El
momento parece haber llegado, que Marx predijo, que la derecha no iba
a entregar el poder sino por la fuerza. La derecha continental
esta dispuesta a ceder espacios con tal de mantener las apariencias.
Eso es lo que ha estado pasando en Venezuela, Bolivia, etc. Donde movimientos
de izquierda obtienen el poder por vías pacíficas y la derecha acepta
la derrota. La presión popular ha dado resultado y salvado las
revoluciones de Venezuela y Bolivia varias veces. Pero esto solo
pasa porque la derecha quería cuidar una apariencia de respeto a la
ley con la esperanza de retomar el poder y seguir usando “el respeto
a la ley” como instrumento de dominación de las masas (dado que las
leyes regularmente las escriben e interpretan la derecha misma).
Los
golpes de estado de la derecha mas reciente, han sido signados por una
apariencia de legitimidad. El golpe contra Aristide, los accidentes
contra Torrijos, el golpe contra Chávez, el sabotaje petrolero, y los
intentos de secesión en Bolivia son todos presentados con un marco
de “movimiento popular”, haciéndolo parecer legítimo como que
no hubo nada fuera de la ley. Aun la invasión de Panamá fue
presentada con una razón que intentaba hacerlo parecer legítimo.
Nótese que no estoy diciendo que las razones sean ni medianamente creíbles.
Pero al menos se tomaron la molestia de inventar una excusa.
El
golpe contra Zelaya es distinto en que la excusa y el marco teórico
para darle legitimidad al golpe es mucho menos elaborado e incluso las
instancias internacionales que normalmente miran al otro lado no pudieron
hacerlo dado a lo obvio del golpe, y ciertamente por la presión de
la coalición internacional liderada por el Presidente Chávez
Los golpistas no se preocuparon por lo superficial del marco teórico,
ni por el escarnio general de la política internacional que hubiera
hecho otros procesos rendirse. En esto podemos leer los síntomas
de desesperación de la derecha continental. Después de perder
país tras país como áreas de influencia, después de ver que las
técnicas de golpe “suave” o revoluciones de colores siguen sin
dar resultados, la derecha continental (el comando Sur y sus lacayos
en Latino America) está llegando a momentos de desesperación. La derecha
que estuvo dispuesta a ceder espacios para mantener las apariencias,
ahora se ve en la necesidad de radicalizar sus posiciones.
Otra
cosa que la derecha continental ha aprendido es que cada intento contra
la izquierda que no funciona fortalece al proceso revolucionario que
se ha atacado. La revolución Bolivariana se hizo mucho mas fuerte
después del golpe de abril porque descubrieron los militares golpistas,
y el pueblo tomó conciencia de su propia fuerza. Lo mismo pasó
después de sabotaje petrolero en Venezuela y los intentos de secesión
en Bolivia. Cada vez que el pueblo se une y derrota otro ataque
imperial el nivel de conciencia del pueblo incrementa lo que hace fortalece
aún mas la revolución.
El
golpe contra Zelaya fue un intento desesperado para detener el progreso
de la izquierda en el continente. El desespero de la derecha se
nota en lo burdo de las excusas y los pocos intentos que se han hecho
por cubrir las atropellos que están haciendo. El regreso de Zelaya
a Honduras como presidente daría un ejemplo terrible para la derecha.
Si después de tanta represión y tanto esfuerzo por derrotar la voluntad
del pueblo, el pueblo termina imponiéndose, sería muy difícil para
la derecha dar ningún otro golpe. El pueblo Hondureño y Zelaya
están escribiendo una receta de cómo derrotar ese tipo de golpes.
Lo último que la derecha puede hacer es permitir que triunfen.
Hay
quien piensa que no van a atreverse a matar a Zelaya porque eso produciría
un baño de sangre en el país y produciría una guerra civil como la
de Colombia después del asesinato de Gaitán. Sin embargo, esa
es precisamente la razón por la que debemos temer
que maten a Zelaya. No hay nada que la derecha continental y el
comando sur les gustaría tanto como tener otra Colombia en Centro America.
No les importó hacer un baño de sangre en Nicaragua y el Salvador
hace un par de décadas y no les importará repetirlo ahora. Continuar
contando con la civilidad de los golpistas (pensar que van a respetar
la embajada o que no mataría a Zelaya si tienen chance) es riesgoso,
por no decir ingenuo.
En
este momento crítico de la historia de Latino América es importante
que no nos sorprendan victimas de nuestras buenas intenciones.
Todos quisiéramos una solución pacifica pero si uno de las partes
de un conflicto esta decidida a usar la violencia antes de perder, solo
hay dos opciones: o uno se resigna a perder o uno tiene que responder
a la violencia. Es claro que los golpistas no van a ceder
a la presión social o presión internacional. La derecha se ha
transado en un último bastión de resistencia en Honduras y tal como
Marx predijo no van a ceder si no son forzados a ello.
jesus@anacondas.org