Soliloquio sobre el avatar monetario, el dólar y el dolor republicano

¡Ay Bolívar, Bolívar! Y tus perseguidores no solamente te llevaron a las puertas del sepulcro, sino que hoy, al igual que ayer, aún vivitos y coleando a través de viles e inteligentes estrategias se empeñan en llevarte a la nada, al vacio, junto a la memoria de aquel pueblo (Mantuanos, blancos de orilla, negros libertos y esclavos, peones e indios), que voluntarios o reclutados, entre 1810 y 1830, quedaron sembrados en los bosques, montañas y sabanas, ríos y mares; en las largas jornadas para liberarnos de la condición de súbditos del imperio español, y conferirnos el título de Ciudadanos y Republicanos. De allí el origen y carácter irreversible del anti--monarquismo y antiimperialismo de los venezolanos. (1)

Hoy día, a pesar de la influencia de los enormes monumentos en la tradición cultural, sospecho que los que te inventaron el Panteón, no fue exactamente para homenajearte, sino más bien, para tenerte en sitio fijo, inmóvil y vigilado.

Me he puesto a pensar en la reiterativa oferta discursiva de algunos líderes de: "bajar al Libertador de los pedestales de las plazas y ponerlo a caminar con el pueblo"… extraordinaria propuesta, de hacer de Bolívar un ciudadano, libre, paisano, amigo, hospedado en nuestras conciencias y con sus caminatas reafirmando el territorio venezolano, como existencia real, caminos nuestros, patria verdadera de todos nosotros, lo que comúnmente llamamos Nación.

Ahora me persiguen dudas, y me pregunto: que habría detrás de aquellos encendidos verbos: ¿emoción poética? ¿Conciencia reivindicadora histórica? O ¿falaz retórica? Cualquiera haya sido la intención, se percibe en el aire discursivo; el reconocimiento de un Bolívar disminuido, ausente; confinado en el bronce y las bibliotecas, inerte presencia en las plazas principales de nuestras ciudades y pueblos, visualizados más como referentes urbanos y sitio de efemérides, que símbolo esencial de la República, donde se deposita un ramo de flores de cuando en vez.

En el llamado "Quinquenio" del largo período guzmancísta, después de muchos avatares con el numerario nacional, se acuñó el Bolívar de plata. La efigie del Libertador pasa a ser icono fundamental como unidad nacional monetaria, guía de nuestra economía en el intercambio de bienes y servicios.

Desde el mundo antiguo, en numerosos lugares del planeta, la humanidad se ha venido expresando a través de numerosos signos: petroglifos, pictografías, y otros de alto valor cultural. Se cuenta que en las paredes de algunas cuevas del territorio europeo, aún quedan dibujos de imágenes de animales del entorno, realizados con el propósito de establecer ascendencia y dominio mágico sobre ellos, garantizando así su cacería.

Venezuela está poblada de señales pétreas, como la "Diosa de la lluvia", en Guacara, Estado Carabobo, improntas mágico-religiosas de inmenso contenido socio cultural en la vida de nuestras antiguas comunidades. Allí están para el aprecio y respeto o para el desdén y el olvido.

La moneda venezolana, es una voz, es un mensaje, es la expresión sensible de una realidad donde están involucradas de manera categórica: El discurrir económico, la vida social, el andar de la política y la carga histórica. A finales de la década del ochenta, el Banco Central de Venezuela, puso en circulación unos "billeticos", que popularmente fueron bautizados como "tinoquitos", también fueron llamados "Billetes de Monopolio", en alusión a un conocido juego de mesa. Aquel billete atendía a una catastrófica realidad, mostraba las vísceras de un gobierno política y económicamente enfermo terminal. Tal situación de la moneda, más allá de una "devaluación" pensando en términos formales de la "economía", era portador de un claro mensaje: la degradación de la figura de Bolívar.

En este proceso político de dos décadas, igualmente estamos en graves avatares económico-monetarios, y en una encrucijada política definitoria del futuro de Venezuela. Como ya lo hemos dicho en otros textos, quién anda "orondo", por "estas calles", es el "billete verde" representante del hegemón imperial, y lo más grave, es que anda insolente, atropellador, aceptado masivamente cual becerro de oro "Echando una vaina", en un país donde hay una extraña filosofía político-económica: "como vaya viniendo vamos viendo", "dejar hacer, dejar pasar", "ensayo y error"; además todo esto acompañado de reiteradas invocaciones a la divina providencia.

