Hace unas semanas, en las aulas de la Universidad Autónoma de Sao Paulo, Brasil, periodistas y profesores de comunicación venidos de diecisiete países fundamos una nueva Organización No Gubernamental (ONG) con vocación planetaria: Media Watch Global (Observatorio Internacional de los Medios).
Había lanzado yo esa idea en febrero pasado, durante el último Foro Social Mundial de Porto Alegre. Y allí mismo, un grupo de estudiantes y de expertos mediáticos decidieron reunirse para hacer avanzar el proyecto. Redactaron un esbozo con las ideas básicas que nos sirvieron para convocar la reunión fundadora de Sao Paulo. ¿En qué consiste este proyecto?
Expresa en primer lugar la preocupación de los ciudadanos frente al nuevo poderío de las empresas gigantes de las industrias de la información y la nueva arrogancia de los medios de comunicación de masas. En esta era de la revolución digital, del multimedia y de Internet, la sobreabundancia de informaciones se traduce en efecto por un aumento exponencial de las manipulaciones, de las mentiras y de las campañas de intoxicación mediática. El rigor, la probidad y el profesionalismo de muchos periodistas está yéndose a pique.
Ante estos medios tan contaminados, los ciudadanos tienen cada vez más dificultad para distinguir lo verdadero de lo falso. Hay demasiado veneno en los contenidos de la prensa, de la radio o de la televisión. Todos los medios tienen tendencia a adoptar una concepción mercantil del periodismo. Considerada ante todo como una mercancía, la información se presenta con los atributos del sensacionalismo y de la espectacularidad.
Por todo esto, todos deseamos una descontaminación de los medios. Y reclamamos la creación de lo que podríamos llamar: una ecología de la información.
Demasiados medios colocan hoy sus intereses particulares por encima del interés general de la sociedad. Defienden su propia libertad basándose en la libertad de empresa y consideran esta en la lógica de la globalización como la primera de las libertades. Cuando en realidad, la libertad de empresa, por respetable que sea, no puede en ningún caso colocarse por encima del derecho de los ciudadanos a disponer de una información honesta, verificada y rigurosa. La libertad de empresa no puede constituir un pretexto para difundir falsas informaciones, contraverdades o difamaciones.
La libertad mediática no es más que una delegación de la libertad de expresión colectiva, fundamento de la democracia. Implica por consiguiente una "responsabilidad social" de los medios. Y su ejercicio debería estar, en última instancia, bajo el control responsable de la sociedad.
Antaño "cuarto poder" que se oponía en el seno de las democracias, a los abusos de los tres poderes tradicionales (legislativo, ejecutivo y judicial) los medios de comunicación de masas se han convertido en uno de los principales poderes en nuestras sociedades de opinión y de información. Acumulan a la vez el poder económico y el poder ideológico. Y se olvidan frecuentemente de defender el bien común. A su vez, oprimen. Porque ocultan hechos y datos, transforman la verdad, censuran ciertos análisis, difunden rumores y extienden calumnias.
Por eso está resultando indispensable inventar un "quinto poder". Para proteger a la sociedad de los abusos de los medios, defender la información como un bien público y reivindicar el derecho de saber de los ciudadanos.
Media Watch Global se propone asumir ese "quinto poder". La fuerza de este Observatorio Internacional de los Medios será esencialmente moral. Pronunciará amonestaciones éticas. Y sancionará los casos graves de falta de honradez profesional publicando informes y estudios que difundirá masivamente.
Todos los participantes a la reunión fundadora de Sao Paulo hemos estimado que, cuando triunfa por todas partes la lógica implacable del mercado de la noticia, Media Watch Global constituye un indispensable contrapeso al superpoder actual de los medios.
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