Pasaba en estos días, junto a mi esposa y mi hija de 14 meses, a eso de las 8 de la noche; por la Plaza Altamira; le comentaba la desolación de la plaza, de que a esa plaza la llamarán “Plaza Asesina”, sin darme cuenta me escuchó una pareja de ancianos común y silvestres; más vale que no; comenzaron a gritarme, insultarme y maldecir al presidente Chávez. No les hice caso; recordando lo que le habían hecho al diputado Wuillliam Tarek; preferí montarme en el transporte y olvidarme del asunto porque si no, hasta mi hijita hubiese llevado linchamiento.
Es lamentable el nivel de disociación Psicótica en esa gente; no existe en ellos el debate en el terreno de las ideas, ahora la violencia verbal y fisica es el arma que solo les queda; una pasión que solo demuestra una honda frustración; y tienen que estar así porque sus líderes los han dejado solos; se han ido; han huido de la justicia terrenal; mas no divina, tarde o temprano los alcanzará.
Cicatrices dejadas por la puñalada política de la manipulación mediática, el miedo oculto de saber que sí es verdad que allí; en esa Plaza se han cometido los más terribles desmanes; Anarquía, odio, mentiras, muertes, asesinatos, violación a los derechos más comunes como es la paz ciudadana. Allí se vio el caos, el desorden, el abuso, las drogas, violaciones, prostitución, idolatría, desvaríos y tanto más. Gracias a Dios que la oposición “liberó” esa Plaza; como hubiese sido la ciudad.
Lo cierto es que la oposición no puede seguir buscando muertes para alentar marchas; vender banderas, sonar pitos, ganar centimetraje mediático y hacerle cosquillas al gobierno. Han sido olvidados; por lo más que traten de usar el terrorismo explosivo ya han sido develados; huyeron, se fueron como los otros; allá a unirse tal vez al movimiento anticastrista en Miami; a aprender como resistir por 40 años más a Castro y también a Chávez desde Miami.
Necesitamos de verdad una Oposición Bonita; donde sus armas sean las ideas, los proyectos alternativos, las propuestas y las críticas sabias, apasionadas sí, pero con el candor de un amor por el país. Una oposición culta, sensible, que reconozca las cosas buenas y cuestione con alternativas posibles los programas del Estado; no solo de la Revolución Bonita si no de sus propios camaradas.
Una Oposición Bonita que construya, no que destruya; que pueda con la frente en alto y con dignidad mirando a los ojos del oponente, sus desacuerdos. Un liderazgo que compita, que analice con seriedad; que si es posible baje sus banderas opositoras a la hora de defender del Imperialismo explotador, unida al pueblo; llámese Chavista; llámese revolucionario, unidos como uno solo en defensa del futuro de toda una generación; de aquellos cientos de miles que aún no han despertado a las pasiones políticas y no saben aún qué va más allá del voto en la urna en un domingo cualquiera.
Una oposición bonita que no use los símbolos del fascismo; que sabe decirle al que gobierna; con holgura; si no lo hace bien al lado del Pueblo: “¡Carajo, yo soy también Pueblo y demandaré a ti respeto!” Porque ellos tienen derecho a luchar por lo eficaz, por lo bueno.
Una oposición que no defiende los intereses extranjeros sin importarle los derechos del pueblo; si no que vigila. Observa, estudia, demanda, protesta contra lo malo, lo desviado, lo oculto en aquellos que se ponen una boina sea roja, azul o amarilla para aparentar proceso. Esa es la oposición que necesitamos; Que corrija, que oriente, que sea la balanza necesaria para el progreso. Que estimule al que dirige, al que administra, al que gobierna, al progreso, al elevado nivel de capacidad de respuesta.
Y es que todos; tanto revolucionarios bonitos y opositores bonitos los que construimos un proceso; unos para los cambios, otros para los cuestionamientos y las alternativas.