Durante este proceso político el sistema monetario venezolano ha sido vapuleado hasta la fatiga, tanto es así, que los responsables de la gobernanza, de facto les han dado el visto bueno para que las figuras de: Washington, Lincoln, Jackson, presentes en los "verdes", acorralen a nuestro signo monetario. Por otra parte, los rumores y teorías, han sido alucinantes: Contenedores llenos de billetes venezolanos que salen a países vecinos y lejanos, para fines inconfesables. Nuestros hermanos colombianos, ¿inducidos? no satisfechos con haber echado al libertador de Santa Fe de Bogotá en 1830; cual inquisidores, en este Siglo XXI, hicieron piras en las calles de Cúcuta (2) con nuestro cono bolivariano, es decir, con la imagen del fundador de la Gran Colombia y pensador tenaz sobre la liberación suramericana.

Sin embargo las teorías monetarias no se quedaban atascadas en las preocupaciones académicas, sino que surgieron unas tesis verdaderamente preocupantes, que lo hacía a uno sentirse, impotente e indefenso, como sumergido en un suplemento de comiquitas, por ejemplo: con aquello que había un coronel retirado de las fuerzas armadas, residenciado en USA, que al parecer había heredado súper-poderes seguramente del famoso héroe norteamericano, (por cierto venido de un lejano planeta), y había creado un mecanismo de tal influencia, que nos puso a depender del dólar a capricho, conveniencia, humor o de acuerdo con el pié con el cual se había levantado(¿¿¿???). Lo lamentable de todo esto es que las explicaciones a estos complicados asuntos, quedaban en manos de publicistas gubernamentales, más parlanchines que informados.

Ahora, además de las connotaciones inherentes a soberanías, se une un incomodo asunto práctico: todos sabemos que los bancos controlan la calidad del dinero, sacando del circulante los billetes en mal estado, pero eso no ocurre con los "verdes", pues esto ahora está sometido al criterio de cualquier receptor, y a más de un comprador de bienes no se los han aceptado, por pertenecer a ediciones viejas, donde la cara de Jackson es muy pequeña, O por desgaste, rayas, y cualquier otro argumento.

Nos preguntamos, la cuestión monetaria se sincerará y el Estado venezolano recibirá de la Reserva Federal Norteamericana O de algún aliado, billetes verdes en buen estado para aceitar la circulación monetaria, ¡Claro! pensando también que esto estaría acompañado de una regularización de la economía en cuanto a Precios-salarios y que los ciudadanos podamos cumplir con nuestras obligaciones con los servicios públicos, agua, telefonía, impuestos, etc., cortando la cadena o "aplanando" el extendido "virus" de la anarquía, que permite que el Estado sin querer queriendo justifique su inoperancia, expresada a través de "parches", mediante bonos, cajas de alimentación, que no pueden ser políticas permanentes de la economía de una Nación.

El caso es, que en esta extremada desigualdad social creada en Venezuela, donde un pensionado recibe dos dólares mensuales (Bs. 400.000), con el que puede adquirir cuatro (4) disminuidos y deficientemente elaborados panes campesinos. En una cauchera, solamente por colocar un parche en una tripa, cuesta dos (2) dólares, colocado en 10 minutos; esto es igual al salario de un trabajador o pensionado de un mes. Esta anarquía económica venezolana, va a terminar siendo peor que el Corona virus, y todas sus derivaciones.

LA REVOLUCION ES CULTURAL

(1).-Esta básica observación, se hace para aquellos, que lamentablemente creen que el "Antiimperialismo venezolano" es un asunto de expresión de "moda", simple "eslogan" O extremismo extemporáneo. ¡¡Cuidado con el Antiimperialismo comodín, tan utilizado por los demagogos!!

(2) Fue en el Congreso Constituyente de Cúcuta, precisamente, donde en julio de 1821 se aprobó la Ley fundamental de la Unión de los Pueblos de Colombia. En ese Congreso el Libertador Simón Bolívar fue elegido Presidente de Colombia.


 



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Rafael Castro

Especializado en Gestión Cultural. Colaborador y Fundador de Instituciones de la Cultura, en el Sector Público y Privado.

 racasce@gmail.com      @racas42

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