Las referencias culturales, y la propensión a las comparaciones, son elementos inherentes a nuestro quehacer del pensar y el hacer, de la dinámica social y la curiosidad, pretendiendo entender contextos y tiempos, mediante la transversalidad; en esa paradoja de la cortedad de nuestras vidas: y el largo discurrir histórico de la humanidad.
Decía mi abuelita analfabeta y costurera: "Uno entre más vive, más ve". Cuanta razón tenía aquella hermosa y sabia cacica, hija de Sabana de Uchire del Oriente venezolano, honesta y útil hasta sus últimos días. Esta matrona venezolana: María Perfecto, así se llamaba, no soportó el cautiverio de su nieto, en aquella época de violencia en la democracia representativa Punto fijista, y, llena de dolor y tristeza, murió de "repente"… (1)
Algunos ciudadanos en la lejana juventud, por allá, en la década del sesenta, en el marco de una atmósfera geo-política, multidimensional, plena de ideas, exigencias sociales y de radicales cambios: integramos organizaciones de izquierda, planteándonos el "asalto al cielo", metáfora cuya finalidad más terrenal era la toma del poder para la transformación de la República.
Sin lugar a dudas, fuimos participes de una época de violencia, cuyos análisis no deben dejarse a analistas miopes y ligeros en su visión de la política y la sociedad. Razones hubo para la insurgencia, hasta cuestiones básicas se pueden aducir como el "sentir", quizás la intuición o tal vez estados emocionales, sin obviar como hemos citado la compleja atmósfera geopolítica.
A tantos años de aquel período, este "tema" sigue siendo difícil de abordar, juzgar y calificar, dada la controversial situación de ideas en pugna, que no ha cesado, y hoy se acrecienta en nuestra nación llena de desigualdades, y en un planeta donde unos pocos "elegidos" cultivan la lujuria del capital, mientras una mayoría humana vive en la penuria.
No obstante, esa práctica social insurgente de unos cuantos imberbes contribuyó a forjar en la Nación un ambiente libertario, irreverente, integrado al sistema circulatorio que impregnó de buenos alicientes sociales a la sociedad venezolana. De aquella época aún hay unos cuantos sobrevivientes, que se forjaron, un criterio político, una conciencia de justicia, si se quiere entender así. Podría admitirse la abundante precariedad teórica, romanticismo, deslumbramiento idealista; pero nunca la ausencia de humanidad de aquella larga lista de venezolanos que sufrieron cárcel, tormentos, y particularmente los asesinados y desaparecidos por los Organismos policiales civiles y en los Teatro de operaciones( T.O.) en manos militares. A ello hay que agregar a los combatientes de las fuerzas armadas de liberación nacional (FALN), muertos en combate en las calles de nuestras ciudades o en las montañas guerrilleras.
Realmente este es un tema doloroso dado que esa herida está viva, es una herencia histórica ineludible, agravada además por la deuda social no satisfecha por los sectores políticos que han detentado el poder, desde entonces hasta nuestros días.
Hoy la realidad venezolana es como enigmática, se asemeja a aquel mito griego de la Esfinge, monstruo que custodiaba el sendero que conducía a Tebas, quién a los viandantes les hacía complejas adivinanzas siempre con consecuencias letales. Y lo que para algunos luce grave, es que en nuestra situación actual no hay Edipo que valga, ni ningún Mesías en el horizonte…
Los venezolanos una vez más, estamos ante una gran disyuntiva de "pueblo". Un vecino, con quien conversaba entre otras cosas los asuntos de los ancianos y abuelos en relación a la Pandemia del Corona virus, acudió al refranero popular y me dijo: "Éramos muchos y parió la abuela", el vecino se refería a la grave situación múltiple que desde algunos años estamos atravesando. Pues sí, este virus atrapó a nuestra sociedad en una severa debilidad económica, acompañada con una conflictividad política sin parangón, en manos de una burocracia en el poder: desacertada, sin horizonte; administrando un Estado vapuleado y disminuido por la corrupción, que dada su baja credibilidad no admite remiendos, a pesar del afán discursivo oficial y los ingentes esfuerzos de los publicistas gubernamentales.
Por otra parte, hay un activo sector político de oposición que integra matices tales como: la rancia socialdemocracia, y sus herederos, desacreditada y contaminada con deplorables experiencias de gobernanza, que pretenden la restauración del pasado; e igualmente segmentos de extrema derecha de tendencias fascistoides, de franca y abierta connivencia con lo más retrogrado y agresivo del poder político-económico estadounidense y con gobiernos regionales y europeos de escasa virtud política. Todo ello, en una especie de "todo o nada" para procurarse el poder.
Habíamos dicho, que en esta historia venezolana no disponemos de un Edipo descifrador de enigmas ni de un mesías salvador, en otras palabras, no contamos con salidas mitológicas ni teológicas.
En consecuencia esta historia venezolana que necesariamente se escribirá, tendrá que seguir parámetros menos improvisados, más afianzados en lo nacional, lo que hará que la tarea de rehacer la República sea más exigente. Ahora para colmo, según mi vecino: parió la abuela. Sin embargo de esta experiencia con la pandemia podemos obtener aprendizajes.
La necesidad de restablecer la salud mundial, dado que ha afectado entre otras cosas, a importantes factores e intereses capitalistas, ha puesto a científicos biológicos de distintas especialidades y de diversas naciones a investigar e intentar crear una vacuna contra el covid-19. Esta circunstancia nos obliga a recordar la existencia de las Ciencias Sociales, cuya alta responsabilidad, igualmente científica, la obliga a asumir tareas pendientes, entre otras, crear sus vacunas, teórico-orientadoras, que no son otras que propiciar y fortalecer la calidad de vida de las personas, como acciones estratégicas fundamentales para contener las patologías sociales y biológicas.
En Venezuela posiblemente la solución esté en nuestras manos, en los venezolanos que están aquí y fuera, hombres y mujeres, poseedores de saberes, muchos de los cuales, por respetables razones durante años han mantenido una "distancia social" de la politiquería; también en otros casos, excluidos por la ignorancia, la soberbia y el grupalismo-partidista de aquellos que han hecho de la nación su propio feudo. Pero esos venezolanos existen, y son necesarios en este menguado tiempo. También están por allí, con sus obras vigentes que nos siguen hablando, grandes compatriotas ya fallecidos. Es tiempo de acudir, sin retórica a la memoria histórica, sin pretensiones de "Cívicas bolivarianas" y patriotismos de ocasión, de efemérides y tarimas.
La cuestión es bien complicada, y barnizarla, pintarla, u ocultarla va a ser peor. Hay bastantes ejemplos de países desarticulados y canibalizados. Debemos entender y no sorprendernos, que, los miserables en la política y en la economía, sean duchos en la creación de sociedades sub-humanas. En este Siglo XXI, se están dando las condiciones para replicar las escenas iguales o peores, como las describió en el siglo XIX, Víctor Hugo. En la Pintura venezolana hay unos magníficos lienzos de Arturo Michelena y Cristóbal Rojas, que plasman dramáticamente la pobreza y la miseria de ese tiempo post-revolución francesa.
El liderazgo actual venezolano, sea cúpula gobernante, poder económico, y los diversos estamentos que integran el quehacer de la Nación, independientemente de los cuestionamientos y la posición que ocupen, tienen mucho que decir y hacer, hay mucha historia por construir, mucha historia por escribir. Estas circunstancias en la que estamos los venezolanos podrían ser irrepetibles en la historia republicana.
LA REVOLUCION ES CULTURAL
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"De repente", popular diagnóstico del fallecimiento de las personas en el pasado.