La percepción popular plantea que los niños y las niñas son el futuro de la humanidad. En la consideración que se les tenga, la sociedad valorará su supervivencia. América Latina tiene una población mayoritariamente infantil y juvenil, esta condición que resulta una señal de esperanza, implica darles más atención. Sobre todo, en el continente con el mayor grado de desigualdad del mundo, donde la exclusión social crea espacios de conflictividad social extrema. La exclusión genera en la población infantil acentuados peligros, con familias débilmente estructuradas, y por otra parte en los sectores sociales pudientes, la cultura del consumismo tiende a insensibilizar a su población infantil y juvenil sobre el reto a asumir una formación en función de la vida.
Frente a los escenarios que se vislumbran para el futuro del planeta, con la crisis ecológica, energética, de alimentos y los peligros generados por las confrontaciones bélicas, aun con la pandemia del Covid 19. La sociedad de la globalización mercantil parece decirle a la mayoría de la población infantil y juvenil del mundo: No hay lugar para ustedes. En estos tiempos difíciles para la humanidad se requiere sembrar valores en las niñas y en los niños del mundo, Para pasar con urgencia de una sociedad que cierra las puertas mediante fronteras, con una cultura xenófoba a una sociedad inclusiva. De una sociedad marcada por la insensibilidad mercantilista, a una sociedad con conciencia solidaria que practique la virtud de la hospitalidad, capaz de asumir las palabras de Jesús: "Dejen que los niños se acerquen a mí."
Este paso de toma de conciencia y de transformación urgente requiere una renovación espiritual que se va dando en diferentes partes del mundo. Sin embargo, es necesario impulsarla con mayor urgencia. Con visión ecuménica y liberadora para generar una gran misión continental, en función de dar un aporte desde la perspectiva de discípulos misioneros de Jesús, para que nuestros pueblos, y en ellos nuestras niñas y niños tengan vida en abundancia, Como, lo expresa José Martí "debe cultivarse en la infancia preferentemente, los sentimientos de independencia y dignidad"
En esta perspectiva se requiere un esfuerzo redoblado. Muchos de ellos, en el cambio tecnológico actual, son capaces de manejar mejor que cualquier adulto un computador. Son muchos los que prefieren quedarse con el computador a compartir con la amiguita o el amiguito. El aislamiento y la insensibilidad social están en el ambiente. Como también lo está un profundo esfuerzo espiritual para generar una misión común, ecuménica, con sentido histórico, capaz de nutrirse de la espiritualidad liberadora, para hacer un aporte imprescindible conformada por la unificación de las iglesias cristianas en una comunidad de comunidades que opten por el pobre, en especial por el niño y la niña pobre, contra la pobreza y a favor de la vida, con sentido de misión liberadora y trascendente para la humanidad y así poder desearles a todos nuestros niños y niñas un feliz día.
