Seguramente esto le ocurre a mucha gente. Seguramente usted conoce a alguien a quien le haya ocurrido. Yo conozco a alguien: yo misma.
En días pasados me enteré por una amiga que yo, jubilada de la Universidad Central de Venezuela, por fin podía disfrutar de la pensión del Seguro Social. Presta, el lunes me dirigí a la agencia principal del Banco Bicentenario, asignado por el Seguro para abrir mi cuenta. A las 6:30 estaba como un clavel en el sitio, sacando cuentas de lo que iba a comprar una vez que terminara la operación. Después de unas cuantas horas por fin me atendieron… "Señora, usted ya está cobrando su pensión, ya tiene asignada libreta y tarjeta" (esa ambicionada tarjeta por la que los adultos mayores madrugan porque solo entregan 20 números). Qué?, no para nada; ni siquiera sabía que tenía pensión. Bueno acá aparece que su última compra, con tarjeta de débito, fue en enero, por un monto de 19.000 Bs.S
¿Qué debo hacer? En pocas palabras, aunque no con esas palabras, debo demostrar que yo soy yo, la Guara, la auténtica, la que con partida de nacimiento, datos filiatorios y cédula de identidad se dirija al CICPC a denunciar que fue clonada.
¿Qué si me da rabia? Claro que me da rabia. Y no tanto porque me estén esquilmando la magra pensión que nunca he tenido, sino porque ahora pareciera que quien tiene que demostrar su identidad soy yo. Las instituciones, para variar, se lavan las manos siendo que desde el banco se creó una cuenta, se entregó una libreta y a lo mejor hasta sin hacer cola se entregó una tarjeta de débito y en el Seguro Social sede Chacao, al que asistí a mediados del año pasado para averiguar el status de mi derecho, me dijeron muy caretablamente que no tenía pensión.
Dónde está el piloto, me pregunto. Será que en el SAIME como sugirió alguien, Petra se puede sacar una cédula que realmente es de María. Será que en el Seguro Social, como sugiere otra, cuando ven que despistadas como yo no cobran, asignan dedocráticamente la pensión a un panita. Será que en el banco hay tan pocos controles que algún funcionario medio se cree con derecho a disponer de los centavos de los despistados.
Hoy, con la necesidad de probar que yo soy yo, me abruma tener que realizar diligencias tan difíciles en estos tiempos en que moverse en transporte público es una odisea y que ni siquiera sabemos cómo están funcionando las oficinas del SAIME. La de Las Mercedes, ya lo sé, porque vengo de allá, no sacan los datos filiatorios "porque no tienen firma".
Bueno, ya no los quiero cansar más con esta crónica chucuta porque además las preocupaciones que tenemos los venezolanos en general no son tan domésticas en estos tiempos; pero les digo: Mosca, hay mucha gente que aunque usted sea un pendejo, uno de los de abajo, quiere clonarle la identidad. Imagino que tendremos que AUTOPROCLAMARNOS con nuestros nombres propios, documentos en manos.
Ana T. Gómez F. (La Guara)