Carta al Papa

Gloria Gaitán: Quieren hacer desaparecer los restos de mi padre

MEDIANTE RESOLUCIÓN DEL 17 DE JUNIO DE 2004

EL GOBIERNO DE ALVARO URIBE SE PREPARA PARA

HACER DESAPARECER LOS RESTOS DE JORGE ELIÉCER GAITÁN



¿TERMINARÁN HACIENDO PARTE LOS RESTOS DE GAITÁN DE LA COLECCIÓN DE LA SECTA

"The Order of Skull and Bones"

FUNDADA POR LA FAMILIA BUSH?





Ruego de su hija al Papa ante la profanación a la tumba de su padre, el líder popular colombiano
por Gloria Gaitán



Bogotá, D.C. – julio de 2004









Su Santidad Juan Pablo II,

Como Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro, Su Santidad “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles”[1]. Por esta razón me dirijo a Su Santidad, ya que mi queja por la profanación de la tumba de mi padre, el líder popular colombiano Jorge Eliécer Gaitán, símbolo de nuestra identidad raizal y valor somero de la cultura intangible de nuestro pueblo, tiene como fundamento – además del dolor filial – un clamor desesperado para que no se rompa la unidad cultural de los humildes de Colombia que se afianza en su pasado histórico.

Cuando estamos acongojados, abatidos y derrotados, lo que buscamos es alguien que tenga la autoridad y sensibilidad suficientes para entender nuestro dolor. Es también por esta razón que acudo a Su Santidad, porque no dudo que la tristeza que me agobia sabrá comprenderla como nadie y por ello tendrá las palabras adecuadas para orientarme y reconfortarme en este agotador camino que la vida me ha impuesto.



Perdóneme si alguien, como yo, que no tiene poder ni significación especial, se atreve a dirigirse a Su Santidad en búsqueda de una respuesta ante la situación infamante en que han querido colocar la memoria de Jorge Eliécer Gaitán, símbolo de un pueblo mártir como el colombiano, que por haber querido ser dueño de su destino ha debido pagar con la muerte y la persecución su sueño de redención, que para los poderosos representó una osadía intolerable que decidieron castigar con el genocidio colectivo, generalizado y sistemático, que desembocó en un baño de sangre que anega hasta hoy el suelo de nuestra patria.



Pero la muerte física de mi padre no les ha bastado. También pretenden ahora atentar contra su legado histórico. En efecto, el Consejero de Paz del Presidente Alvaro Uribe Vélez escribió en un ensayo titulado “La Sangre de Gaitán”[2] que los colombianos debíamos convertirnos en sepultureros de su memoria, al precio de que nos llamaran apátridas. Inspirados en esta sacrílega tesis, un grupo de paramilitares me envió un anónimo señalando que era indispensable destruirme porque yo, como hija de Gaitán, era un obstáculo para enterrar su memoria.



Como segundo paso, el gobierno ordenó la liquidación de la entidad creada desde el magnicidio de mi padre para honrar su memoria y procedió, ganando tiempo, a elevar denuncias temerarias contra mí ante la justicia, a fin de crear en la opinión pública una atmósfera negativa para despojarme de la fuerza moral necesaria para defender la permanencia de la memoria de mi padre en la cultura colectiva, como herramienta para elevar la autoestima popular. Afortunadamente las acusaciones han ido cayendo, una a una y el tiempo demostrará que se trataba de una maquiavélica fórmula para garantizar el cierre del Instituto que buscaba recoger el testimonio popular de mi padre.



Como sepulcros blanqueados han propuesto, como sustituto de esta Entidad, crear una cátedra en la Universidad Nacional con el nombre de mi padre, lo cual es una farsa, ya que en las leyes de honores que el Congreso de Colombia expidió desde 1948, con ocasión de su asesinato, se había encomendado a esta Universidad varias acciones conmemorativas que, aún a pesar de mi constante insistencia, nunca se pusieron en práctica. Esto explica también por qué el rector de la Universidad Nacional se ha negado a recibir a la familia directa de Gaitán y a sus seguidores para hablar del asunto. Porque se trata de convertir a mi padre en un “ícono inofensivo” y útil a una ideología que, contraria a la de mi padre, privilegia la guerra y la economía neoliberal.



