Marea Socialista, sobre la situación venezolana

Ni Maduro ni Maricori, Ni Trump ni Putin: Independencia de los trabajadores y el pueblo en la lucha

En documento previo de Marea Socialista, emitido tras el 10 de enero (2025), decíamos que si el 28 de julio de 2024 marcaba la consumación de un fraude electoral escandaloso por el gobierno autoritario de Maduro, su juramentación como presidente era ya la cristalización de “un régimen de facto, completamente al margen del marco constitucional venezolano, con la represión y la fuerza del aparato militar-policial y del entramado burocrático como su principal sostén”. 

Ésto, en el contexto de la ruptura total, muy reaccionaria, del régimen de Maduro con los planteamientos y rasgos básicos que caracterizaron al gobierno de Chávez en la primera década de la Revolución Bolivariana.

La oposición tradicional burguesa representada por María Corina (MCM) se quedó “engatillada” al “arrugar” frente a las protestas populares que estallaron tras la consumación del arrebato electoral, por miedo a alborotar al pueblo, y se dedicó a hacer llamados golpistas a los militares (que son los que gobiernan) y propugnar acciones intervencionistas más contundentes por parte del imperialismo norteamericano. Otro sector de la oposición burguesa como el de Capriles, optó por el “diálogo” y la participación electoral bajo las condiciones impuestas por el gobierno.

Aunque los partidos patronales se opongan a Maduro en el plano político; en el terreno económico y laboral los capitalistas venezolanos se saben beneficiados por las medidas antiobreras y de corte neoliberal aplicadas por el falso gobierno de “izquierda”. Empezando por los salarios en “cero” y la bonificación sin incidencia salarial.

Y es que el programa económico y laboral que se está aplicando, más allá de la retórica  “socialista”, se va pareciendo cada vez más a lo que ofrecían los programas de la derecha, aunque con alianzas comerciales y geopolíticas más inclinadas hacia competidores de los EEUU. Ésto también toca a aspectos como las privatizaciones que “bajo cuerda” impulsa Maduro y que son el eje programático de María Corina.

Esto contribuye un poco la ambivalencia de Trump, con su estilo de “tira y afloja”, de presión y negociación. Empezó por la reunión de su enviado Grenell con Maduro y por declarar que no estaba interesado en forzar un cambio de régimen en Venezuela, llegando a parecer que le daba la espalda a María Corina y a Edmundo, que estaba dispuesto a renovar las licencias de la petrolera Chevron, para luego cambiar el paso.

Maduro también le ha bailado el mismo “pa´ lante y pa´ atrás”, ofreciendo mayor apertura a Chevron y a los capitales privados si se retiraban las sanciones. Pero luego Trump volvió a apretar, suspendiendo la autorización a la petrolera gringa y mandando a venezolanos deportados que no quiso recibir Maduro, nada menos que a la tenebrosa base de Guantánamo y a cárceles en El Salvador, irrespetando gravemente sus derechos. Es un chantaje mutuo entre ambos gobiernos con los migrantes de por medio, dándoles el trato de meras mercancías o de rehenes para el regateo.*

María Corina, salió pronto a ofrecerle a Trump que se agarre toda Venezuela, diciendo que le compensará si contribuye a echar a Maduro, a cambio de la privatización de la totalidad de la economía estatal, incluida la industria petrolera de PDVSA (absolutamente inconstitucional por los momentos) y las empresas básicas y mineras. Algo en lo que Maduro ya venía adelantando pasos con capitales norteamericanos, chinos, rusos y de otros países, además de aprovechar para dar espacio a empresarios testaferros de la burocracia. Hemos visto cómo el gobierno de Maduro, pese al discurso de “soberanía” y “antiimperialismo”, pasó luego de destruir la industria petrolera nacional (PDVSA) a depender de la producción con Chevron y a rogar para que no la obligaran a marcharse. Trump anda viendo a quien puede sacarle el mayor provecho antes de darle la puñalada trapera; ya vimos hasta cómo se deshicieron del fracasado Guaidó.

Este proceso de la franja dominante, burocrática y neo-burguesa, cada vez más derechizada y con rasgos fascistoides, representada por el madurismo, se viene cumpliendo en la práctica bajo el camuflaje del discurso del chavismo, del “anti-imperialismo” y del “socialismo”, del que son una falsificación grotesca.  Y eso engloba al intento de “reforma constitucional”; tanto el que se llevó a cabo en 2017 como el que anuncian en la actualidad.

