No es mi intención politizar el caso del niño Deivis Campos en respeto al clamor de su padre de no utilizar esta tragedia para el debate político, aunque si quiero plasmar los sentimientos encontrados y dejar en la conciencia de todos los que leen estas líneas un honda reflexión. Supe lo del niño porque una amiga quien vive en el mismo sector me lo contó. De verdad me sentí tan indignado que le pedí que me consiguiera el teléfonos de la familia para conocer el caso y denunciarlo por Aporrea; pero ya esto era noticia, no tanto por las denuncias de los familiares sino por el espectáculo mediático a las que nos tienen acostumbrados los canales tradicionales el cual realmente rayó en uno de los más grandes irrespetos e insensibilidad de esta confrontación política que envuelve a muchos venezolanos.
Ese mismo día en mi oficina donde laboro escuchaba y veía por Internet la entrevista que le hizo Vanesa en el canal 8 a su padre y otras personas allí presentes. No lo niego pero mis lágrimas corrieron por mis mejillas; no sé si por la pérdida innecesaria o de arrechera por la actitud y negligencia de los profesionales de la medicina. No podía ser que llegásemos tan lejos y para justificar una acusación cuasi preparada se haya tenido que sacrificar una inocente vida. A dónde vamos a llegar, cuántas vidas vamos a perder o dejar morir solo para que ambos bandos tengan la razón. No olvidando el concepto en que se dieron los hechos y los precedentes que se ha tenido en los hospitales donde muchos médicos rechazan o ruletean diciéndoles que Chávez los cure enviándolos enfermos a Miraflores. Por que se ha llegado a esto llenarnos de tanto odio solo porque queramos tener a gente nuestra en cargos públicos como si el estar allí fuese tan esencial para solucionar nuestras diferencias.
Es que no nos estamos dando cuenta que el espíritu que dominó a Alemania de llegar a asesinar en nombre de una ideología nos está atrapando. Es un neonazismo que se viene colando, estamos marcando con estrellas de Deivis en la ropa de la gente como le hicieron a los judíos, excluir para luego silenciosamente eliminar. Cuando dejamos que estas cosas se den y los medios los callen o los ponga en primera plana se va demostrando hasta donde ha calado el conflicto político.
Los que me han leído saben mi posición ideológica; soy revolucionario; mucho antes de Chávez. Siempre he estado a favor de la Justicia y con mayor compromiso porque soy cristiano no católico; pero lo que sucedió con Deivis de verdad me tocó hondo que cuando su Padre, hablando entrecortado, pude ver su corazón afligido, nada más imaginar el de su madre. Traté de ponerme en sus zapatos y fue lo que me estremeció porque tengo una bebe, mi primogénita, de 14 meses a la que amo y no quiero jamás que pase por algo así; de solo pensar que fuese sido ella; a lo mejor incendiaría la Plaza Altamira, o me dinamitaría frente a la sede de Globovisión; no sé no podría soportar algo así.
Es por eso que admiré la actitud del padre; una actitud conciliadora donde no tomó represalias, aunque si pide justicia. No convocó a los millones de personas que apoyamos este proceso, no levantó bandera alguna. No le echó la culpa a Cuba o los Estados Unidos; acaso eso traería a la vida a su hijo? Y si hubiese sido un hijo allá en el Este adentro. Qué hubiese pasado, tal vez arengado a los Militares sublevarse contra el gobierno, no sé. Lo cierto es que este caso más que sembrar odios y rencores, nos debería llamar a la reflexión; especialmente al gremio médico.
Estaba hace algunos meses en una clínica del Este; mientras esperaba mi turno para ser atendido a la cita dada; salió un señor mayor y pensando que todos los que estaban allí sentados era políticos y de la oposición arengaba la caída de Chávez; pude respirar algo de lo que fue la Alemania nazi. Me asusté y aunque nunca he tenido el privilegio de estar dentro de un campo de concentración nazi como mi esposa sí cuando estuvo de visita a ese horrible lugar y que la puso deprimida, pensé que si la sociedad no cambia su actitud ya intolerable de conflicto político vamos a parar en esto.
El caso de Deivis Campos debe ser el más emblemático en el país, no habrá mayor honor que bajar nuestras banderas del odio; sea del lado que sea; y en honor a su nombre comenzar a buscar la paz verdadera, el racionamiento, la lógica en la disputa y dejar la violencia. Así como no sería justo ruletear a un niño o persona en el Oeste hasta que le pase algo tampoco sería bueno hacerlo en el Este. Somos venezolanos, corre la misma sangre, respiramos el mismo aire.
Quién le va a devolver el hijo a esta familia; sería acaso sabio seguir enarbolando la injusticia solo porque éste o aquél es Chavista o algo que se le parezca? Les recomiendo ver una película que me inspiró con más fuerza escribir este artículo; es un filme basado en un caso de Irlanda, donde los odios ideológicos y raciales los consume, llamado Evelyn donde la Justicia de Dios se impone siempre sobre los más desvalidos.
Me duele que se haya perdido un hijo para imputarle culpa a un programa social inspirado en Cuba. Es una gran estupidez tratar de hacer valer los argumentos políticos eliminando o desmejorando la vida de una persona. Ojalá deseásemos llegar al poder para servir a la gente, pero no es así. Son muchas las excepciones porque ganar dinero sin trabajando aún devengando un sueldo es lo que se ve en cualquier instancia del estado no porque haya nacido en este proceso; es una cultura inculcada con el ejemplo que arrastramos en todo el sistema democrático desde hace décadas.
De qué vale llegar a una junta parroquial, o a la cámara de diputados, o algún ministerio con la conciencia cargada por la complicidad de un herido o muerto cuando buscamos por cualquier vía, sea de la participación u omisión, para estropear o mal poner a un funcionario o un sistema. Esto ha de cambiar. Prefiero seguir trabajando en mi Iglesia y no llegar por la vía violenta a un puesto público; de hecho los cargos en cualquier gobierno son temporales allí la rivalidad se impone y se aplica la ley del más fuerte.
Termino este escrito pidiendo al Señor Jesucristo que consuele y llene con su Espíritu a la Familia de Deivis, que quite de los corazones tanto de los opositores al gobierno como a los chavistas que se dejan seducir por la confrontación física y verbal también. Debemos seguir el ejemplo de los padres de Deivis; ese clamor fue inspirado por Dios quien llama a la unidad independientemente de las diferencias políticas, los muertos en el Puente LLaguno, los de Altamira, los de cualquier parte del país por razones políticas no justifican un mal o mejor gobierno. La Biblia dice que al que a hierro mata a hierro muere.
Solo queda decir mis más sinceras bendiciones a todos los familiares y amigos de Deivis y una aspirina a la oposición.