El gobierno revolucionario ha mostrado pruebas fehacientes de su compromiso con las clases excluidas, en particular en los esfuerzos que está haciendo para proveer tierras a los campesinos al tiempo que lucha por conseguir la soberanía alimentaria del país. Con el esfuerzo de todos, la revolución conseguirá grandes cambios en el aspecto económico, y social del país. Sin embargo, hay algo que no debemos olvidar: todos los países del mundo que han conseguido desarrollarse económicamente, todos sin excepción alguna, lo han hecho a expensas de devastación ambiental, contaminación y tremendas pérdidas de la biodiversidad de sus áreas naturales. Simplemente porque el desarrollo de las zonas rurales necesariamente involucra degradación del hábitat si no se tiene especial cuidado en la conservación.
El Latifundio y la conservación
Tradicionalmente los latifundios (quizás por las razones equivocadas) han sido bastiones de diversidad, ya que los dueños de tierras ejercían celoso cuidado de sus linderos para evitar abigeato. La baja densidad de uso de la tierra con ganadería extensiva proporciona grandes extensiones de tierra sin cacería donde la fauna silvestre florece y prospera. Sin entrar a discutir todavía el concepto de la propiedad, ha habido un manojo de dueños formales de tierras que además han hecho grandes esfuerzos por la conservación y esas son tierras que no deben de ser consideradas "ociosas", dado su valor por la conservación. Pero aún aquellos hatos que solo han sido grandes extensiones de tierra con poca densidad de uso también representan gran valor para la conservación de la biodiversidad del país, ya que permiten el desarrollo de los procesos naturales. De manera que no porque todos los terratenientes sean conservacionistas, sino por una consecuencia de manejo de la tierra, los grandes latifundios han sido una bendición para la biodiversidad que pone a Venezuela por encima de otros países tropicales en el área de conservación.
Manejo Social del Latifundio
El conflicto existe entonces en atender las necesidades del pueblo de tener acceso a tierras para producir, las necesidades del país de poner a producir sus tierras para alimentar a la nación y reconciliar estas dos necesidades con otra necesidad no menos importante como lo es respetar el ambiente y mantener la diversidad biológica. La propuesta concreta se basa en un manejo social de los latifundios, donde se acaba con el latifundio económico y social pero se mantiene el latifundio físico. En otras palabras, en lugar de distribuir las tierras de un hato de 80.000 ha. a un número de campesinos, se maneja todo el latifundio de forma profesional y organizada, y los dividendos son para el beneficio del pueblo (a través de mecanismos establecidos a través de concejos comunales, cooperativas, autogestión sustentable o en cogestión con el Estado con control social). En otras palabras, el latifundio deja de ser propiedad privada en el entendido usual del término pero sigue siendo, físicamente, un latifundio. Al mantener la integridad del ecosistema, sin deforestar, sin cacería descontrolada, mantenemos la biodiversidad biológica que es tan importante y manejando el fundo de forma profesional (por profesionales del agro) maximizando la producción sustentable y manteniendo el respeto a la integridad del ecosistema. Como los dividendos benefician al pueblo, se diluye la desigualdad social y ponemos los recursos del país al beneficio de la gente.
Como Hicimos con PDVSA
No hay duda de que la nacionalización real de la nueva PDVSA ha sido un éxito rotundo y ha aportado grandes beneficios al país. Una formula que no hubiera rendido tan buenos resultados pudo haber sido una en la que a cada Venezolano se le hubiera dado un pozo petrolero para que cada quien extraiga su propio petróleo, lo refine en su casa y llene sus propios depósitos de gasolina. Es claro que si el lema ¡PDVSA es de todos! se hubiera aplicado así, los resultados hubieran sido desastrosos. ¿Porqué esperamos resultados distintos cuando hablamos del agro? Dividir un hato y entregarlo a un grupo de gente sin una adecuada organización, sin equipos, sin instrucción para el manejo sostenible y productivo ni recursos y esperar que este hato produzca en una forma deseable es equivalente que darle un pozo de petróleo a cada Venezolano. El éxito de PDVSA radica en que se mantuvo (mayormente) la estructura organizativa de la compañía, se mantuvo o se captó la gente que tiene experiencia y conocimiento de cómo hacer las cosas en los diferentes cargos y los resultados han sido excelentes.
