Los modelos conocidos hasta ahora, llámese socialismo o capitalismo, a medida que pasa el tiempo sólo han demostrado que se encuentran agotados como alternativas para los pueblos, porque sencillamente no han podido o querido darle solución, a los graves problemas socio-económicos que hunden en la miseria y la muerte a millones de seres humanos en el planeta, en especial a nuestro continente latinoamericano.
Tales modelos han separado a las personas de su condición humana, para ellos, el ser humano no es un sujeto histórico, sino un objeto que ha perdido su fuerza creadora, donde su poder ontocreadora ha quedado castrado producto de los procesos colonizadores, desde que el anglo/americanismo ha hecho de nuestros territorios su patio trasero y cuyo único objetivo ha sido posesionarse y adueñarse de nuestras riquezas en su afán de acumular más capital del que poseen.
Los niveles de subestimación en que nos tiene el paradigma globalizador, llegaron a tal extremo que para ellos somos objetos inanimados, incapacitados para razonar, fáciles para dominar, pues simplemente existimos como cosas. Se intenta invisibilizar que el ser humano es un sujeto histórico, arquitecto de la historia y un agente de innovación en la historia. Por eso, filosóficamente, la tesis del sujeto histórico solo es viable y está dado en la necesidad del cambio y la transformación social para erradicar la injusticia y el modelo de dominación llámese socialismo o capitalismo.
En el tejido del desarrollo de la sociedad globalizada, el sujeto histórico se ve obligado con responsabilidad auténtica a movilizarse, activarse social y políticamente, de acuerdo a sus posiciones ideológicas, políticas, filosóficas y culturales que inevitablemente chocan con los modelos de dominación imperantes, pues los mismos intentan a toda costa imponer el pensamiento único y tratan de imposibilitar el nacimiento del nuevo hombre en esa nueva civilización, divorciada totalmente de la influencia colonizadora del anglo/americanismo.
EN LA EXISTENCIA HUMANA
Rechazar la concepción miserable de que somos cosas y no sujetos históricos, es comenzar a pensar, razonar, es entrar en la rebelión de los saberes y entrar en la rebelión de los saberes es comenzar a entender que el ser humano, es ese torbellino que termina siempre echando a los dictadores, opresores, déspotas, asesinos y a todo gobierno que trata de permanecer en el poder a consta de sus fuerzas armadas y en especial de sus altas jerarquías que al igual que la dirigencia política, se encuentra igualmente corrompida.
Al retomar nuestra propia visión del mundo, en la necesidad del hacer, de construir y de ver hacia donde orientar esa búsqueda de un proyecto de civilización con identidad propia que desaparezca la relación de poder, de esa relación dominante/dominado para poder tener naciones independientes, soberanas y totalmente descolonizadas, pues independencia sin descolonización no es independencia.
En última instancia lo que se persigue es la libertad, entendida esta como un derecho sagrado y perpetuo que todos los seres humanos tenemos. La libertad es la potestad de hacer según su voluntad, respetando el derecho ajeno en cuyo contenido esta la justicia, el bien colectivo, la perfectibilidad de la sociedad, el respeto a la dignidad del ser humano, para poder vivir como personas en absoluta igualdad de condiciones. Es la lucha por hacer lo correcto en esa constante acción creadora.
Todo esto es una extraordinaria y rica suma de valores humanos que entran en profunda contradicción con el poder que conocemos y que impulsan nuestros gobiernos como buenos cómplices y aliados de los dueños del capital imperial del llamado nuevo orden mundial dentro del paradigma globalizador.
En esa rebelión de saberes, es donde encontramos nuestra propia fuerza y esta hace posible nuestra pertenencia de patria y donde no aceptamos ningún tipo de dominación imperial ni gobierno que se preste para tales fines.
Aquí se encuentra la discusión necesaria para pensar y pensar, es observar, analizar, desentrañar, examinar e incluso especular sobre la razón de nuestra existencia con el fin de entender la realidad. Es filosofar para conocer y poder entrar en la rebelión de los saberes y poder organizar con claridad la revuelta, entendiendo definitivamente que sólo el pueblo salva al pueblo.