EEUU y el tecnofeudalismo: El imperio que financia sus propios señores feudales

Si el tecnofeudalismo tiene una capital, está en Silicon Valley. Pero no llegó ahí por accidente. Fue un proyecto cuidadosamente cultivado por Washington, donde el sueño de la innovación sin límites chocó con la realidad de un poder corporativo más fuerte que muchos Estados.

La complicidad regulatoria: "Demasiado grandes para caer". En 1998, el Departamento de Justicia demandó a Microsoft por monopolio. En 2024, Apple evade multas billonarias gracias a lobbies que gastaron $94 millones en presión política solo en 2023 (OpenSecrets). La paradoja es obscena:

Leyes hechas a medida: La Section 230 de EE.UU. (1996) protegió a las plataformas de responsabilidad por contenido, pero no impidió que censuren a discreción.

Subsidios disfrazados: Amazon recibió $4.1 mil millones en incentivos fiscales para "crear empleos", mientras automatizaba almacenes y combatía sindicatos.

Washington no regula a las Big Tech porque las ve como brazo geopolítico, explica Bruce Schneier, experto en ciberseguridad.

La diplomacia del dataismo, es un hecho, el caso TikTok es revelador:

Se prohíbe la app china por "riesgo de datos", pero a Meta se le permite espiar a 2.900 millones de usuarios.

El Cloud Act (2018) permite a EE.UU. acceder a datos almacenados en cualquier servidor de empresas americanas... aunque estén en otro país.

Es feudalismo con bandera: los datos de brasileños, alemanes o indonesios son "propiedad" de corporaciones estadounidenses, que a su vez deben responder al gobierno de EE.UU.

El ejército de los señores tecnológicos, Contratos militares: Google y Microsoft compiten por el contrato del Joint Enterprise Defense Infrastructure (JEDI), un sistema de IA militar valorado en $10 mil millones.

Guerras híbridas: AWS provee infraestructura a agencias de inteligencia, mientras su CEO (Andy Jassy) asesora al Consejo de Seguridad Nacional.

"No es capitalismo: es un pacto entre élites donde Silicon Valley hace las armas y Washington pone los cañones"*— comenta Naomi Klein en "The Shock Doctrine".

El colonialismo que no dice su nombre es una realidad, mientras EE.UU. critica el autoritarismo digital chino, olvidando que su modelo es igualmente depredador: extrae datos globales, paga pocos impuestos locales y responde solo a sus accionistas. La diferencia es que, en lugar de tanques, usa términos de servicio incomprensibles.

Mientras, en Bruselas o Delhi intentan regular a las Big Tech, el Departamento de Comercio de EE.UU. las defiende como "interés nacional". El mensaje es claro: el tecnofeudalismo no es un error del sistema. "Es el sistema".

Nota: "Meta decide quién leerá esto mientras lo escribo. No es teoría: es el tecnofeudalismo en acción. Varoufakis lo resumió en 2023: las Big Tech no son empresas, son regímenes.

Zuckerberg y Musk son los nuevos señores feudales; nosotros, los siervos que pagamos con datos por migajas de atención. Las cadenas, claro, son digitales. Y no por eso menos reales".

No hay nada más excluyente que ser pobre.



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Ricardo Abud

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en Union County College, NJ, USA.

 chamosaurio@gmail.com

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