Ha vuelto el Comandante Zacarías. Anda por todas partes como el viento. No tengan miedo. Esta vez llegó para quedarse entre nosotros, y lo hará, hasta que se instaure el nuevo día de la paz, de la solidaridad sellada por la sangre de cientos de hermanos y hermanas del campo venezolano y de dirigentes populares asesinados por los falsos demócratas; incluso, permanecerá más allá del día en que los magistrados del Tribunal Supremo de Justicia y los demás jueces de la República juzguen con justicia.
El Comandante Zacarías viene de nuevo para revelarnos sus visiones: nos anuncia que la medida del pecado la representa en estos momentos la derecha fascista venezolana agrupada en ese engendro llamado coordinadora democrática; que los contrarrevolucionarios ya tienen una línea política trazada para recuperar el gobierno: "la violencia"; que los enemigos del exterior vienen con todo en contra de nuestro pueblo; pero también nos profetiza ¡alégrense! que la oligarquía y sus aliados nacionales e internacionales serán nuevamente derrotados por la fuerza indestructible de nuestro pueblo Zacarías nos enseña en el último comunicado de las Fuerzas Bolivarianas de Liberación (FBL), titulado"Acerca de los últimos atentados terroristas y secuestros", que el sufrimiento ayuda al pueblo a concientizarse, a entrar en razones y a cambiar de mentalidad. Que es ineludible unirnos, ennoblecer los criterios comunes y posponer la discusión acerca de las contradicciones de carácter filosófico y práctico existentes entre nosotros.
Proyecta, además, el documento, que la unidad gire alrededor del liderazgo del Comandante Hugo Chávez y la necesidad de adherirnos al proyecto consagrado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; que nos sigamos guiando por el pensamiento y la acción libertaria de Simón Bolívar y el de los hombres y mujeres forjadores de la identidad latinoamericana. En ello, no hay observación alguna. Sin embargo, es oportuno destacar que la derecha recalcitrante también está haciendo llamados de unidad; con la diferencia de que la unidad pregonada por ellos, la hacen para preservar sus intereses particulares; la nuestra, por el contrario, gira en torno a los grandes intereses del pueblo; por eso, ante la inefable inercia de la realidad, debemos acelerar el trabajo revolucionario en el seno de las masas.
De su parte, el pueblo venezolano sabe muy bien que si la derecha recupera el poder vendrán la persecución y el asesinato de sus mejores hijos; volverán los pactos sociales del puntofijismo; se percata que desde el mismo momento en que los oligarcas asuman el poder se aplicarán de nuevo las recetas del Fondo Monetario Internacional (FMI), esta vez, disfrazadas de capitalismo solidario; y que la economía de mercado intentará borrar de la faz de la tierra venezolana la Agenda Alternativa Bolivariana.
Por eso es que el llamamiento a la unidad de los revolucionarios que nos hace Zacarías, se inserta en la lógica de la revelación que le fue dada una noche del día veinticuatro, del mes de Sebat, al hijo de Berequías y nieto de Ido: "Una noche tuve esta visión: Vi un jinete montado en un caballo rojo. Estaba parado en un valle, entre unos arrayanes, y detrás de él había un grupo de caballos, unos rojos, otros castaños y otros blancos. Yo pregunté: Señor ¿quiénes son esos jinetes? Y el ángel que hablaba conmigo me contestó: Yo te mostraré quienes son": Son el Libertador Simón Bolívar, Manuela Sáenz, el Mariscal Sucre, Ezequiel Zamora, el Indio Rangel, Emiliano Zapata, Augusto Cesar Sandino, Ernesto Ché Guevara, Guaicaipuro, la reina María de la Onza, el Negro Miguel, Camilo Torres, Manuel Pérez, Fidel Castro, Hugo Chávez Frías y muchos otros.
Es, precisamente, con esa fuerza espiritual unitaria que los herreros de este país latinoamericano y caribeño debemos contar para derrotar a los cuernos del poder de la derecha venezolana y de sus aliados de EE.UU, España, Colombia y República Dominicana. Para ello contamos con la solidaridad de los herreros de la Patria Grande y de otras naciones oprimidas del planeta que no dudarán en venir a combatir con nosotros para hacer temblar de espanto y cortarle los cuernos a quienes pretenden arrebatarnos la utopía, más no la quimera, de alcanzar nuestra independencia y autodeterminación como pueblo soberano.
El pueblo pobre de Venezuela; o sea, los que tenían apagadas sus voces y jamás se les había dado una oportunidad para cambiar la situación que los oprime, tiene ahora mismo en sus manos una cinta para medir el largo y ancho de las casas y propiedades de los enemigos de la revolución bolivariana; empezará, seguramente, por los que se disfrazaron de revolucionarios con boinas coloradas, azules, moradas y ahora de vino tinto, para robarle y mentirle; los corruptillos esos, pues; luego irá contra los oligarcas y permanecerá allí en esos espacios hasta que no queden ni vigas ni piedras.
Ese mismo pueblo que el día 13 de abril de 2002 salió a la calle para reponer a Chávez en Miraflores, estoy seguro, no lo pensará dos veces para derribar cualquier muralla que le impida contemplar con satisfacción la nueva sociedad que empezó a construir el día del "caracazo"; por allá el 27 de febrero de 1989, y es más, un poco antes, concretamente, en los años primeros de la década de los sesenta.
Junto con los militares patriotas de la Fuerza Armada Nacional, el pueblo se montará en los "cuatro carros de guerra" para atravesar los ríos, los valles y las montañas, y saldrá de cualquier lugar de los cuatro vientos para defender la Constitución bolivariana y la soberanía venezolana.
"El opresor no volverá a oprimirlos porque yo vigilo con mis propios ojos" Zc 9.8.
Este es el mensaje que recibió Zacarías, y con el cual hoy nos convoca a todas y todos para que luchemos por relaciones de amor y justicia, por la adhesión efectiva a la causa del otro, por que la hagamos también nuestra propia causa". Porque seamos solidarios, ya que ser solidario en la patria de Bolívar, y en América Latina, por su puesto, significa, como dice don Pedro Casaldáliga, luchar juntos por la liberación de todos. ¡No tengan miedo! ¡Esfuércense! ¡Qué bueno, qué bonito será el país! Con la abundancia de la tierra y de los campos petroleros, con el agua de los ríos Orinoco y Apure, con el rocío del cielo azul de nuestra bandera, nuestros muchachos y muchachas crecerán hermosos. ¡Alégrate mucho, ciudad de Caracas! ¡Canta de alegría, pueblo de Venezuela! ¡Habrá patria para todos o no habrá patria para nadie! Yo les daré fuerzas, y avanzarán en mi nombre. Yo, el señor, doy mi palabra. ¡Zacarías somos todos los bolivarianos!
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