Las Tetas del Paraíso y a Golpe de Bisturí

Definitivamente:

Hay que arreglar cuentas con eso de “Sin Tetas no hay Paraíso”. En contra de determinadas opiniones, no nos encontramos ante el caso de una crítica ácida, una denuncia política o un cuestionamiento ético, medianamente aceptables. Se impone un deslinde clave ya que el libro en cuestión y la serie televisiva, han dado lugar o son objetos de lecturas conservadoras, moralistas y entusiastas que son profusamente difundidas. Y el punto de referencia clave de tales percepciones y comprensiones es la presentación que hace Caracol Televisión, de la telenovela: “una dramática historia sobre el daño moral que han hecho los narcotraficantes, a toda una generación que no les pertenece y que tarde o temprano les cobra un alto precio por su ambición y vanidad”.

“Sin Tetas no hay Paraíso”, tiene un antecedente televisivo inmediato en la serie Nip/Tuck o “A golpe de Bisturí”. Veamos la presentación que hace la Cadena Fox de dicha serie: “Se introduce en el mundo superficial de la cirugía estética, revelando de forma dramática la compleja y frágil naturaleza humana de unos pacientes que intentan enmascarar sus debilidades psicológicas, gracias a modificaciones estéticas en sus aspectos físicos."

Las diferencias específicas, entre las dos series, son las siguientes: “A golpe de Bisturí” está ambientada en el “sexy mundo de South Beach” (en Miami), y sus personajes son del mundo de la aristocracia del dinero. “Sin Tetas no hay Paraíso” en un pueblo de Colombia y, claro está, sus personajes son de la pobre y mala vida. De allí en adelante todo es lo mismo: drama, vanidad, ambición, belleza, dinero, y lo que no podía faltar, el ingrediente moralista del crimen y el castigo.

En contra de las presentaciones interesadas y sesgadas de Caracol Televisión y el monopolio mediático FOX, se impone afirmar que la cuestión es significativamente otra:

Es inevitable, confrontarse con la época del rigor implacable de los implantes mamarios, faciales, y en los glúteos; y establecer la explicación rigurosa y coherente de porque, en torno a los elementos del drama, la belleza, el dolor, y el dinero, ha sido posicionado, por determinados dispositivos de poder, el mundo real de las cirugías estéticas (¿o cosméticas?) y la belleza anoréxica Y entonces, a partir de allí formular el planteamiento, necesario e indispensable, de atravesar la fantasía de la anatomía imaginaria, de esa fantasía tiránica que es propia de la “cultura vale todo,” o de la racionalidad cultural de las sociedades capitalistas tardías.

La anatomía imaginaria se ha impuesto como consecuencia, no de una tecnología usada para satisfacer una gama de ferias, tanto de vanidades como de ambiciones; sino, por la creencia asumida en torno a que vivimos en una sociedad simplemente permisiva y en la cual no es efectivo mandato alguno relacionado con la coerción y el control social, esto es que se vive en sociedades capitalistas que no funciona sobre la base de un orden político e ideológico (exactamente, simbólico) determinado.

Efectivamente, las sociedades del capitalismo tardío secretan por todos sus poros, aquello de todo está permitido ( que vale todo) y en consecuencia, por ejemplo no hay prohibiciones sociales o castigos morales sobre los posibles usos del cuerpo. Suspendidas las prohibiciones y las penas, sólo queda espacio exclusivo para las libres decisiones, los dramas y las infaltables ambiciones.

¿Quién puede poner en duda la tiranía de la anatomía imaginaria, sí el viagra es el nuevo y perfecto responsable de las erecciones? ¿Quién se puede permitir replicar en contra de nuestra posición, sin tomar en cuenta la invasión de los reality show y de las películas reality, tal cual aquella de “El verdadero Cancún”, cuya promoción mediática es como sigue: “Sin guión. Sin actores. Sin Reglas. Todo puede suceder en el receso de la primavera. Y todo paso”?

Y en especial, quien puede dudar o rebatir, cuando nos topamos con una ideología y dispositivos de construcción de los sentidos de la vida que se afincan en la supresión de las diferencias específicas y verdaderas entre la realidad virtual y la real.

Ideología y dispositivos que, no obstante, masajean y seducen con eso de la libertad de experimentar con la propia vida y a la vez, dejan el espacio abierto (como parte sustancial de sus estructuras, potencia y efectividad), a la dramatización mediática. Dramatización que tiene por finalidad elemental buscar, encontrar, poner en evidencia y castigar a determinados culpables: los narcotraficantes y las jovencitas pueblerinas (caso de “Sin Tetas no hay Paraíso”), y los cirujanos, en crisis otoñal, del “sexy South Beach”, así como a sus esposas, amantes y amigos.

