Es Octavio Paz quien argumenta que la fiesta en México es en realidad una rebelión ante la quietud del orden oficial, una libertad que por siglos incluso anteriores a la conquista desde donde el caos se convierte en un estímulo de la libertad ahogada en los principios autoritarios o legales que ensombrecen la vida común. Estamos hablando de un país cuyas fiestas tienen el sabor de lo ancestral. No es nuestro caso cuyas fiestas que igual bajo su caos tienen la forma de la espontaneidad, del disfrute concedido por las fechas elegidas, por lo general por patrones religiosos como es la fecha de San Juan o simplemente momentos compartidos por los países del mundo como es el caso del carnaval.
Pero no es la fiesta el argumento de este escrito, lo hacemos para describir los meses por venir. Ya conocemos la inevitabilidad del fraude. Pero si la división dentro de lo que ha sido el chavismo lo evita que pasaría? . Entonces viene la fiesta, anterior a toda proclamación presidencial. Fiesta y rebelión tal y como lo trata Octavio Paz unirían sus sentidos. La rebelión necesita para ser consistente de varios principios. Que ella sea un constructo colectivo, que ella disponga de un ideario por donde se le de salida a una fuerza de trabajo que se ha quedado bajo la bestialidad del salario cero o sencillamente sin trabajo posible, se reunan las partes y se revivan las instituciones de estado transformándose en instituciones justicieras, que las armas de la república pasen a ser verdaderas defensoras de la soberanía popular. Todo esto más todos los principios que se descubran en el camino bajo el manto de la liberación ante el desastre que ha creado este último gobierno, son las razones de la fiesta. La gran fiesta que espontáneamente se creará. Y no decimos esto porque aparecerá un nuevo presidente, en este caso el elegido el 29 de Julio. Para ser sinceros ya los tiempos y ocasiones que reúne el manto de MCM ha perdido prácticamente toda su fuerza y eso empezó a pasar desde el momento que no fue aprovechada la movilización posterior a las elecciones, apareció la represión y con ella el pánico colectivo. La rebelión y su fiesta se construyen de abajo a arriba, con nuevos liderazgos como es el de Maria Alejandra Díaz, que el mismo gobierno al quitarle todos sus derechos a ejercer la abogacía por una petición de anulación de la justificación de un fraude evidente donde ningún acta ha sido mostrada, esa misma anulación le dio la popularidad y el liderazgo que hoy tiene. La rebelión en este caso sí será una fiesta.
Pero falta y allí están los límites, un componente fundamental en nuestro presente. Ciertamente luego de las elecciones los militares no salieron a ejercer la tarea represiva que seguramente les dieron. Eso crea la posibilidad que en el caso de una rebeldía masiva tampoco actúen bajo el principio represivo. Según lo dicho hacen falta al menos diez guarniciones que no solo no actúen bajo la función represiva sino se unan a la rebelión misma, es decir hagan su propia fiesta. Esto no está asegurado para nada y de allí el pesimismo de muchos liderazgos que comprendieron los favores y los contra de una situación (es decir sacar a este gobierno) que se ha convertido en reto. De allí la incertidumbre del hoy y los dos meses siguientes. Pero seamos positivos el quiebre dentro de las FFAA es un hecho muy cercano, los centenares de oficiales presos son una prueba de ese quiebre y del miedo que recorre los estamentos de gobierno. Podemos decir entonces que la fiesta ha comenzado, con mucha prudencia claro está ya que aquí nada está seguro. El genio de Octavio Paz nos adelanta en el tiempo desde lo más arcaico de nuestra historia. Aparecen las razones para que aquí ocurra un fenómeno paralelo al de Siria esperemos que en Vzla y Nicaragua suceda lo mismo. Que viva la fiesta y la rebelión de los pueblos.