Un manejo social del latifundio involucraría hacer con los hatos lo que hicimos con PDVSA. Los hatos deben ser manejados por profesionales del agro (agrónomos, veterinarios, peritos, etc.) y mantener su estructura organizativa, al menos en primera instancia. El manejo del día a día debe ser relativamente similar a la forma en que se manejan algunos actualmente bajo el esquema de latifundio como propiedad privada. La diferencia viene en que este manejo incluye investigación y desarrollo de formas nuevas de producción y los dividendos del funcionamiento del hato no irían, en la mayoría de los casos, a un grupo pequeño de personas sino que van en beneficio de la comunidad (a través de cooperativas abiertas, gestión estatal controlada, cogestión e incluso la autogestión con compromiso social en casos donde resulte la figura adecuada).
Un manejo agrícola ejecutado por profesionales del agro con prioridad en producción de manejo sostenible puede ser la solución. Este manejo social del latifundio además debe ser instrumentado con un programa asertivo de educación e investigación sobre el manejo sostenible de los recursos naturales. Además de la producción agrícola convencional, este “Latifundio Social” puede hacer manejo sostenible de fauna silvestre y otros recursos. Si se hace con la comunidad en mente y de forma profesional tenemos todas las razones para esperar resultados tan buenos o mejores que los que hubo en el caso PDVSA
Un problema que obviamente tendremos que enfrentar sería el problema de la corrupción. Nos guste o no la corrupción sigue rampante en el gobierno Bolivariano tanto como lo hacia en los tiempos de la cuarta republica. Es fácil imaginarse como un programa como éste organizado a nivel nacional rápidamente podría convertirse en un nido de corruptelas donde cada hato sería una fuente incontrolable de corrupción (como PDVSA lo era en su tiempo). La única forma de que un plan como éste pueda tener resultado es con 1) el empleo de personal honesto y de confianza, y 2) la intervención de contraloría social, y completa transparencia en las finanzas que pueda ser supervisada por la comunidad en general.
empresas de producción mixta: una alternativa transicional.
Otro problema que tendríamos si el INTI fuera a instrumentar este modelo como política a nivel nacional, es que muy pronto nos veríamos con falta de personal capacitado, de profesionales íntegros y bien preparados que puedan tomar cargo de programas como éste a nivel nacional. Existe una alternativa que se puede explorar buscando un compromiso entre el sector privado, el gobierno y el pueblo. SI el INTI tiene planes de adquirir un hato como lo ha hecho en algunos casos (El Charcote o San Pablo Paeño) en lugar de adquirir todo el hato, el gobierno puede formar una empresa de producción mixta (previo acuerdo con los dueños originales, por supuesto). De esta manera el INTI (o entidad gubernamental que sea) puede adquirir una parte de la acciones de la finca, aunque garantizando el control básico, y dejar que el funcionamiento continúe con la misma dirección (y control de operaciones agropecuarias (mismo control de finanzas) pero en este caso una parte de la plusvalía puede dedicarse a obras sociales que beneficien al pueblo en general. Estas fincas también pueden ser también centros de investigación de nuevas tecnologías al servicio de universidades o centros de investigación locales.
Un modelo de empresa de producción mixta remplazando el modelo actual de latifundio , por lo menos a mediano plazo, puede atender el problema social de incluir a más gente en los beneficios que produce la tierra. Este modelo también puede incrementar la producción del agro a medida que se buscan nuevas tecnologías de producción agrícola y se diversifica la producción. Otra ventaja que tiene este modelo es que el mismo manejo de las finanzas y de los activos del hato continuaría de la misma forma que existe ahora, lo cual baja la posibilidad de abrir un frente nuevo para que la corrupción opere (y por supuesto la contraloría social siempre es clave). Los actuales dueños formales de hatos obtendrían compensación por la parte de sus acciones que el estado compre y también obtendrían seguridad de mantener muchas de sus operaciones sin conflictos con el INTI, siempre que respeten el marco legal y ofrezcan la transparencia exigida y el compromiso comunitario. Además estos hatos de producción mixta podrían beneficiarse de créditos y financiamientos que el gobierno ofrezca para este tipo de operaciones.
