Loterías y apuestas hípicas en dólares "para cambiar tu vida"

En muchos estudios sobre la memoria histórica y la memoria colectiva, aunque éstas sean cosas diferentes, hay un elemento que se me antoja común a ambas: el entorno donde un individuo crece, con sus narrativas y características, que de una manera u otra marcan su vida futura, sus convicciones y creencias, forjando el ser que será.

Creemos que la memoria individual, la memoria colectiva y la memoria histórica se construyen desde la experiencia. En este sentido nos apoyamos en la noción de experiencia, a partir de la tradición y la costumbre que desarrolló E. P. Thompson.

Por ejemplo rescato esta definición de memoria histórica: supone la reconstrucción de los datos proporcionados por el presente de la vida social y proyectada sobre el pasado reinventado. Y ¿por qué ando en esto? Porque en Venezuela, país donde nací y vivo, desde hace algún tiempo vienen ocurriendo cosas que, creo, están moldeando, irremediablemente, la vida futura de los más chicos pero muy alejada de eso que se llama «identidad nacional», es decir aquellas cosas que nos dan el sello como la arepa, el joropo, las guerras de independencia, Simón Bolívar, etc.

A través de la TV, uno de los aparatos ideológicos por excelencia (ahora se suman las redes sociales que potencian esa ilusión), que dictan pautas sobre qué vestir, qué comer y hasta qué pensar, se están transmitiendo recientemente cuñas sobre el "retorno" de las loterías, algo que el presidente Hugo Chávez en su momento criticó porque ello supone ganar dinero de manera fácil, solo con ir a una venta de billetes y dejarlo todo al azar. No hay esfuerzo intelectual ni mucho menos físico, no hay conocimiento, solo el anhelo de una vida mejor.

En otro canal de TV, Tves, que es un medio prácticamente del Estado y que sustituyó a RCTV, transmiten las carreras de caballo donde invitan a la gente a sellar su cuadrito cada domingo.

Paralelamente, el discurso del gobierno es "descolonizar". Mucha contradicción ya que no sería una sorpresa que las loterías y las apuestas hípicas hayan regresado, ambas son actividades mercantiles que cuadran perfectamente con el modelo de "diversidad económica" que adoptó el presidente Nicolás Maduro y que pueden sacar de abajo al país ¿no?

El tema es que las apuestas y los premios son en dólares "con su equivalente en bolívares" (como segunda opción) y así lo dicen abiertamente: "Con solo un dólar te puedes volver millonario" o algo más sugerente "con solo un dólar tu vida cambiará". Y al ganador le entregan un cheque gigante donde se lee la cantidad: 500.000 $.

No importa lo que diga la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela sobre la moneda oficial del país o la Ley Resorte en su artículo 3 que reclama el "fortalecimiento de la identidad, soberanía y seguridad de la Nación" o "Procurar la difusión de los valores de la cultura venezolana en todos sus ·ámbitos y expresiones". Letra muerta pues los animadores pregonan con una gran sonrisa que ganarás en dólares. También puedes sellar tu cuadro "en dólares" y entonces muestran en pantalla con fanfarria y todo cuánto subieron las apuestas en billetes verdes…

Y ya de hecho escuchar al propio Presidente de la República decir que el dólar es una "válvula de escape" que nos ha facilitado las cosas es el primer mensaje que destruye todo lo anterior. Vemos el signo del dólar por doquier y eso ya se fijó en el imaginario infantil.

País neocolonial

Retomamos las enseñanzas de nuestro maestro Luis Bigott, quien debe estarse revolcando allá en su tumba. Bigott afirmaba que "Venezuela es sencillamente un país neocolonial y dependiente" donde subsisten modos de producción precapitalistas y capitalistas caracterizados dentro de una relación centro-periferia y concretizados por la categoría de dependencia la cual permite indicar el grado de esta relación". No hay remedio, agregamos.

Y cuando escuchamos las cuñas de loterías y vemos las carreras de caballo por Tves, que el presidente Chávez ordenó suspender para poder forjar al "hombre nuevo" recordamos lo que escribe Frantz Fanon: "El neocolonialismo no se contenta con apretar al pueblo entre sus redes, con vaciar el cerebro colonizado de toda forma y de todo contenido. Por una especie de perversión de la lógica, se orienta hacia el pasado del pueblo oprimido, lo distorsiona, lo desfigura, lo aniquila…va exterminando el ethos del hombre neocolonizado, su forma de ser, su configuración ética, su cultura".

Pero también copiamos aquí lo dicho por María del Pilar Quintero en el Primer Congreso sobre Dependencia y Neocolonialismo, celebrado en Cabimas: "… el hecho de que la gran mayoría de las manifestaciones culturales que nos rodean no son expresiones nuestras sino representaciones de las culturas de los países que nos dominan trae como consecuencia un desequilibrio en el proceso de internalización de valores".

Entonces cabe preguntarse ¿estamos realmente formando al hombre nuevo? Cuando hablan de descolonizar pero el presidente Maduro dice que ve series en Netflix ¿tendrá una medida del alcance de sus palabras en los más jóvenes?

Todo esto me lleva a una conclusión dolorosa: las nuevas generaciones de venezolanos pudieran no tener referencias claras para formarse una memoria histórica de su país, de su pasado, de sus ancestros, de su identidad y aquí concluyo con el comienzo de este post pues todo eso se forja en el entorno donde un individuo crece, con sus narrativas y características, que de una manera u otra marcan su vida futura, sus convicciones y creencias, moldeando el ser que será.



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Luisana Colomine

Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.

 @LuisanaC16

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