¿Reconciliación o Pleito de Locos?

Con frecuencia hemos visto en los últimos días en casi todos los canales de televisión, así como en numerosas emisoras de radio, y sin que pueda faltar en los medios impresos, un llamado por parte de los "ganadores" del referéndum constitucional a reconciliarnos los unos con los otros, como si se tratara de un juego Caracas-Magallanes, en donde al salir del stadium, le pides disculpas a un amigo al que le sacaste la madre, le das un abrazo y todo queda como pleito de locos…Aquí no ha pasado nada.

En primer lugar, quien suscribe, no puede llamar ganador a nadie que con su acción, cause un mal a otro, si por mal entendemos en este caso en particular, el negarse a colaborar a saldar una deuda social que tenemos todos. En otras palabras votar en contra de una opción que allanaba el camino hacia la justicia, camino este que nos fue negado desde un comienzo.

Volviendo al tema que quiero abordar, es propicio hacer referencia a una conversación sostenida con un finado amigo adeco, de esos que eran honrados, y que por razón de esa extrema honradez jamás fue sacado del rincón. Me decía este amigo hace una veintena de años, que la clase política subsistía en Venezuela por que este era un pueblo noble que olvidaba pronto. No es de extrañar entonces el "quítate tu pa ponerme yo" que tenían los tristes protagonistas de la cuarta república.

Pretender hoy, que ese pueblo engañado mil veces, es el mismo pueblo de la Venezuela de ahora, no solo es un argumento extemporáneo, sino que ofende la inteligencia de ese mismo pueblo al que ellos le negaron por décadas el acceso, no a la riqueza, sino a la dignidad.

Es por este motivo que aparte de los argumentos esgrimidos por notables analistas como el profesor Wladimir Acosta para negarnos a reconciliaciones que no se pueden dar, sumo a esas razones el intento de ofender una vez más la inteligencia del pueblo venezolano.

En cuanto a ese llamado a reconciliación iniciado por voceros de la oposición, pienso que adolece de dos elementos primordiales, uno, el arrepentimiento, y es que en ese acto de contrición la oposición tiene que comenzar por reconocer públicamente su arrepentimiento por, entre otras cosas dar un golpe de Estado, secuestrar al señor Presidente, iniciar un paro que llevo a la quiebra, incluso, a miles de sus partidarios, atentar contra el corazón de nuestra economía al parar la industria petrolera, inventar las guarimbas, propiciar el odio a través de sus medios alienantes, cerrar canales de televisión, mentir de manera sostenida en sus medios de prensa y… paren ustedes el rosario. El otro elemento que haría falta, no es otro que el reconocimiento del hecho de que somos (muy a pesar de que ellos se sientan ganadores del referéndum) la gran mayoría, y que esa gran mayoría no piensa volver atrás, que si pretenden alguna vez reconciliarse con el pueblo, la mejor forma es cerrándole la puerta al neoliberalismo y abriéndosela a un modelo de sociedad mas justa. Si esto no sucede así, y los revolucionarios nos limitamos a pasar la pagina, y tomarnos de la mano como si nada hubiese pasado en los últimos ocho años, seria tanto como aceptar que alguna vez nosotros quemamos el Sambil, hemos hecho guarimbas en la avenida principal de las Mercedes, hemos caceroleado a la gente de Prados del Este, y como estamos a la "par", dejemos eso así como pleito de locos y marchemos al futuro. Aceptar ese llamado a reconciliarnos tendría el mismo valor de tener una serpiente cascabel como mascota y pretender que esta jamás nos picará a nosotros.

Nos hemos olvidado camaradas que hace apenas doce días nos echaron un balde de agua fría, y eso debiera al menos haber despertado del letargo a muchos revolucionarios. Ese viejo adagio usado en el boxeo, de que el que pega primero, pega dos veces, no puede ser aplicado contra nosotros, no, si no queremos escuchar otra vez a Daniel Romero leyendo en el Palacio del Pueblo. Con esto quiero significar, que con ese llamado a reconciliación, la oposición comenzó desde ya, la caza por esos tres millones de votos que nos faltaron, es aquí donde tenemos que demostrar nuestro temple, nuestra disciplina y sobre todo nuestra constancia defendiendo desde "ayer" nuestras ideas, no podemos dejar que llegue un próximo referéndum, sea cual sea, ni una elección presidencial, para que sea en ese momento en que arranquemos a trabajar. El día de arranque es hoy, y el momento es ya, no hay mañana si no arrancamos de una vez, y créanme, las generaciones futuras jamás nos lo perdonaran.

Una de las ventajas que opera a nuestro favor es que la dirigencia opositora es torpe al develar su estrategia, un ejemplo de ello es lo dicho Julio Borges a Ernesto Villegas, palabras mas, palabras menos, ellos defienden es la importancia del voto. Torpe seria no darnos cuenta que esa importancia estriba solo en el numero de votos, jamás en identificarse, ni comulgar con el pueblo. Es en esa dirección que apuntan los tiros.

Por ahora, para concluir les invito a leer, analizar y a reflexionar sobre el siguiente fragmento, extraído del Manifiesto de Cartagena, escrito por el padre de la patria el 15 de diciembre de 1812.

"…Permitidme que animado de un celo patriótico me atreva a dirigirme a vosotros, para indicaros ligeramente las causas que condujeron a Venezuela a su destrucción; lisonjeándome que las terribles, y ejemplares lecciones que ha dado aquella extinguida República, persuadan a la América, a mejorar de conducta, corrigiendo los vicios de unidad, solidez, y energía que se notan en sus gobiernos.

El más consecuente error que cometió Venezuela, al presentarse en el teatro político fue, sin contradicción, la fatal adopción que hizo del sistema tolerante; sistema improbado como débil e ineficaz, desde entonces, por todo el mundo sensato, y tenazmente sostenido hasta los últimos periodos, con una ceguedad sin ejemplo.

Las primeras pruebas que dio nuestro gobierno de su insensata debilidad, las manifestó con la ciudad subalterna de Coro, que denegándose a reconocer su legitimidad, lo declaró insurgente, y lo hostilizó como enemigo.

La Junta Suprema en lugar de subyugar aquella indefensa ciudad, que estaba rendida con presentar nuestras fuerzas marítimas delante de su puerto, la dejó fortificar, y tomar una actitud tan respetable, que logró subyugar después la Confederación entera, con casi igual facilidad que la que teníamos nosotros anteriormente para vencerla…"

Pregunta este servidor:

¿Hasta cuando toleramos?

¿Hasta cuando perdonamos?

jesuselima@gmail.com


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Jesús Enrique Lima Rivas


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