El de 2017 parió adefesios como la mal llamada Ley Antibloqueo (manejar recursos y contratos con mayor opacidad). Sentó las bases de las Zonas Económicas Especiales (atraer y favorecer inversiones privadas y extranjeras), “baypaseando” los límites de la Constitución de 1999. La conocida como Ley del Odio, es utilizada en el plano político-social limitar la libre expresión y forzar a la autocensura, así como para reprimir a la disidencia política (de derecha y de izquierda) y a las luchas obreras y populares.

No nos cabe duda de que con esta reforma tratarán de cepillarse el contenido del artículo 91 referente a la fijación del salario mínimo con la referencia del costo de la canasta básica, pues el salario no llega ya ni a medio punto porcentual de la canasta alimentaria, que es la mitad de la básica. Por eso hablamos de que Venezuela es un país donde el salario es “cero”.

Nos mantienen ocupados en la sobrevivencia, hostigados y castigados por la represión, sometidos a engaños con anuncios que no llegan a nada, con el show y la monserga electorera, el engaño… como ahora con el ofrecimiento de una reforma que según Maduro es para “mejorar”, cuando es para empeorar la situación de los derechos a todo nivel.

El objetivo de la nueva cantaleta de la reforma constitucional, no es otro que darle un barniz de “legalidad” a las violaciones que vienen cometiendo contra el conjunto de las disposiciones y derechos de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada en el primer gobierno de Chávez. Necesitan abrirle camino “constitucional” al giro neoliberal y al régimen represivo, que les ayude a atornillarse en el poder (no perder el instrumento del Estado y su renta), así como hacer un lavado “legal” al saqueo de los fondos y recursos de la nación.

Para ello se han alineado geopolíticamente con las potencias competidoras del imperialismo estadounidense, pero no abandonan el intento de hacerse potables también por éste, a cambio de muy importantes concesiones y entregas.

Ahora MCM y Maduro compiten para ver quién se le arrastra más a los capitales extranjeros. Maricori ofrece regalar el país a Trump si echa a Maduro y éste también está dispuesto a dar grandes concesiones que rompen con toda la doctrina de la Revolución Bolivariana, con los pasos de Chávez y con la Constitución, pero al mismo tiempo juega con que si no, se arrimará más a los capitalistas chinos y a los rusos.

Además de la reforma constitucional, se apresuran a reforzar el régimen fraudulento con la convocatoria de elecciones parlamentarias, regionales y municipales, bajo peores condiciones electorales que el 28 de julio de 2024, sin que sepamos todavía nada de las famosas actas y con el recrudecimiento de clima represivo. Un escenario, por cierto, del que la izquierda opositora al madurismo está excluida, como lo demuestra el arrebato de la legalidad electoral al PCV (Dignidad), al PPT-APR, así como el bloqueo de la legalización de organizaciones como Marea,  las inhabilitaciones arbitrarias y persecuciones de candidatos y candidatas.

Nos encontramos ante una disyuntiva en la que de un lado Trump y el imperialismo norteamericano cuentan con MCM como instrumento político incondicional, pero que por el otro continúan presionando y a la vez negociando con el régimen de Maduro para conseguir que ceda a sus exigencias, mientras que el gobierno parece oscilar entre la presión de Trump y el chantaje de recostarse más en la Rusia de Putin y en los acuerdo con China. MCM parece seguir optando por el empleo de métodos más abruptos, mientras que otros sectores político-patronales venezolanos prefieren ir arreglándoselas con el régimen y buscar una posible “transición” suave.

Sin embargo, la clase trabajadora y el pueblo pobre, no cuentan con organizaciones sociales y políticas propias, porque estas fueron fragmentadas, debilitadas, reprimidas o ilegalizadas y por el momento es muy escasa la capacidad de lucha autónoma, porque la gente ha sido engatusada con los atajos que una y otra vez la oposición de derecha les ha ofrecido para “salir de la dictadura”.

Mientras la burocracia sindical madurista ayuda al gobierno a someter a los trabajadores a las medidas antiobreras y hace parte de la represión, la dirigencia de los parapetos sindicales y gremiales ligada a los partidos de la derecha clásica frena cualquier enfrentamiento laboral con el capital privado y, al tiempo que negocia con el gobierno, busca encauzar la protesta obrera y popular hacia el apoyo a las y los candidatos de ocasión de la burguesía o a sus acciones conspirativas. Así lo hizo con las luchas que se dieron cuando la apuesta era por Guaidó e igual sucede con María Corina.