No se debe eludir el hecho que abordamos un punto decisivo: él de la disyuntiva entre la responsabilidad subjetiva, personal o la culpa de las condiciones sociales.
Las series televisiva de “Sin Tetas no hay Paraíso” y “A Golpe de Bisturí” reivindican la responsabilidad subjetiva, esto es, la idea y figura social de los sujetos o individuos responsables absolutos de sus debilidades psicológica, ambiciones personales y crisis de identidad. Esta idea de un sujeto o individuo moral y criminalmente culpable, define la acción de cada hombre o mujer (así como de los colectivos y grupos sociales) al margen de lo que significa el modelo de conformación y funcionamiento de una sociedad dada.

Tal definición, de entrada nos dice que determinadas sociedades o modelos concretos de sociedades, funcionan sólo, sólo sí, las disfunciones o anomias sociales corren a cargo o son responsabilidad exclusiva de los individuos y los grupos sociales. Que las sociedades puedan funcionar de tal manera, tal condición o requisito, significa que las mismas quedan blindadas contra todo cuestionamiento. De otra manera, en los casos del funcionamiento “sólo, sólo si”, estamos frente a un dispositivo de poder (¿o crimen?) perfecto.

En la ideología cínica del capitalismo tardío (esa que encontramos, circulando profusamente en los discursos universitarios, literarios y sobre todo en los circuitos y canales del poder mediático: desde Tom Wolf con su yuppy crítico y culpable de “La hoguera de las Vanidades” , pasando por el Anthony Giddens de “La Tercera Vía” o el Ulrich Beck de la “Modernidad reflexiva y la Sociedad del Riesgo” hasta los lideres de opinión de FOX, CNN, RCTV, Globovisión y para de contar), la cosa es simple: “la teoría de vive tu propia vida es la presencia de elementos narrativos individualistas y activos en la biografía de cada persona. Los hechos de la vida no se atribuyen sobre todo a causas ajenas, sino a aspectos del individuo (decisiones, indecisiones, omisiones, capacidades, incapacidades, logros, concesiones, derrotas)”.

Contrapuesto al modelo de la responsabilidad subjetiva, tenemos él de la asignación o imputación de la causa a las condiciones sociales, al modelo de sociedad, y que podemos registrar como la causa externa responsable, definitiva y absoluta, de las experiencias de vida individuales o colectivas. La externalización de la causa, se fundamenta en la perspectiva que privilegia el análisis de las circunstancias sociales que explican, por ejemplo porque emerge y se instala el mundo real de la cirugía estética, mundo que apertura el espacio de los implantes corporales relacionados con la belleza (femenina o masculina) y los valores psicológicos que le son afines (vanidad, ambición, codicia, egoísmo, narcisismo, individualismo exacerbado, egocentrismo, etc.)

La disyuntiva en cuestión conduce a equívocos, de alta monta y envergadura, por los dos lados. Y la solución no estriba, he allí lo decisivo del punto, en tomar en cuenta las dos perspectivas y formular la mezcla adecuada: tanto de responsabilidad subjetiva y tanto de responsabilidad de las condiciones sociales.

La crítica ácida, el cuestionamiento ético y político pertinente se construye de otro modo:

En el caso que nos ocupa, que motiva este artículo, la cuestión crucial e insoslayable, no es la ambición y la vanidad de las jovencitas que el narcotráfico recicla de manera criminal; o el tedio agobiante y la crisis afectiva o moral que acosa a unos médicos cirujanos sexys de South Beach. La belleza anoréxica, la medida 90 de los bustos, los glúteos redondos, los labios carnosos, los ojos de tal forma u otra, esto es, la experimentación con nuestra propia vida y la interpelación tiránica de la anatomía imaginaria, es una vasta operación que está relacionada con un modelo de sociedad que no conoce, exactamente que ya no sabe de límites.

Y en ese tope, en ese borde, se impone dar cuenta de lo verdaderamente real. Hay que dar cuenta de la pregunta ¿cómo es posible un acto o una decisión libre?

El orden simbólico del capitalismo tardío y neoliberal ordena gozar y perseguir la felicidad. Este mandato establece, sin paja o polvo alguno, lo que se debe hacer para alcanzar la felicidad, a pesar que se afirma, al mismo tiempo y con igual fuerza, lo del cabal funcionamiento de una sociedad definida como permisiva. Y aquí está una de las claves de las sociedades contemporáneas: el mandato para fijar determinados modos de vida individuales y sociales adquiere extrema efectividad, ya que ideología cínica del capitalismo tardío postula lo de todo está permitido: esto es, no hay amos, leyes, decretos, normas o parámetros que nos digan u ordenen lo que somos o vamos a ser.

Por ello, la toma de decisiones sobre lo que se debe hacer para tener una anatomía imaginaria es una cuestión que compete a la responsabilidad subjetiva: el sujeto o individuo responsable decide sobre las tetas, los glúteos, las caras, los ojos del paraíso que la sociedad permisiva te permite tener. Y sobre todo, debe asumir que los valores motivadores de las libres elecciones y sus consecuencias competen a la biografía personal de cada hombre o mujer.

