Lévi-Strauss tiene un lugar en la historia de las ciencias sociales, sin dudas, un lugar cimero, junto a Rousseau, Marx y Engels, así como en los estudios de las comunidades indígenas brasileñas y amazónicas, con las cuales se hizo hombre de ciencias y un extraordinario investigador que dejó sus huellas para las futuras generaciones.
Para Lévi-Strauss, la América toda es una naturaleza “virgen y grandiosa” que lo convirtió en un “americanista” luego de culminar el estudio de 813 historias de comunidades indígenas de América del Sur y del Norte, siguiendo el rastro de los mitos y de los símbolos asociados a ellos, en el ultimo quinquenio de la década del 30 del siglo pasado.
Fue eficaz y certero puesto que no hay continente que para comprenderlo o estudiarlo se necesite tanta imaginación como el continente americano, el mismo que luego Carpentier lo describió como el hogar del “barroco americano”.
"Creo que ningún otro continente necesita tanta imaginación para estudiarlo", aseguró el pensador e investigador, que plasmó después esta visión en su obra emblemática, "Tristes Trópicos", reseñó AFP al dar a conocer la muerte de Lévi-Strauss ocurrida el viernes 30 de octubre y dada a conocer 72 horas después.
"He sido siempre un americanista a causa de la impresión imborrable provocada en mí por el Nuevo Mundo, a lo que se agrega el trastorno, que dura aún, causado por mi contacto con una naturaleza virgen y grandiosa", escribió.
Su visión científica de origen marxista, influida por la fuerza del psicoanálisis de Freud, le permitió adelantarse a los tiempos y al “olfatear” los aires revueltos del inicio de la era cibernética, por allá por la década de los sesenta, cuando comenzó la comparación del cerebro con una computadora, Lévi-Strauss llegó a predecir en sus escritos: “el cerebro humano funciona como un ordenador, con un modo de codificación binaria, y esta estructura fundamental del cerebro influye en la creación de categorías dualistas", subrayó la profesora Françoise Heritier, en Paris, homenajeando al antropólogo francés.
Lévi-Strauss consideró que Rousseau fue el padre de las ciencias sociales y al mismo tiempo consideró que el pensamiento primitivo “tiene el mismo afán clasificador y ordenador que el pensamiento científico moderno, y es igualmente un pensamiento sistemático. De hecho, no obstante, con el nombre de pensamiento salvaje, designa un sistema de postulados precisos para fundar un código que permita traducir lo «otro» en lo «nuestro». En particular muestra que los mitos, lejos de ser meras construcciones fantasiosas, constituyen elementos de ordenación y clasificación mediante los cuales las culturas que los sustentan pretenden dar sentido y explicación de todos los fenómenos que las afectan. Así, el pensamiento salvaje presenta una estructura tan lógica como el pensamiento moderno”, dice el diccionario filosófico Herder sobre Lévi-Strauss.
“Sus estudios antropológicos son un alegato científico contra el racismo, por cuanto verifica la existencia de un mínimo denominador común de información que alcanza a la universalidad del género humano, esto es, la existencia de raíces comunes de la especie a través de la diversidad de expresiones raciales y culturales que engarzan el pensamiento universal”, reconocen los especialistas del sitio web especializado Infoamérica.
Lévi-Strauss crecerá con los tiempos, cuando los pueblos se hagan más grandes y completamente libres, y todos puedan comprobar la verdad descubierta por él.
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