Se escribe pronto pero son 77 (en letras: setenta y siete) años recién cumplidos. Apenas una década menor que la progenitora de quien esto escribe y que, desde Gómez para acá, ha visto de todo desde su alta posición de proletaria. Esa misma que me miró feo cuando puse en duda el arraigo popular y el entusiasmo de las mayorías por el proceso revolucionario venezolano en su prehistoria, es decir el período que va desde que a Tamanaco lo mataron los perros españoles (los de dos y los de cuatro patas) hasta el 13 de Abril, 2002.
¿A qué edad empieza la lucha en contra del poder? ¿A qué edad se toma conciencia del tinglado social que nos aliena y nos esclaviza? En esto tambien el asunto es idealista (que no imposible): a cada quien según el carajazo, de cada quien según si se recupera.
Creo haber dicho que para mí, Septiembre 11, 1973 y las últimas palabras de Allende fueron el definitivo despertar político. Aunque recordaba mis escarceos desde la trinchera del ateísmo contra "la fe de mis mayores", mucho antes que eso. Empezar a los 14 años, "pues", "enelmarcodeloqueseria" el siglo XX, es "dealgunamanera" "quebuenoque" algo tarde. (Nota bene: Si usted pudiese borrar las frases entrecomilladas de las emisiones de RNV, seguro estoy de que nos ahorraríamos 7 horas de transmisión al día). Seguro estoy de que mis paisanos de Falcón -por dar un ejemplo lejano en el tiempo y en el espacio- despertaban a la lucha con la leche temprana, o con la falta de ella. Pongámosle 10 años de edad como número redondo...
Douglas estuvo, entonces, 67 años peleando por la libertad, la igualdad, la fraternidad y la responsabilidad. Se dice rapidito. Ese Douglas Bravo que fue leyenda viviente, comandante guerrillero, dirigente político, analista, falleció súbitamente el día 3 de Mayo del año en curso, poco antes adentrarse en territorio enemigo para dar declaraciones. No hay que ponerse triste por ello. Resuscitó a la media hora, según las escrituras que conseguí en aporrea. Ahora tenemos de recién nacido al payaso Douglas Bravo y podremos reírnos de sus ocurrencias y morisquetas vía medios contrarrevolucionarios hasta que se lo lleve la pelona.
Aplicando los supermolidos y puteados versos del poeta alemán Bertolt Bretch (nombre y apellido que se escribe con B de bemol), al bueno de Douglas Bravo le faltó un tantico así para ser de los hombres imprescindibles...O para ponerlo con voz de Alí Khan: "claudicó en la recta final".
Paz a sus restos, que algo queda...
Manuel Brito
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