Hace unos días pasó el "camión de volteo" que recoge los desechos sólidos (basura) en la urbanización donde habito. Unos trabajadores van recogiendo en las puertas de las casas los desechos y se los lanzan a otros que están en el "volteo" dentro de la basura acomodando aquello como puedan, puesto que muchos vecinos ante lo costoso de las bolsas reclaman su devolución.
Viendo este espectáculo, absolutamente normalizado en nuestra cotidianidad y en muchas conciencias, recordé un ensayo publicado por el escritor británico Oscar Wilde, en 1891. "El Alma del hombre bajo el Socialismo", en aquel texto , el autor observando a unos obreros que en otoño: barrían…y barrían… y recogían…y recogían, hojas en una plaza en Londres; imaginó a una sociedad futura donde el hombre dispusiera de equipos tecnológicos para hacer el trabajo menos pesado, lento y rutinario, pudiendo utilizar parte del tiempo, para desarrollar su personalidad y propia condición humana.
Han pasado 130 años desde aquel entonces, y durante todo el siglo XX, el desarrollo científico-´técnico, ha sido, como nos consta, extraordinario; por ejemplo: se han diseñado y construido vehículos de cualquier tamaño y uso, entre otros los "recolectores de desechos sólidos", cuya implementación en nuestros tiempos podría hacer realidad aquel sueño de Oscar Wilde de finales del Siglo XIX.
En estos años del Siglo XXI venezolano, se ha caracterizado por la incorporación en el lenguaje político gubernamental la idea del Socialismo como propósito esencial para el "mejor vivir" y el "vivir bien". Igualmente la nación ha sido sacudida por inéditas migraciones masivas de venezolanos al exterior por diversas razones, entre ellas las económicas; lo que ha llevado que altos cargos del poder hayan cuestionado hasta llegar a la impertinencia a los ciudadanos que han optado por irse a "lavar pocetas" y "zambullirse en la basura" de otros países; de lo cual puede inferirse del discurso oficial, cierta falta de "patriotismo" de estos migrantes al preferir las "miasmas extranjeras" que los "efluvios nacionales".
Ahora bien, estos trabajadores de los "desechos sólidos", tan mestizos y venezolanos como todos nosotros, hijos de esta tierra, con ancestros que se remontan a aquel proyecto de "Libertad y Patria", que en veinte años de dificultades (Bolívar sabía de dificultades) muchos de ellos dejaron las vísceras en caminos, montañas, sabanas, mar y ríos, dándole una forma concreta a una República Independiente y Soberana, gracias a ellos y por ello, hoy hablamos de Patria y venezolanidad.
Igualmente son descendientes de ciudadanos que por haber servido a la Patria e incluso a la Patria mayor, más allá de nuestras fronteras; recibieron lo que se denominó "haberes militares", entre ellas: tierras para la labranza y la cría, beneficio establecido por Decreto del Libertador en Angostura, en octubre de 1817. Sin embargo muchos "haberes militares", comenzando la IV década del siglo XIX, dado el empuje y exigencias de la economía liberal, pasaron a manos de habilidosos generales y magistrados, procedentes unos cuantos del procerato independentista, quiénes para ello se valieron de artilugios jurídicos tales como la "Ley de Libertad de contratos" y la reforma de "Espera y Quita"; con lo cual los poderosos hicieron con los deudores "caída y mesa limpia".
Esos mismos hombres expropiados "legalmente", por los artificios de los leguleyos, terminaban siendo peones en las inmensas haciendas de generalotes y magistrados o malviviendo de precarios conucos. Después de la muerte de Bolívar, muchos de esos hombres de charretera, de posesiones y posiciones, no aguantaban la piquiña de la guerra, y con cualquier argumento acompañados de sus plumarios duchos asesores en el discurso y la oferta engañosa; hacían de sus peones, soldados, y reclutaban además a los pobres en sus conucos, leían un manifiesto y se lanzaban a construir su personal gesta….
Pero los poetas, los poetas…son capaces de retratar en corta pero precisas imágenes una calamidad histórica como la vivida en aquellos tiempos: autoritarismo, violación de derechos ciudadanos, muerte, devastación, disminución de la República; tal vez esa extendida cultura la recoge Andrés Eloy Blanco, en el "Palabreo de la Recluta":
"si vino el reclutamiento/se fue Juan y quedó Juana/si queda llanto en sabana por todo acompañamiento/…
¿Qué va a haber potro en potrero/ni pareja en el velorio/ni garza en el dormitorio/ni vaca en el lamedero?
¿Cómo va a haber becerrero/trenzando leche y canción/si van casa y galerón /camino de San Fernando/como no va a estar llorando/si pasó la comisión?
Aquellos venezolanos cuasi siervos de la gleba, históricamente despojados, y con capacidad física productiva, ahora los "zambullían en el basurero de las guerras" de los caudillos, para su desgracia, la de su familia y la Nación.
La historia del hombre, continúa su curso en el marco de sus particularidades. En el Siglo XX, se impuso una nueva economía, la población se desplazó a otros espacios, se hizo urbana, hubo sensibles cambios. Los caudillos se habían bajado de sus bien enjaezados corceles, atrás quedaba la bella silla de cuero y ahora, sus flácidas nalgas se posaban plácidamente en mullidos asientos de unas máquinas de varios HP, pero de cuatro ruedas.
Ahora el acceso al poder estaba en la masa partidista y hacia allá enfilaron sus habilidades y talentos, la recluta se hacía de otra manera. Nuevas vestimentas y discursos, y por supuesto manteniendo las viejas ideas, eso sí, remozadas y adecuadas a los nuevos tiempos mutando como los virus.
Mientras tantos estos jóvenes servidores públicos, también legatarios de toda la historia venezolana, en esta tercera década del siglo XXI aún continúan zambullidos en la basura del camión de volteo. Y pensar que propósitos y discursos ha habido, planes y proyectos para refundar la República, estructura juridica-constitucional, entusiasmos populares, profesionales e intelectuales Y recursos económicos; deplorablemente la EXCUSA ha sido el teclado que ha dominado el escenario, para intentar justificar este traspié histórico.
LA REVOLUCIÓN ES CULTURAL