Yo tengo mis gastos "cubridos" con mis ahorritos o los nuevos ricos del proceso

Uno de los fenómenos negativos más llamativos de la revolución bolivariana, es la cantidad de nuevos ricos que está saliendo de la gerencia revolucionaria actual. Se trata de una nueva clase sin pedigree, son millonarios de sopetón. Como dice un amigo, hay mucha gente que se esta haciendo rica de golpe y porrazo. Estos “ejecutivos” están conscientes de que viven su momento y tienen que aprovecharlo al máximo, pues el tiempo y los cambios bruscos en la administración del gobierno atentan contra sus intenciones de ocupar (o más bien trepar) un nuevo estatus en la sociedad. Para ellos lo que importa es la pasta, pero no precisamente de alimentación, sino aquella que nos remite al neologismo español equivalente a dinero. Estamos ante “una cuerda de bandidos” que roban todo lo que pueden, mientras pueden y cada vez que pueden.

A estos nuevos ricos cuando se les pregunta por su nuevo estilo de vida, responden que gracias a sus ahorros y otros dineritos que lograron con “esfuerzo propio”, gracias a Dios sus gastos están “cubridos”, palabra esta que nos recuerda a la triste celebre barragana de Lusinchi, me refiero a la DOCTORA BLANCA IBAÑEZ (Titulo discutible por estar la sombra de sospecha de haberlo comprado), esta señora cambió tan rápido su estilo de vida, que todo el mundo quedó asombrado y algunos enardecidos por la desvergüenza con la que esta “Dama” actuaba. Este tipo de comportamiento reprobable se generaliza en la actualidad dentro de las filas revolucionarias, pero los únicos que (al menos en apariencia) sufren sanción, expulsión, investigación o hasta hostigamiento son las personas que se atreven a realizar algún tipo de denuncia al respecto.

A los denunciantes se les descalifica señalándolos como agentes del imperialismo, contrarrevolucionarios y actores de globovisión. Se desata toda una campaña para tratar de poner al denunciante en tela de juicio ante la opinión pública, negándoles lamentablemente el derecho a formular su denuncia en los canales del Estado, pues matando al mensajero, creen que la realidad puede ocultarse. A esto se suma que el denunciado busca (y en ocasiones recibe) la bendición del Comandante de nuestra revolución, a quien logra envolver con sus embustes, cubriéndose de la imagen del superior y ganando indulgencia con escapulario ajeno, pues usa la honorabilidad del Presidente, ya que no posee una propia que mostrar.

Muy alejado de estas actitudes se encuentra el comportamiento de un verdadero revolucionario. En nuestro parecer, esta actitud revolucionaria implica que cuando se hace una denuncia seria contra un funcionario, éste trata de despojarse de toda investidura y solicita a los organismos competentes inicien la investigación correspondiente. Es decir, los revolucionarios esperamos que si existe un problema con un personero del gobierno, él mismo ponga su cargo a la orden y facilite todo el proceso de averiguación, pero aquí sucede todo lo contrario: en muchos casos se le protege por solidaridad automática (sin siquiera verificar el contenido y los fundamentos de la denuncia), salen los padrinos en su defensa y hasta se le premia con responsabilidades mayores en la administración pública. Así, la denuncia no es más que un show mediático y el denunciante un lacayo del Imperio, cuando en realidad la derecha endógena está repitiendo las mismas cosas que ya vivimos en la IV República, con el agravante de que nuestro proceso de cambios surgió precisamente para poner coto a estas situaciones, no para reproducirlas, ni mucho menos para avalarlas.

PATRIA, SOCIALISMO O MUERTE…. ¡VENCEREMOS!

Dr. Pedro García Avendaño. (UCV)

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