A dieta obligada y aguantándose los dolores de los achaques, producto de sus tantos años encima y de otras dolencias de enfermedades originadas por su labores de sus años de actividad y de otros males congénitos, así andan la mayoría de los jubilados de la industria petrolera nacional, PDVSA,…
Si, ese otrora trabajador, que va cantar de gallo madrugador, de día , de noche, a toda hora, en todos esos lugares, algunos recónditos, en instalaciones, plataformas, en plena montaña, en pleno lago o mar, con su piel curtida por el calcinarte sol y su vianda entre la mochila, ese obrero que siempre estuvo allí, apegado a sus responsabilidades, llevando leña del patrón gringo en aquellos tiempos de las transnacionales, ese mismo obrero que en la crisis nunca aflojo, manteniéndose firme, ese obrero que ha saboreo las verdes, mientras un grupúsculo de sabandijas que en su gran mayoría desconoce hasta el color de ese rico mineral, son los que durante décadas han visto engrosar sus arcas producto de esta riqueza…
En la Novela, oficina Numero 1 de ese insigne escritor Miguel Otero Silva, da luz a esas vivencias de esos tiempos remotos, pero hoy en estos tiempos, la novela continua, los trabajadores y jubilados se siguen comiéndo las verdes, al tanto que la bonanza del oro negro, se diluye como agua entre las manos por los gigantesco hechos de la eterna corrupción.