Doble moral

Todos los organismos humanitarios internacionales han reportado con estupor las recientes masacres que ha realizado el sanguinario ejército israelí en esta nueva escalada de violencia y terror. Sin miramiento alguno, los objetivos directos, no un daño colateral, han sido la población civil de Gaza, incluidas mujeres, niños, personal de salud y trabajadores de las propias agencias humanitarias. Nadie se ha salvado de la certera puntería de las "bombas inteligentes" fabricadas por Israel, Estados Unidos y sus inmorales socios.

Las casas y los edificios de la población civil, las escuelas, los hospitales y toda la infraestructura de servicios se han convertido en objetivo militar para los despiadados halcones israelíes. Bajo sus órdenes implacables, absolutamente toda la población de Gaza está sin servicio de agua potable, sin electricidad, alimentos, medicinas y combustible para las ambulancias y plantas de emergencia. Estas acciones que constituyen crímenes de guerra, son una violación flagrante de los más elementales derechos humanos de este aguerrido pueblo. Ante la Corte Penal Internacional deben presentarse las atrocidades cometidas por estos nefastos personajes.

Los reportes sobre el terreno hablan de una nueva catástrofe. Más de 4.000 muertos y 13.000 heridos a causa de los bombardeos indiscriminados. Se han destruido miles de casas, con escuelas y hospitales también afectados por los ataques. El desalojo forzoso de miles de habitantes de sus hogares, hace presagiar la implementación de un nuevo programa de limpieza étnica por parte de Israel, con el fin de ampliar aún más los territorios palestinos ilegalmente ocupados. Para su jauría interna esto representaría un nuevo botín de guerra. Por eso la insistencia en que la población palestina abandone la zona norte de Gaza.

Masacres, genocidio y violación de derechos humanos es una constante en el historial delictivo del Estado de Israel en contra del pueblo palestino. Durante 75 años ininterrumpidos Israel ha ejecutado una política de exterminio sistemático que ha pulverizado todos los derechos fundamentales establecidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Tanto el derecho a la vida, a la propiedad, al libre tránsito, a la libertad personal (a ser juzgados en tribunales civiles), han sido vulnerados de manera constante por las autoridades israelíes, que por décadas han aplicado una política de agresión, persecución y desplazamiento de miles de familias, que persigue el éxodo forzado masivo mediante el abandono de los hogares y ciudades de origen de millones de personas.

Todo está grabado en la memoria. La Nakba representa el recuerdo permanente de miles de agresiones israelíes que han quedado en la total impunidad. Desde las masacres de Deir Yassin, Lod y Al Dawayima en 1948; las masacres de los campos de refugiados de Sabra y Chatila en 1982 (en el Líbano); las masacres de la "Operación Plomo Fundido" en 2008-2009 (incluyendo el bombardeo de instalaciones y escuelas de la ONU); hasta la "Operación Pilar Defensivo" en 2012. La matanza de civiles es algo cotidiano y consentido en la enajenada estructura militar israelí.

En la acera del frente, el pueblo palestino ha resistido durante décadas de manera heroica y firme todas las agresiones. La ignominia a toda su tragedia la representan los países e instituciones que se niegan a reconocer, condenar y denunciar el genocidio que a diario ejecuta el gobierno israelí en contra de la población civil palestina. Este silencio y tolerancia se traduce en una doble moral, que otorga a los mandos israelíes impunidad para seguir cometiendo sus atroces crímenes de guerra.

Los hilos de la impunidad se mueven desde las entrañas del imperio norteamericano. Desde Washington los lobistas de las grandes corporaciones armamentísticas, financieras y mediáticas aúpan los aires de guerra permanente. Cuentan con una colosal fuente de recursos para financiar al Estado genocida israelí, suministrando las armas más modernas e inteligentes que existen en el mundo para aniquilar familias enteras sin ningún margen de error. Tanto Demócratas como Republicanos vetan absolutamente todas las resoluciones de la ONU que condenan las masacres cometidas por Israel. La doble moral ha generado más impunidad.

Es previsible entonces que Israel continuará imperturbable ejecutando sus actos de barbarie y exterminio en contra de la población civil palestina que habita en Gaza. No se inmutan ante la condena internacional y su sistema de justicia está reñida con las más elementales normas internaciones. Su desprecio por la vida y los derechos fundamentales los tienen anclados en el oscurantismo medieval.

La doble moral aplicada para sostener los crímenes israelíes es fácil de medir. Cualquier país o gobierno del planeta tierra que ejecutara un asesinato masivo de civiles (genocidio) o realizara un desplazamiento forzado de pueblos enteros o mantuviera secuestrados en sus cárceles, sin juicio, a miles de ciudadanos, sería sometido de inmediato por las potencias occidentales a sanciones (bloqueos económicos y financieros), bombardeos e invasión militar. Ordenarían "ataques preventivos" (como inventó el deschavetado expresidente George W. Bush). En el caso de las autoridades israelíes, las potencias occidentales aplican el método del pañuelo en la nariz, miran para otro lado, toleran y enmudecen cuando su maléfico aliado implementa su implacable plan para exterminar al pueblo palestino.

El panorama se observa bien difícil. No será la actual generación, la del monstruo Netanyahu, la que logre alcanzar el camino de la paz. Las futuras generaciones israelíes sentirán horror y repudiarán a estos nefastos personajes que han llenado de sangre y dolor la historia de esta región. No merecen vivir bajo el asedio y la lógica militarista impuesta por fanáticos ultraconservadores que solo exudan odio e intolerancia y sueñan con la aniquilación total del enemigo (tanto externo como interno). Por eso Isaac Rabin (impulsor de los Acuerdos de Oslo) pagó con su vida la búsqueda de la paz. Cualquier rechazo doméstico a los ataques en contra de la población civil palestina es considerado disidencia (los llaman "traidores") y sus organizaciones y representantes son constantemente asediados y censurados por los medios. Esta es una herida abierta que llevan en el corazón.

Solo queremos paz para palestina.



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Richard Canán

Sociólogo.

 @richardcanan

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