Ya conoce Su Santidad lo que implica que los fariseos se apoderen del nombre de una figura paradigmática para convertirla en altar al servicio de intereses contrarios a los que representó. Es por ello que Su Santidad, en gesto loable, pidió excusas a nombre de la Iglesia Católica por acciones protagonizadas por algunos de sus jerarcas, en contraposición del espíritu de humildad y generosidad que nos legó Cristo.



Su Santidad entenderá, entonces, que para mí, la figura de mi padre en manos de quienes nunca fueron partidarios de su nombre, y que hoy representan la antípoda de su ideario, es un gesto de oportunismo inaceptable y representa algo así como que el nombre y la figura de Jesús estuviera en poder de los Borgias.



Ahora bien, con carácter URGENTE recurro a Su Santidad, amparada en el hecho de que la Iglesia Católica, como el Islam y el Judaísmo, han tenido como tradición hacer respetar las tumbas de sus figuras religiosas e históricas. En cambio ahora, en la liquidación que hace el gobierno colombiano del Instituto que lleva el nombre de mi padre, que guarda en su sede la que fuera nuestra casa, convertida desde 1948 en Monumento Nacional y en Casa-Museo, así como el llamado Patio de la Tierra, conformado por tierra traída de todos los municipios de Colombia, lugar donde el cuerpo de mi padre está sembrado y no enterrado - por ser semilla de libertad y no cadáver -, como también se encuentran las tumbas de mi madre y de mi abuela paterna, no se les menciona en la resolución 024 de disolución suscrita el pasado 17 de junio por el liquidador, buscando que la Casa-Museo y las tumbas queden como bien monstrenco, sin propietario, sin dueño, sin tenedor. Nada de nada, a fin de hacerlas desaparecer.



No es de extrañar esta deliberada “omisión” de la Casa-Museo y de las tumbas de mis progenitores y de mi abuela en la resolución de liquidación del Instituto Gaitán, pues hace parte de la estrategia diseñada para sepultar la memoria de mi padre, como lo pregona el Consejero de Paz del Presidente Uribe, el psiquiatra Luis Carlos Restrepo, tarea encomendada al liquidador.



Es por esta razón que el único diario colombiano de circulación nacional, El Tiempo, el 24 de abril de este año, informaba en la página 1-6 que la tumba de mi padre, Jorge Eliécer Gaitán, está situada en la alameda del Cementerio Central de Bogotá y "está siendo pulida y arreglada para preservarla en la memoria de los visitantes". Esta falsedad la publicó ese diario, uno de cuyos dueños es el Vicepresidente de Colombia, desorientando a la ciudadanía que así olvidará el lugar verdadero donde están los restos del líder popular.



Al indagar sobre la ausencia a la mención de las tumbas y de la Casa-Museo en la resolución 024 del 17 de junio de 2004, fui informada de la existencia de “La Orden de la Calavera y los Huesos” donde sus miembros ascienden, entre otras cosas, a medida que detentan los restos de líderes destacados que hayan luchado contra el régimen imperialista norteamericano. Esto sucedió ya con los restos del General Omar Torrijos, del líder mexicano Pancho Villa y del líder indígena norteamericano Gerónimo.

