En Caracas, hace más de 50 años, comenzó a crecer un Samán, por allá por los lados de Catia; y aunque de semilla humilde, su blanca y delicada madera con el tiempo se forjó de manera tal que la hizo impenetrable a los comejenes, o al adular de los ebanistas más famosos que pretendieron hacer de él un mueble decorativo para algún exquisito salón, se equivocaron, este Samán, ampliaba con el tiempo sus ramas, albergando en su buena sombra a todo aquel que se detenía a escuchar el susurrar de sus hojas y alegrar la mirada con las hermosas flores amarilla-rosadas que de él emanaban.
Con su rectitud, somos testigos que es posible praxis y teoría, es un ejemplo vivo que cualquiera puede hacer la tarea, por muy pequeña que esta sea, lo vimos limpiando pipotes de basura, aun siendo Ministro de Chávez, porque este Samán al trabajo no le tiene miedo, y no son cuentos de camino, pueden preguntar por los lados de Parque Central por ello. Del legado dejado por nuestro gigante, ha demostrado que lo puede llevar sin pesar, tampoco se ha prestado a doblar la cerviz servilmente ante los intereses que le son ajenos al pueblo de a pie deseoso de continuar por la senda de un golpe de timón, que a otros les ha costado mantener. Muchos son los que quisieran que ese Samán estuviera de mueble adornando algún espacio inocuo y vacío, pero no han podido.
No se entiende porque no se siembran más Samanes en Caracas, o por toda Venezuela, que con esa estirpe estaríamos a buen resguardo, no hay que olvidar el sabio dicho popular que dice que "al que buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija", inteligentes son en nuestros llanos que para el descanso placentero se arriman al buen Samán. No se entiende porque el CNE obstaculiza el descanso merecido de los caraqueños.
Pero esta no es la primera vez, ¡ya es la 3era!!!, cónchale vale, ¿será que hay muchos alérgicos a este buen árbol en Caracas?, yo pienso que les da piquiña que los comejenes no pueden con él, no en vano, al buen árbol le tiran piedras, el primero en hacerlo fue Aristóbulo por allá en el 2010, luego en el 2017, se le olvidó al CNE insertar en los tarjetones la fotografía de Samán, y ahora en 2021, simplemente y a lo descarado objetan su candidatura sin explicación a una hora de cerrar la segunda prórroga para las postulaciones1. Subestiman nuestra inteligencia.
Pero, ¿por qué no objetan, y solo por nombrar algunas, a un Manuel Rosales o un Henry Falcón, cuyas gestiones al frente de las gobernaciones del Zulia y de Lara respectivamente, han estado inmersas en picardías y malversaciones mil millonarias? Definitivamente nos vieron la cara de pánfilos, no solo a los caraqueños sino a todo el país.
A veces se siente como si toda esperanza estuviera perdida, y no lo digo por el timón sin brújula que lanzan tras la insípida y malrecordada gestión de Erika, a la que sacan por la escalera de emergencia para que no termine de hundir el barco, lo digo para recordar que hay batallas que se pierden, lo cual no significa perder la guerra, y que muy probablemente tengamos más batallas por delante, y tendremos como Sur la dureza del buen Samán al que también se le conoce como Urero, Carabalí, Cenicero o Lara2.