Por eso insistimos en la necesidad de recuperar la capacidad de organización y movilización de los trabajadores y el pueblo, con plena independencia política respecto a la derecha burocrática madurista o a la clase empresarial y sus partidos, tanto para la lucha por sus derechos como por el poder político. Y para ello tenemos que rescatar los sindicatos y movimientos sociales, limpiarlos de burócratas pro gubernamentales y de agentes patronales, e igualmente tenemos que lograr unir las luchas por nuestros derechos y lograr construir una herramienta política de nuestra clase, que no esté manipulada ni por la burocracia ni por el capital.

Valoramos positivamente el esfuerzo que se viene haciendo desde el espacio de confluencia que se identifica como Encuentro Nacional en Defensa de los Derechos del Pueblo, que ya lleva alrededor de dos años, constituido por el PCV (Dignidad), el PPT-APR, el PSL, Marea Socialista y Revolución Comunista (antes Lucha de Clases), que a su vez suele concurrir también coincidir con frecuencia con la LTS y con otros factores sindicales y políticos de izquierda, en acciones unitarias por el salario, contra las políticas antiobreras del gobierno y contra la represión, por los derechos laborales, sociales y democráticos, contra la corrupción, en solidaridad con las luchas, y también en cuestiones internacionales, como la solidaridad con el pueblo palestino ante el genocidio en Gaza. Pero creemos que esto debe ampliarse, fortalecerse y avanzar mucho más.

Ante este panorama queremos compartir y discutir algunas propuestas políticas y para la acción común:

- Seguir denunciando el fraude electoral y el gobierno de facto, exigir el restablecimiento de garantías democráticas y electorales, publicación de actas del 28J, con contraloría electoral ciudadana, obrera y popular. Reclamar que cualquier nueva convocatoria electoral se realice con respeto concreto a las garantías constitucionales, sin persecuciones, sin inhabilitaciones arbitrarias, sin ilegalizaciones a capricho del gobierno, con transparencia y sin trampas. Renovación del CNE. Que sea restituida la legalidad electoral al Partido Comunista de Venezuela y al sector histórico de Patria Para Todos (PPT-APR) entre otros partidos. No a las reformas electorales que sean para impedir en vez de favorecer participación.

- Contra la reforma reaccionaria y retrógrada de la Constitución de 1999 que pretende el gobierno. Contra la violación de los derechos constitucionales. Hagamos respetar los derechos que establece la CRBV. ¡No a la constitucionalización del régimen entreguista, antidemocrático, explotador, autoritario y represor!

- Apuntar a la democratización sindical con elecciones sindicales libres en todos el país, registro de sindicatos sin trabas, respeto a la realización de asambleas democráticas, elección de delegados, no criminalización ni represión de la protesta laboral, libertad a los sindicalistas y activistas obreros que permanecen en prisión, hacer esfuerzos por levantar un movimiento sindical unitario, democrático, antiburocrático e independiente de patronos y gobierno.

- Seguir luchando juntos por un salario mínimo que cubra el costo de la canasta básica, como dispone el artículo 91 de la CRBV. No permitir que este artículo sea eliminado o degradado por la reforma reaccionaria que prepara el madurismo en complicidad con sectores capitalistas. Impulsemos desde ya la pelea unitaria, coordinada a escala nacional, por el salario, de cara al Primero de Mayo. Por la liberación de trabajadores presos por su lucha laboral, contra el Memorando 2792, por el rescate de todos los derechos laborales y contra las políticas antiobreras.

- Rechazo a las sanciones impuestas por el imperialismo y por Trump en perjuicio del pueblo venezolano. No a la privatización de PDVSA, las industrias básica y los recursos nacionales que promueve Maduro y ofrece Maria Corina. No es con Chevron ni con las transnacionales, la vía es el rescate y recuperación de la industria petrolera nacional, bajo control social y de los trabajadores, acabando con la corrupción y el saqueo burocrático y capitalista. No al pago de las “deudas” corruptas e ilegítimas de PDVSA.  El petróleo para el pueblo venezolano, no para la burocracia estatal corrupta, el imperialismo o el capital privado.

- Impulsemos espacios de discusión, unidad de acción y unidad política de la izquierda opositora al régimen burocrático-autoritario del madurismo, al maricorinismo y las distintas opciones políticas del capital (a todas las derechas), en favor de las luchas del pueblo y para ayudar a dotarle de un instrumento político independiente de los burócratas corruptos y los explotadores.

* Justamente al acabar de elaborar este documento se presentó la situación de los deportados venezolanos presos y enviados a cárceles de El Salvador; hecho sobre el cual nos pronunciamos en documento aparte. Ver: Pronunciamiento de Marea Socialista sobre la deportación y encarcelamiento de venezolanos - Por: Marea Socialista @MareaSoc89

 



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