El concepto de propiedad de la tierra
¿-A quien le pertenece la tierra-?. es uno de esas preguntas que ni el capitalismo ni los modelos socialistas que conocemos han atendido propiamente. Este es un concepto que muchas comunidades aborígenes alrededor del mundo han manejado mucho mejor que los sistemas económicos más "avanzados". El concepto es simple: "La tierra no le pertenece a la gente, la gente pertenece a la tierra". Esto es más que una distinción semántica. Si la tierra no le pertenece a nadie, en el sentido estricto de pertenencia, nadie tiene el derecho de contaminarla, destruirla, ni alterarla de forma irremediable. De modo que la tierra no es de unos pocos, como en el capitalismo. La tierra no es del estado ni de la comunidad tampoco. La tierra no es propiedad alguna, compone territorios de la nación protegidos y administrables por el Estado para beneficio de todas las formas vivientes que habitan en ellos, sin desconocer nuestras necesidades como especie, pero reconociendo los derechos de las demás formas de vida a la supervivencia bajo los esquemas de las leyes naturales, bajo una concepción amplia del derecho. Para su explotación y demás fines, se reglamentarían permisos temporales de uso. Los productos de la tierra, en la forma de productos del agro, y de servicios (agua limpia, control de temperaturas, fuentes de diversidad y estabilidad del ecosistema) si pueden ser sujetos al concepto de propiedad. En el modelo que se está desarrollando, esto sería propiedad, mayormente social y en cualquiera de sus formas según el contexto conveniente en cada caso y al beneficio de la comunidad, pero la fuente de esa propiedad, la tierra, no le pertenecería a nadie, sería un territorio de la nación compartido entre las diferentes formas de vida, y sobre los cuales marcamos una territorialidad de uso y explotación a nombre de humanos, animales y plantas, territorialidad usual en los animales superiores y que no indica propiedad alguna, sino derechos temporales de uso. Alguna excepción práctica y éticamente razonable podría contemplar la propiedad de la vivienda y algún área razonable circundante, con límites establecidos por las leyes en función al tipo de propiedad habitacional, donde las zonas no sean consideradas susceptibles de desafectación de acuerdo a circunstancias ambientales o ecológicas.
Las Fronteras político Administrativas
A todos los efectos conservacionistas y ambientales, las fronteras político-administrativas que no se correspondan con realidades geográficas y ecológicas, resultan un estorbo por cuanto no se corresponden con la vocación del paisaje e impiden planificaciones y acciones coherentes. Las divisiones tradicionales, muchas veces, colocan un río como división de una misma realidad, cuando el manejo de la cuenca, totalmente o por sectores, luce mucho más inteligente. Lo mismo puede decirse de las áreas montañosas, costeras, de sabanas o bosques. Cuando consideramos el aspecto de la propiedad de la tierra a gran escala, es inevitable la discusión sobre los límites reales de la tierra y el conflicto intrínseco entre el territorio, propiedad y ambiente.
La revolución de los medios de producción
Es importante mencionar dentro de esta propuesta el asunto de revolucionar la producción con la idea de lograr la soberanía alimentaria del país. La revolución Bolivariana hace grandes progresos en la asignación de tierras, y créditos que apoyan al campesino, pero los medios de producción que se usan son los medios convencionales de producción agrícola. Medios tradicionales de producción fueron desarrollados dentro del sistema capitalista que intentaba maximizar la producción en el corto plazo y no sostener la integridad del ecosistema.
