Reapareció otro de los más tristes personajes de la extrema derecha venezolana. Varios andan disfrutando de la buena vida en su "exilio" dorado por Europa, buchones, con los bolsillos llenos del saqueo indiscriminado de la supuesta "ayuda humanitaria".
Antonio Ledezma es uno de los más destacados represores del gobierno de Carlos Andrés Pérez. En sus últimos años de vida política ha dejado de lado sus vestiduras de demócrata y se ha transfigurado en uno de los mayores promotores del golpismo y del bloqueo en contra del país. Nada dice la prensa de sus jugosos negocios inmobiliarios "familiares". No lo tocan ni con el pétalo de una rosa. Pero Ledezma sigue siendo un hampón, fugitivo de la justicia venezolana, que actúa impunemente bajo el amparo de la logia conservadora europea.
Como "líder" político de la extrema derecha neoconservadora, Ledezma se encuentra en medio del más absoluto ocaso. Absolutamente nadie le para entre sus antiguas huestes, ni siquiera en su propia franquicia política, Alianza Bravo Pueblo. Ante el ostracismo, Ledezma tiene que inventarse sus propios espacios y foros para poder mantener la figuración política (autoinvitándose) en redes sociales y así seguir justificando ante sus financistas europeos la teta que lo mantiene a flote. En estos medios solo repite sus vetustos y desubicados discursos. Pataletas totalmente alejadas de la realidad, sin nada de público en las tribunas, pues nadie cree en estos mercaderes de la política.
La última comiquita de Ledezma es una supuesta "Carta de Granada" que pasó sin pena ni gloria por debajo de la mesa en el mundo político. Sin embargo, tiene las pretensiones de "crear una instancia de coordinación unificada" entre los grupos neofascistas de extrema derecha que deambulan libremente por Europa. En su narrativa, sin que nadie haya votado por él, Ledezma pretende erigirse como el magnánimo protector de la diáspora venezolana.
Ledezma parece representar a un bufete de abogados (un gestor más). Plantea maquiavélicamente que los miembros de la diáspora "requieren de nuestra orientación… para remediar asuntos personales". En el discurso de este triste personaje se deja colar un ambiente de pánico entre la fauna opositora, pues si mejoran las condiciones políticas y económicas del país, si la gente empieza a volver y se normalizan las relaciones diplomáticas, se quedarían estos apátridas sin justificación y excusas para seguir expoliando las arcas de sus benefactores. Esta cofradía de rastreros personajes, insensibles e inhumanos, quiere ver a nuestro país postrado y hundido por toda la eternidad.
Recordemos que Ledezma es uno de los máximos promotores del bloqueo y el aislamiento del país. Su existencia política depende de que estas condiciones se mantengan en el tiempo. Por eso exclama con rabia y desesperación "Que no compren la falsa narrativa de la dictadura de Maduro, quien pretende hacer ver, que la tragedia de Venezuela se está normalizando. Si los Gobiernos de Europa compran esa mentira se corre el riesgo de que se interrumpan los trámites del derecho a protección internacional". Claramente se observa que Ledezma no quiere una solución política, democrática y electoral para el país. No desea de ninguna manera el mejoramiento en las condiciones de vida de los venezolanos. Esta camada de desvergonzados vampiros políticos viven de las dificultades de los venezolanos y harán todo lo posible por perpetuarlo en el tiempo.
Para ratificar esta vergonzosa conducta (y actuando como supracanciller y vocero del gobierno imaginario del espurio Guaidó), el vampiro Ledezma también le chocó el carro al presidente de Argentina, acusándolo de "abogado del diablo blanqueando los crímenes" de sus archienemigos políticos. Acusa Ledezma con amargura, que un cambio en las relaciones diplomáticas no puede estar supeditada a las "gríngolas de las cofradías interpartidistas". Más inmoralidad y doble rasero imposible. Se han caído las caretas de los que viven a costillas del sufrimiento del pueblo.