“Llamo a la unidad de todos los venezolanos para defender nuestra patria, nuestra soberanía y darle continuidad a este proyecto de transformación profunda”.
Hugo Rafael Chávez Frías (Aló Presidente N. 246, Cumaná 6 de febrero de 2006)
Resulta interesante parafrasear a Miguel de Cervantes en su obra “Don Quijote de La Mancha”, sobre todo cuando su personaje principal se dirige a su acompañante de aventuras Sancho Panza a quien le dice: “Cosas veréis Sancho”.
Esta sentencia pudiéramos aplicarla a la hora de revisar el comportamiento de algunos personajes quienes - en las primeras de cambio - se sumaron al Comandante Hugo Chávez en el proyecto de la Revolución Bolivariana y hoy los vemos lanzando pestes y culebras a quienes asumieron su legado.
No es nada nuevo este fenómeno si observamos como a través de la historia, la metamorfosis y la conducta de los tránsfugas ha sido una constante; sobre todo cuando en el campo ideológico y político, muchos de estos personajes cruzan la frontera de la traición.
Un caso relevante y de gran significación para quienes abrazamos la causa del Comandante Eterno, resulta el desfile de traidores que en la escena del proceso revolucionario, han saltado la talanquera para venderse al mejor postor por un puñado de dólares.
A un lado del camino se han quedado los principios y los valores e igualmente, los juramentos a la Revolución como los que se hicieron en el Samán de Güere o en otros escenarios de la vida política venezolana, y en especial en los últimos años del Comandante.
Resulta asombroso - por ejemplo - ver como uno de los personajes de mayor proyección durante el mandato del Comandante Hugo Chávez, de quien recibió los más altos cargos, reconocimientos y su máxima confianza en responsabilidades de Estado, hoy asuma una conducta de ataque y hasta de rechazo al proceso revolucionario.
La traición ha salido a flote y sólo viene a ratificar su vocación de poder y de vanidad que llevaba por dentro, con la mayor hipocresía que guardó hasta el final, para sacarla a relucir ahora contra quien en su momento, asumió la responsabilidad de enarbolar la bandera de la Revolución – así como la luna llena - de manos del propio Comandante Hugo Chávez.
Se trata del Presidente de la República Nicolás Maduro Moros - hoy en el ojo del huracán - y además el objetivo o el blanco número uno del imperio norteamericano, en la “Patria Grande” de América Latina.
Aquí vale una reflexión ante este siniestro personaje, a quien el Primer Mandatario hace su primera referencia pública con nombre y apellido; lo calificó como “el capo mayor” o el líder de una mafia, que penetró hasta los tuétanos a la industria petrolera. Se trata de Rafael Ramírez Carreño el “Virrey rojo, rojito de Pdvsa”.
No resulta nada casual que en el aprovechamiento de las mieles del poder, bajo la sombra del Comandante Chávez, este individuo estuviera orientado a la toma del poder por el poder.
A este último se acostumbró, gracias a los aduladores de oficio y a los jala mecate quienes abundaron a su lado y de los cuales estuvo siempre rodeado, así como también de su entorno familiar y de los jerarcas de “La Campiña”.
Alguien dijo por ahí que “la envidia es libre” y además que “los sueños sueños son”. En el caso de Rafael Ramírez Carreño – lamentablemente - una corte de sesudos revolucionarios y de supuestos guerrilleros de los años 60 de la ULA, se le guindaron como sanguijuelas y lo tenían convencido de que utilizara a Pdvsa como plataforma política para llegar a la Presidencia de la República.
Lo más raro resulta que siendo “una lumbrera”, como lo habían calificado sus amanuenses y plumas asalariadas, quienes recibían sueldos pagados por Pdvsa (deberían revisarse las nóminas de estos eruditos incluidos en AP). El Virrey “rojo rojito” no fue escogido por Chávez como su sucesor sino el autobusero Nicolás Maduro.
Hoy, el catire de pedigrí andino, calificado por el ex guerrillero Douglas Bravo como “un niño bien y de modales amanerados”, se ha lanzado con todo contra el Presidente Obrero y ataca además por mampuesto a la Revolución Bolivariana.
Desde su castillo europeo, ahora su morada; gracias a una “dizque herencia”, de su entorno familiar en el Principado de Mónaco de la costa mediterránea de Francia, lanza sus dardos en busca de fans y seguidores, al peor estilo del impostor Juan Guaidó.
Los jubilados de la industria petrolera y petroquímica nacional, herederos del Fondo de Pensiones que arrebató a lo Jalisco y al cual, gracias a un adefesio jurídico, cambió sus estatutos en el año 2014 (art. 33), ahora es esperado con bombos y platillos para autoproclamarlo como el “Guasón Petrolero”.
Por los lados de La Campiña, unos altos ejecutivos de la alta gerencia petrolera pertenecientes a la mafia del “Virrey rojo rojito”, siguen haciendo de las suyas; guardan y cumplen al pie de la letra, las instrucciones del “capo mayor”.
Su verdadera intención es sabotear a Pdvsa, hoy presidida por un mayor general de la República Bolivariana de Venezuela, quien está rodeado por los gerentes de la anterior administración de R.R. y no lo dejan ver el bosque.
Las migajas que llegan a los jubilados, hombres y mujeres quienes trabajamos los mejores años de nuestra vida en la industria petrolera, se limitan al pago de los haberes e intereses del Fondo de Pensiones, cuyas divisas fueron entregadas a otras manos (Caso Illaramendi cerca de 500 millones de dólares).
Actualmente, según estimaciones de Ajip, más de 7 mil 500 millones de dólares (muchos de ellos en pagarés, bonos e inmuebles) han sido usufructuados de los ahorros de años de servicio y de los haberes del Fondo de Pensiones de Pdvsa.
Estos haberes están en manos de una junta administradora que hoy no rinde cuentas, ni paga los justos intereses a más de 29 mil jubilados de la industria petrolera y petroquímica nacional, quienes esperamos el resultado de las auditorias.
Los ataques del “burgués de orilla” rojo rojito a la Revolución Bolivariana y al Presidente Nicolás Maduro, sólo son patadas de ahogado y no pueden apagar los justos reclamos del colectivo de jubilados de Pdvsa, quienes exigimos se haga justicia por parte del Fiscal General de la República y de la Contraloría General de la República, ante el saqueo de que ha sido víctima nuestro Fondo de Pensiones... ¡Justicia ya!
¡Amanecerá y veremos!
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