando sus órganos represivos como el SEBIN, la DGCIM y el CICPC hacia la reciente conformación de la Intersectorial de Trabajadores. No nos extrañe que aparezcan los figurones como Jorgito o Tarek enseñando falsos expedientes criminalizantes contra estos valientes dirigentes obreros que están dando la cara por todo el pueblo venezolano que padece esta brutal crisis económica (crisis cuyo origen tiene dos patas: la agresión imperial y la ineptitud-corrupción y saqueo generado por el madurismo).

Pero con cada paso criminalizador que dé el madurismo contra las legítimas luchas obreras del momento actual se estará hundiendo cada vez más en el fango de su gran farsa "obrerista", y quedará descubierto ante los ojos del mundo como lo que es: un gobernante autoritario que aplica un programa económico a favor del gran capital trasnacional (gringo y chino) y que suprime cada vez más todos los espacios democráticos y constitucionales del país.

Los trabajadores no tenemos otro camino que seguir luchando y mejorando los espacios de organización regional y nacional de la Intersectorial de Trabajadores de Venezuela. El programa aprobado permite incorporar a todos los sectores laborales que hoy luchan por separado y a todos aquellos que hasta ahora no se han decidido a tomar las calles por sus derechos fundamentales. La clase trabajadora venezolana desenmascarará con su lucha al falso gobierno socialista de Maduro y conquistará la solidaridad y respaldo de otros pueblos del continente y del mundo que enfrentan por igual las arremetidas del capital mundial que busca imponer un sistema de esclavitud asalariada del siglo XXI.

Finalizo copiando el programa enarbolado por la Intersectorial de Trabajadores, para recordar que es la herramienta fundamental para la unidad de la clase obrera venezolana para enfrentar y salir de la crisis:

1. Exigencia de la derogación del Decreto y Lineamientos gubernamentales que vulneran el derecho a la contratación colectiva. La lucha por el cumplimiento inmediato de las tablas salariales acordadas con los distintos sectores laborales, de acuerdo con sus respectivas convenciones colectivas, actas convenio y acuerdos, aplicando siempre el criterio que opta por la norma que más favorezca al trabajador. Defensa de las contrataciones colectivas.

2. Salario mínimo que cubra el costo de la canasta básica, según lo dispuesto por el Art. 91 de la Constitución (1999), que se ajuste mensualmente, y que esto se extienda a los jubilados, pensionados y sobrevivientes.

3. Respeto a la progresividad de los derechos laborales garantizada por el Art. 89 de la Constitución.

4. Contra la tercerización y precarización del trabajo.

5. Respeto de la legislación laboral.

6. Defensa de las prestaciones sociales y su retroactividad, así como de todos los derechos y beneficios adquiridos. Rescate de los fondos de pensiones y de la seguridad social.

7. Defensa de la libertad y autonomía de las organizaciones sindicales. Seguir unificando a los trabajadores en la lucha y con el desarrollo de su articulación de sindicatos, gremios, asociaciones y trabajadores no sindicalizados o no dependientes, en el movimiento de la Intersectorial de Trabajadores de Venezuela.

8. Defensa de las libertades democráticas.

9. Respeto a todos los derechos constitucionales. Defensa de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela como el primero y principal contrato del pueblo trabajador que incluye los derechos del mundo del trabajo. No a la derogación de la Constitución de 1999.

10. Respeto al derecho a huelga.

11. Derecho a la educación de calidad.

12. Derecho a la salud.

13. No a la criminalización de la protesta. Contra la persecución a los trabajadores que luchan y reclaman sus reivindicaciones.

14. Libertad para Rodney Alvarez y libertad plena para todos los dirigentes sindicales, gremiales y sociales sometidos a régimen de presentación.

15. No a los despidos. Reenganche inmediato de Daillily Rodríguez, Alejandro Negreti, Wilder Pérez y demás compañeros despedidos por ejercer su legítimo derecho a la protesta y a la defensa de las condiciones de vida y trabajo de los trabajadores. Contra la represión gubernamental y privada.

La lucha por salario y por todas las reivindicaciones inmediatas de la clase obrera es parte de una pelea política y estratégica, que desde nuestro punto de vista, solo se podrá resolver con la organización independiente de los trabajadores y trabajadoras, donde el poder político y económico esté en manos de la clase trabajadora junto con los campesinos, estudiantes y el pueblo, y que impulse un nuevo modelo económico basado en la planificación democrática de la economía, que nos saque de manera estructural de la tragedia en la que está sumergido el país, y permita mejorar significativamente las condiciones de vida de las mayorías. (ver el documento completo en aporrea: https://www.aporrea.org/trabajadores/n334050.html).

 



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Roberto López Sánchez

Roberto López Sánchez (Caracas, 1958). Profesor Titular de la Universidad del Zulia (LUZ) con ingreso en 1994. Licenciado en Educación (LUZ, 1994). Magister en Historia (LUZ, 2005) y Doctor en Ciencias Políticas (LUZ, 2013). Actualmente dicta 6 materias en la Licenciatura de Antropología en LUZ: Historia de América; Historia de Venezuela; Intercambios Económicos; Poder y Movimientos Sociales; Culturas Afroamericanas; y Modo de Vida e Identidad Nacional. Ha dictado seminarios a nivel doctoral y nivel maestría en universidades venezolanas; y seminarios de Historia de Venezuela en universidades de Chile y España. Actualmente coordina la Unidad Académica de Antropología. Ha dirigido proyectos de investigación a través del CONDES-LUZ, y CLACSO. Línea de investigación: estudio de los movimientos sociales. Ha publicado más de 50 trabajos científicos. @cruzcarrillo09

 @cruzcarrillo09

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