Quizás, no este demás, decir que uno de los mensajes relevantes de la ideología cínica, es él de “vivimos en el colmo de funcionar por sí solos o sí mismos”.

La eficacia de una ideología específica, nos presenta una decisión determinada (un implante mamario o una serie de implantes de todo tipo) como simple elección de seres vanidosos, caprichosos y ambiciosos, como una cuestión de “la libertad de elegir”, de acuerdo con el filósofo masivo que es Fernando Savater; o de la posibilidad garantizada de decidir nuestra propia y exclusiva identidad. Otra vez: se debe porque se puede, ya que vives en un mundo lleno de opciones.

Es en ese clima de sugestiva, pero aparente libertad, donde reside la explicación última de experimentar con nuestra propia vida y del asegurado acceso a la figura corporal que supuestamente deseamos o queremos tener. Clima que se evapora, se disuelve, con los crueles resultados de las muertes por anorexia y las diferentes y numerosísimas enfermedades ocasionadas por la diversidad de dietas anoréxicas y los implantes estéticos o cosméticos de todo tipo.

Y en este punto, hay que remarcar una aclaratoria ya formulada: la cuestión que abordamos no exclusiva del mundo frívolo y díscolo de las empresas del show business. Que de paso nada tienen de frívolas o díscolas. No mencionamos a Savater para colocarle unas banderillas y sangrara un poco. En con “Sin Tetas no hay Paraíso” y “Golpe de Bisturí” está en juego, como los mass media están articulados al rearme imperial y las contraofensivas capitalistas post Guerra Fría. Rearme y contraofensivas con fundamentos tales que no pueden ser obviados. Por ejemplo el que sigue:

“No hay nada que se desee hoy tanto en occidente como vivir nuestra propia vida... No es una gran exageración decir que la lucha diaria para tener una vida propia se ha convertido en la experiencia colectiva del mundo occidental. Expresa lo que queda de nuestro sentimiento de comunidad. ¿Qué impulsa a las personas a querer y alcanzar las estrellas de su vida?... El personaje central de nuestro tiempo es el ser humano capaz de escoger, decidir y crear, que aspira a ser el autor de su propia vida, creador de una identidad individual.”

El individualismo y narcisismo tanto alabado como exacerbado que impera en los dominios de la crisis de la modernidad, el modelo de sociedad que articula perversamente, el “hombre o mujer hecho por sí misma, con el sexy-appeal” que desea, esa figura social central del capitalismo tardío (permisivo y neoliberal) que podríamos llamar el individuo-appeal y la ideología cínica que da cohesión a los restos o residuos de la civilización occidental, constituyen un serio problema.

Las tetas, los glúteos, los ojos y las caras del paraíso, la anatomía imaginaria y a golpe de bisturí, no nos remiten a la perversión fatal de personajes del bajo mundo o de la aristocracia del dinero, y mucho menos a jovencitas alienadas que “terminan pagando un alto precio por su ambición y vanidad”. Y sí, a formas específicas y extremas de control y dominación social que imponen, regulan y ordenan cómo vivir y gozar, o si se prefiere cómo perseguir y alcanzar la felicidad.

Y en ese terreno de lo que se trata, es de luchar contra la perversión o desnaturalización de la economía libidinal de los seres humanos, y defender el derecho a la felicidad, el placer y el goce que una sociedad atrapada en el vale todo (desde las formas más humillantes de exclusión y explotación social hasta las formas perversas de experimentar con la propia vida) y en el show business, no puede ofrecer y menos asegurar.

Y para finalizar:

La vida no se vive en directo, tal cual el formato del reality show. La imagen de la vida en directo, es una confusión premeditada y propia de la ideología del capitalismo tardío, agresivo y guerrero, y que avanza ordenando que no lo tomemos en serio. Es decir, exigiéndonos que lo percibamos como terso, aterciopelado y benigno. Así que, del lado o de la esquina que lucha contra la perversión o desnaturalización de la economía libidinal de los seres humanos, y defiende el derecho a la felicidad (a la mayor suma de felicidad posible), el amor, el placer y el goce, la cuestión es:

Entender el verdadero acto. Es decir, ubicarnos en cómo realmente estructuramos nuestras elecciones y decisiones (elecciones y decisiones que para nada están relacionadas con el individualismo y narcisismo exacerbado); y a renglón seguido. desmontar los códigos, creencias, valores y fantasías que definen la naturaleza y calidad de las sociedades capitalistas tardías. Esto es decisivo, ya que en gran medida, todo ello pesa, pesa demasiado en las horas de construir el nuevo modo de vida socialista.

fclugo49@cantv.net





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Francisco Cedeño Lugo


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