Hace pocas semanas, Orlando Chirino, marxista, escribía un hermoso y
merecido homenaje a Cruz Villegas, marxista, a 15 años de su pase a las
mayores. Orlando se reconoce como abanderado del trotskysmo, es decir
del leninismo, y de alguna forma establece diferencias con Villegas, a
quien, siendo militante del PCV, no le queda otra que ser
marxista-leninista (de manifiesto). Ellos son obreros y se entienden.
Ya sabemos que no es un asunto de rótulos, sino de roturas, o de como
diría un matemático, de singularidades en el proceso histórico.
Por respeto a Villegas, Orlando no va a salir a decirle
"stalinista" de buena a primeras a Villegas. Ellos son obreros, ambos
de orígenes proletarios y ambos infatigables estudiosos de la teoría
revolucionaria y respetuosos del sistema de referencia que nos impone
pautas y conductas si queremos ser algun día ser llamados
revolucionarios por nuestros pares. El respeto por la memoria de
Villegas es quizás lo que impulsa a cerrar su homenaje con el siguiente
párrafo:
"Quiero terminar este corto
reconocimiento a Cruz Villegas, enviando mis mejores saludos a Mario,
Ernesto y Vladimir, insignes hijos del legendario dirigente sindical
comunista, quienes han heredado de su padre la honestidad y la
integralidad intelectual, a pesar de las diferentes opiniones políticas
que cada uno de ellos defiende." http://www.aporrea.org/actualidad/a70218.html
Podría subrayar "insignes hijos" y podría subrayar también "la
honestidad y la integralidad (sic) intelectual" que cada uno defiende
desde sus posturas políticas. Empiezo por argumentar que Cruz Villegas
fue un insigne dirigente obrero. Y señalo también que ser hijo de un
insigne no hace a nadie insigne. Podría argumentar en contra de los
derechos de herencia y prohudionamente decir que "Toda propiedad
-excepto mis libros y mis discos- son un robo". Así que primero esos
hijos me tiene que demostrar que son insignes, en lo que un comunista y
proletario considera insigne, por méritos propios. Segundo que nunca he creído, bolivarianamente, en la honestidad e integridad intelectual de
mis enemigos de clase: "El talento sin probidad es un azote", y mucho
menos en la de aquellos que con tanta premura quieren destacarse como
"insignes" en sociedades de desiguales, explotadoras. Por tanto no
necesito de diplomacia sindical, ni de ninguna otra, para contraatacar
a quienes desde allende o aquende la talanquera se disfrazan de
socialismo (que no es otra cosa que movimiento al comunismo) y que
desde sus posiciones, fofas en lo teórico y celulíticas en la práctica,
pretenden imponer la subjetividad y el "me da la gana" como
herramientas de análisis histórico.
Mario y Vladimir Villegas son tan nietos de Betancourt como lo soy
yo. Ambos tres somos hijos de la representativa. Ellos tuvieron la
suerte de estar al lado de un insigne dirigente proletario, y aprender
directamente de él la teoría y la práctica revolucionaria. Ambos tres
deberíamos estar claros en qué significa Revolución y qué acciones
arriman brasas para la sardinas de la contrarrevolución. Una cosa es
marcar distancia de los gobierneros, otra muy diferente es regalarle
armas al enemigo de clase. Su conducta de apoyo implícito a la
contrarrevolución no puede seguir siendo tratada con pétalos de rosa
porque sean hijos de Cruz Villegas. Su falta de compromiso con las
ideas del padre, lo hacen a pulso, lo hacen a conciencia, invocando
pusilánimes pluralidades democráticas y tolerancias, que, ellos bien
saben, no forman parte de ningún programa revolucionario; porque no se
puede ser tolerante con la mentira, con la deshonestidad, con la falta
de integridad intelectual, con la falta de ética, con el cipayismo
abierto o solapado, todas estas características añejas de la
contrarrevolución en nuestros paises y de los contrarrevolucionarios
(aquende y allende la talanquera) en toda la galaxia.
Si el materialismo histórico que les enseñó el padre les demuestra
a estos muchachones que el proceso social que se da en toda
Latinoamérica -con sus altos, su bajos y sus traidores- va mal, y dado
que Cruz nos demostró con creces que sabía muy de qué iba la cosa,
podemos echar mano de lo poderes creadores del pueblo y decir:"Segundas
partes nunca fueron buenas".
Insisto, con un ejemplo, le hace más daño a la moral revolucionaria
un Ernesto Cardenal arrodillado y humillado ante el Sr. Wojtyla, que
150 años de propaganda anti-comunista o los reales que se haya robado
un "sandinista". Si van a disparar contra el entusiasmo revolucionario
de nuestros pueblos, que no lo hagan desde posiciones disfrazadas de
Socialismo. El Socialismo no se acomoda a las necesidades específicas
de los sifrinitos problematizados (ni de los aspirantes, que son los
peorcitos).
Diplomacia innecesaria, que algo queda...
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