Muchos venezolanos, siempre hemos creído que los procesos colonizadores a los cuales hemos sido sometidos históricamente, han impedido dentro de esa "lógica" del dominado, encontrar salidas de redención contundentes para América Latina y particularmente para Venezuela.
Pero dentro de todo estos criterios de valoración, la crisis tan aguda que en la actualidad vivimos, se hace necesario más que nunca –sobre todo en Venezuela- la necesidad imperiosa y fundamental al uso de la palabra para el entendimiento, la discusión permanente, la tolerancia y la diversidad entre los que creemos que es necesario darle al país un nuevo rumbo distinto a los que hemos conocido hasta ahora, tal conversa podría darnos una salida para emprender un nuevo proyecto de país que se salga del entrampamiento tendido a los venezolanos por Guaido y Maduro, donde detrás de ellos, se encuentran los intereses de los grandes conglomerados que gobiernan al mundo, en ese nuevo paradigma globalizador expresado en el imperio del gran capital.
Esa salida o ese nuevo rumbo que hay que encontrar, debe estar basado en nuestra verdadera identidad histórica, cultural y afectiva, para poder precisar sus dificultades a partir de nuestras indudables insuficiencias y de nuestras verdaderas posibilidades de reencontrarnos con planteamientos como lo expresara nuestro Simón Rodríguez, con sus respectivas propuestas nacionalistas y patrióticas, libre de toda dependencia e injerencia extranjera, donde agreguemos la inmensa capacidad creadora que surge del poder innovador de nuestros pueblos, para continuar nutriendo su pensamiento en las auténticas raíces históricas, culturales y emocionales de nuestra gente, no olvidando que la imaginación social es un factor primordial y esencial de los cambios históricos.
Entiendo que para tales fines se requiere de un alto nivel de desarrollo de la conciencia, entendiendo que la conciencia es el producto superior de la materia creada, organizada y constituida de un modo especial en el producto superior del cerebro, como consecuencia de la reflexión, el análisis, la investigación y las ganas de salirse del modelo dominador en que se vive.
Los que pensamos de esta manera queremos romper con el continuo histórico de la dominación ejercida sobre nuestro continente, por quienes han pretendido y han dominado el planeta y que han cercenado la autodeterminación de las naciones, inventándonos una sociedad y un modo de vida que nada tiene que ver con nuestras propias realidades y que nos han hecho asumir como propio esos modelos dominantes impuestos por el eurocentrismo.
Un nuevo proyecto inédito, para los que queremos cambiar el mundo, el mismo implica la construcción de un nuevo pensamiento emancipador, donde el colectivo pueblo participe con sus reflexiones y aportes, indistintamente que lo hagan como grupos, tendencias o corrientes del pensamiento, pues lo esencial, es su presencia en las luchas sociales que hoy libran los indígenas, campesinos, estudiantes, obreros, gremios y organizaciones populares.
Es una plática que hay que construir desde la diversidad, para que sea la diversidad la protagonista del encuentro, para fundar un proceso de unificación del pueblo en lucha, sin que ello signifique negar, impedir o castrar su heterogeneidad.
Es abrir un espacio para la convivencialidad de las ideas que nos pueda conducir a construir en colectivo un proyecto civilizatorio, distinto a las viejas civilizaciones llámese capitalismo o socialismo real. Si hasta ahora no existe, es nuestro deber y obligación crearlo, no alrededor de procesos electorales controlados por las elites gansteriles de los partidos políticos, pues sería contribuir a la lógica de los que nos dominan y no estaríamos produciendo ninguna alternativa, sino por el contrario, reproduciendo y legitimando un sistema que nada ha aportado a la emancipación de los pueblos.
Esta cuestión, la que estamos proponiendo es sin fronteras, es para los que soñamos, para los que creemos en la utopía, el humanismo militante, la teología de la liberación, para los militares patriotas y rebeldes, para los desobedientes, para los anarquistas, para los que creemos en la insurgencia de las muchedumbres, para los que todavía tienen esperanza que otro mundo es posible, para la conjura y juntos con los sin techo y los excluidos, los laborantes sin riqueza y nuestros habitantes originarios, podamos unir los esfuerzos para el mañana y ver como la libertad deja de ser una simple estatua y se traduzca en la felicidad posible, de un continente que pide a gritos ser emancipado.
Estamos estimulando a la conversa concientizadora para la hospitalidad, donde nuestras disertaciones, teorías y propuestas se encuentren las palabras y los diálogos que alumbren los caminos a seguir.
Es encontrarnos en la utopía para materializar nuestros sueños libertarios, donde también se crucen y se fusionen nuestros cantos, himnos, poemas, historias, cuentos y los tambores y flautas de nuestros originarios retumben en el horizonte de la patria, anunciando el revolcón social y la tempestad de la nueva sociedad, que los vientos crucen y recorran ciudades y campos, gritando con entusiasmo, fe y alegría la buena nueva y que nuestras iglesias hagan sonar sus campanas junto con el evangelio liberador, la religiosidad clandestina surja para contribuir con el reencuentro de la patria, que los sables de nuestros cuarteles junto a las ideas de Bolívar, anuncien la continuación de la lucha por la independencia y por una patria emancipada, que la rebelión de los saberes surja con tanta fuerza, que pueda convertirse en volcanes sociales, que la brisa mañanera sirva para regar estas nuevas ideas que tomaran el verde ecológico y que terminen siendo siembras de amor, esperanzas y sueños por nuestra humanidad. Ese es el reto, que asumimos los que creemos en los Terceros Caminos y los que queremos seguir soñando para que la vida deje de ser una pesadilla para los que no tienen nada.