Es hora de comenzar a diseñar la sociedad post-neoliberal

Antes que nada veamos ¿Qué es el neoliberalismo? Es un sistema de dominación neocolonial global que se pretendió instaurar, basado en la falsa premisa que los recursos minerales de la tierra no alcanzan para que la totalidad de la humanidad alcance el actual nivel de vida de los habitantes de los países desarrollados, y que por lo tanto, es vital impedir que los países del Tercer Mundo entren a competir por ellos, impidiendo a toda costa su desarrollo industrial y económico.

Se presenta así, al neoliberalismo, como la única garantía para los habitantes del Premier Mundo de mantener sus actuales estándares de vida.
Y se ideó para justificar la presencia de una burocracia política-militar en la dirección de los países dominantes, que garantice el mantener su nivel de vida en un mundo que se presiente conflictivo por dominar esos escasos recursos.

Gracias a este argumento, que penetró hasta los tuétanos en los niveles de dirección de las sociedades desarrolladas, vemos como en ellas las luchas de clases e ideológicas internas han sido suplantadas por un objetivo común: sobrevivir. Es lo que ellos mismos pregonan como el fin de la era de las ideologías. Es por ello que nadie debe engañarse, tomando como estratégicas las diferencias surgidas en el caso de Irak. Son sólo tácticas. Están de acuerdo en lo fundamental. Véase como en Italia o España, por ejemplo, las ideas de Berlusconi, Aznar, Zapatero y D´alema, son idénticas en el tema de la dominación.

Esta nueva realidad representa una traba mortal para nuestro desarrollo, ya que los dirigentes de muchas de nuestras organizaciones políticas (socialistas, demócrata-cristianos, etc.) siguen a pie juntilla las orientaciones de las principales corrientes políticas de los países dominantes, que si bien en el pasado eran ideológicas, ahora lo que buscan es garantizar la dominación.

Esto explica el grotesco espectáculo de ver a reconocidos dirigentes e intelectuales, defender ciegamente estas tesis de dominación y oponerse a cualquier plan en pos del desarrollo. Y por supuesto, sin llegar a entender el porqué de sus fracasos. Claro, nunca fueron capaces de analizar e interpretar nuestras realidades con criterio propio, sino a través del lente extranjero.
Este plan neoliberal pretende limitar la actividad económica de los países del Tercer Mundo a áreas que no consuman recursos minerales no renovables, tales como la agricultura y ganadería, la exportación de minerales, el turismo, los juegos de envite y azar, actividades marginales de desarrollo de software y la comercialización interna de los productos importados del Primer Mundo, en lo que algún economista criollo, defensor de ese sistema, bautizó como la nueva división internacional del trabajo. Y para impedir cualquier acción en el futuro de sus gobiernos que impulse el desarrollo, tratan de limitar sus acciones a las áreas sociales (educativas, sanitarias, legales, etc.)
Esta dominación se materializa en lo político y económico a través instituciones, creadas o modificadas, que sostengan esas relaciones económicas desiguales, (FMI, ONU, BM, OEA, etc.); y en lo militar mediante de la fuerza militar de Estados Unidos y algunos aliados, potenciada y exagerada por los medios de comunicación, presentándolas como invencibles.

Para darle carácter doctrinal justificativo de este sistema, crearon un sancocho ideológico mezclando, sin ton ni son, las ideas de Maquiavelo, Lutero, Marx, Smith, Darwin, etc., produciendo un adefesio teórico que termina mostrando a la fenomenología (conducta humana) por su esencia (motivaciones reales). Pero como este sistema conlleva necesariamente el condenar a la pobreza (absoluta y relativa) para siempre a los países dominados, la única manera que una minoría que pretenda acceder al poder en ellos se mantenga, sirviendo de comendadores del poder imperial, es mediante el fascismo, con su carga de represión terrorismo, persecución ideológica y racismo.
Para estos seres es preferible actuar cobardemente y ceder a los designios imperiales entregándoles sus países, condenándolos a la pobreza, que atreverse a impulsar políticas económicas de desarrollo y a competir para lograr un nivel económico que beneficie a todos.

El problema para estos sectores anti-nacionales es que la guerra de Irak dinamitó las bases de esta dominación. El poder militar de Estados Unidos no es lo invencible que se vendió para sostener el sistema; El orden jurídico internacional quedó hecho trizas, siendo sustituido por la ley de la selva; y el prestigio moral norteamericano quedo hecho añicos.

Llegó la hora pues, de comenzar construir las bases de una sociedad post-neoliberal, más justa y basada en principios humanísticos.


cdallmeier@usa.net


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Carlos E. Dallmeier G.


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