Una de las grandes diferencias entre la revolución Bolivariana y otros proyectos socialistas que se han hecho en otras partes es el énfasis en la gente, en que la prioridad está en el bienestar de la gente y no en la producción de capital, individual o estatal. La única forma de darle una solución de sustento permanente a la población rural es instrumentar métodos de producción realmente sostenibles basados en técnicas orgánicas que usen el ecosistema de forma integral sin degradarlo ni sobre-explotarlo. Los métodos de producción originados en el sistema capitalista que involucran uso de grandes cantidades de pesticidas y fertilizantes artificiales siempre terminan produciendo daño ambiental en la forma de deforestación, agotamiento de los suelos, contaminación de lo suelos y aguas entre otras. Estos medios de producción cuyo énfasis es la producción por encima del mantenimiento de la calidad ambiental, a la larga deteriora la vida del campesino que depende y vive en ese ambiente y pone en riesgo la seguridad alimentaria de los grupos humanos más numerosos, más vulnerables y menos representados: las generaciones futuras. Los medios de producción agrícola desarrollados dentro del esquema capitalista (los que hemos practicado siempre) no tienen cabida dentro de los nuevos esquemas deseables y tienen que ser revolucionados. Tiene que haber una integración mas completa con relación a cómo hacer producir la tierra incluyendo no solo nuestros conocimientos de agronomía y planificación económica, sino también nuestro entendimiento de cómo funcionan los ecosistemas. Producción bajo control interdisciplinario, además del social y del legal, bajo esquemas fuertemente democráticos para la toma de decisiones con miras a mantener la máxima integridad ambiental hacia el futuro.
Producción en el Llano
La principal producción del llano es la ganadería. La estacionalidad extrema dicta cuatro meses de sequía donde la agricultura esta muy limitada (solo a los bancos de los ríos y zonas cercanas a cuerpos de agua). En los cuatro meses de lluvia la sabana se inunda y los medios convencionales de producción no son aplicables tampoco. Solo hay unos dos meses entre las dos transiciones cuando alguna agricultura es posible. A esto le sumamos los suelos ácidos, con alta concentración de hierro y muchas veces lateritas ferruginosas (una coraza que se forma en el suelo y previene la penetración radicular), y tenemos un suelo con muy poca vocación agrícola. Esta es la razón que la mayor actividad de los llanos es la ganadería extensiva, ya que los otros medios de producción convencional no son aplicables. Sin embargo, la ganaderia no es el mejor uso de la tierra en los llanos. El ganado vacuno, siendo exótico, no come muchas de las plantas locales que son consideradas malezas, por su gran peso pisotea mucho el pasto (alrededor del 50%), y sufre de muchas enfermedades y parasitosis lo que aumenta el costo de producción y baja el rendimiento.
En los llanos tenemos herbívoros locales que comen lo que para el ganado son malezas, resisten mejor las enfermedades, y no destruyen el pasto con su peso. La producción de carne con estas especies puede ser mas alta por unidad de hectárea que la de ganado. Optimizando el uso sostenible y bajo esquemas racionales de aprovechamiento animales tales como: chigüires, venados, báquiros e iguanas, son especies locales que pueden producir más carne por hectárea que el ganado vacuno; y su aprovechamiento no es exclusivo del aprovechamiento del ganado. Esto junto con otros manejos alternativos de especies domesticas como, búfalos, apicultura y hasta con el fomento del ecoturismo se ofrece una variedad inmensa de alternativas de manejo que aumentaría la producción de nuestras sabanas. Otros beneficios aparte de la producción es tener una base de instrucción ecológica revolucionaria para los estudiantes en formación en todo el país. Dada la necesidad de diversidad alimentaria, muchas fincas ganaderas se mantendrían o se pasarían a modelos de producción mixtos, pero aquellas de baja productividad deberían dar paso a mejores alternativas.
El movimiento para proveer tierras a los campesinos y hacia la soberanía alimentaria está en su apogeo. Desafortunadamente algunas formulas no han rendido los resultados esperados, como el caso del Charcote. Es importante, y apremiante, que se diseñe una fórmula que funcione para manejar los latifundios con una estrategia social y de producción. Debemos de hacer un programa piloto que funcione para incrementar la producción agrícola de forma conservacionista que pueda ser aplicado a lo largo y ancho del país. Tanto un latifundio de manejo social como tornar los latifundios actuales en empresas de producción mixta, servirían el propósito de disminuir la exclusión social de las clases obreras, de incrementar la soberanía alimentaria y de proteger la diversidad biológica del país sus bosques y aguas. Lo que es crítico en este momento es que las grandes extensiones de tierras "ociosas" no se dividan y desforesten sin un manejo sostenible a largo plazo del mismo y que no se repartan tierras ricas en fauna y flora sin un plan de manejo y una conciencia de producción social y conservacionista del agro.
Profesores: Jesús Rivas y Roberto Lavieri