Las celebraciones del Día de la Mujer y la ubicación de Venezuela en la categoría "países en vías de desarrollo" escuchada recientemente en un conocido medio público, me remontaron a debates académicos y de cafés de fines del siglo pasado.
Celebración y categoría que deberían estar superadas, al menos en el Sur global, por tener tres rasgos inaceptables en común:
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El refuerzo de las jerarquías entre personas y entre naciones establecidas por los amos del poder humano o divino.
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La ubicación de unos pocos amos de la riqueza y el poder en las posiciones superiores y de unos muchos -la mitad de la población y la inmensa mayoría de las naciones- en las inferiores.
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La difusión engañosa de la existencia de posibilidades de ascenso personal y nacional en la medida en que los aspirantes cumplan las reglas del juego vigentes. Ocultando que la posición privilegiada de los de arriba depende de que los inferiorizados permanezcan abajo.
Así, el Día de la Mujer y la categoría En Vía de Desarrollo son unas de las ficciones más farisaicas y funcionales para la lógica del capital, ideadas por los hombres dominantes en el "primer mundo" para encubrir distorsiones inaceptables en la valoración y e interdependencia entre los extremos en cuestión.
Resulta tragicómico que la ONU entidad teóricamente responsable de mantener la paz y la seguridad internacional, de armonizar los esfuerzos de las naciones para alcanzar sus intereses comunes y de fomentar las relaciones pacíficas entre los Estados, intente disimular su fracaso y drenar culpas sistémicas a través de la celebración Días Internacionales de… generalmente encubridores de siglos de invasiones, de guerras, de discriminaciones, explotaciones, expoliaciones, exterminios y toda suerte de atropellos cometidos en nombre de la civilización. Entre ellos el de los Bosques (arrasados), el del Niño, y los de: la Mujer, las Mujeres Rurales, las Viudas, las Niñas, la Eliminación de la Fístula Obstétrica.
Igualmente encubridora de las desigualdades propias del sistema y justificatoria de toda suerte de iniquidades es la división entre naciones desarrolladas o del primer mundo y subdesarrolladas o del tercero, producto de una división internacional del trabajo que asignó a las muchas naciones del tercero (algunas de ellas teóricamente en vías de desarrollo) el papel de proveedoras de materias primas, mano de obra barata y capital (deuda) a las muy pocas desarrolladas (industrializadas) para esa época. División que pierde cada vez más sentido en el nuevo panorama geopolítico mundial.
Afortunadamente, el duro y cruento proceso de transformación que estamos atravesando ha avivado en las naciones y poblaciones subordinadas un rechazo creciente a la violencia y a la crueldad mundializadas por los amos del gran capital y sus lacayos, así como un cuestionamiento igualmente creciente a los mitos y antivalores que le sirven de sustento.
Falta mucho pero, venceremos…