Por dos siglos, afirma el escritor Kris Millegan[3], la organización secreta de la "Calavera y los Huesos" ha operado en la Universidad de Yale, en el estado de Conecticut y sus miembros han ocupado la presidencia, la suprema corte, el congreso de los Estados Unidos, servicios de inteligencia, y forman parte de las más poderosas familias de la Unión Americana, Sobre esta orden se han publicado libros (The Wise Men), se han hecho películas (The Skull) y algunos diarios le han dedicado espacio a "The Order of Skull and Bones", como se le conoce en ingles. El escritor y periodista Ron Rosenbaum (del periódico New York Observer) y un grupo equipado con cámaras de video con visión nocturna, lograron infiltrarse en las cercanías de "la tumba," lugar donde cada año, son iniciados quince nuevos "neófitos". El presidente Bush y su padre y ex director de la Agencia Central de Inteligencia, son parte del grupo de "los huesos" (como le dicen los conocedores del tema). Los fundadores de la CIA, tres presidentes, varios asesores de seguridad nacional, los que tomaron la decisión de usar la bomba atómica en Hiroshima, tres de los cuatro que planificaron la invasión a Playa Girón, en Cuba, y los que empantanaron al país en Vietnam, fueron parte de esa organización, dice el escritor Rosenbaum. La palabra "spook" o espanto, usada por agentes de la CIA como sinónimo de espía, es parte del lenguaje coloquial de las sociedades secretas de Yale, afirma Rosenbaum, quien tiene un cuarto de siglo estudiando el tema y fue compañero de clases de George Walker Bush.

Ésta bien documentada información me tiene hondamente preocupada, pues no hay que olvidar que el Presidente Uribe es un obsecuente servidor del Presidente Bush, siendo el único mandatario de Sudamérica que aplaudió y apoyo la invasión a Irak. Ahí se explicaría el silencio sobre la tumba y la Casa-Museo en la resolución de liquidación del Instituto Gaitán. Al pueblo le harían creer, como lo divulga el periódico El Tiempo, que los restos del líder popular están enterrados en el Cementerio Central de Bogotá.

Además, Su Santidad debe conocer el proyecto norteamericano Santa Fe II, donde citan a Su Santidad hablando de la importancia de la cultura para evangelizar a un pueblo y, por ende, subrayan los autores del escrito la importancia que tiene despojar a un pueblo de sus raíces históricas cuando se quiere conquistarlo. Por ello toma plena fuerza la frase de mi padre: “Los hombres que hemos cruzado universidades sabemos que el hombre es como las plantas, que la planta da fruto y flores no por la planta misma sino por el surco y la tierra donde ha prendido y que el Hombre y un pueblo no pueden ser grandes y fuertes sino en razón de las tumbas donde tienen el alimento para su futuro”.

Su Santidad ha expresado en reiteradas ocasiones la importancia indiscutible que tiene el hecho de que la Basílica de San Pedro esté construida sobre la tumba del Príncipe de los Apóstoles, donde anualmente llegan los obispos del mundo a rendirle tributo, ad limina apostolorum, a quien fuera escogido por Cristo para fundar Su iglesia. Por ello guardo en mi corazón la convicción de que Su Santidad comprenderá y compartirá mi desconcierto ante la voluntad gubernamental de darle un destino diferente al inmueble construído en torno de su tumba, edificado para perpetuar la memoria de mi padre y concebido como espacio que debía apropiarse el pueblo, a fin de desarrollar una cultura participativa, de honda dignidad y sentido de pertenencia a nuestra patria y a nuestro destino colectivo. Esta misión solo la puede realizar el propio pueblo, en el sentido del pueblo de Dios, el pueblo humilde a quien se le otorga el lugar fundamental en el corazón de Cristo y es centro de sus acciones redentoras.

Mi corazón desgarrado indaga por un camino eficaz que frene la profanación de que está siendo objeto la tumba de mi padre, símbolo del pueblo humilde colombiano. Por ello busco:

1º. Que la tumba de mi progenitor sea respetada y conservada en las condiciones en las cuales fue concebida al sembrar su cuerpo en tierra proveniente de todos los municipios de Colombia, como deben ser respetados los restos de quienes nos han precedido, en señal y símbolo de nuestra fidelidad a nuestros antepasados y respeto y veneración por nuestra memoria histórica.

2º. Que las tumbas de mi madre y de mi abuela sean protegidas y honradas, como lo habría querido mi padre, razón por la cual están enterradas al pie suyo.

2º. Que el edificio que se viene construyendo a partir de su tumba no cambie de destino, sino que continúe siendo la “cátedra”[4] a partir de la cual el pueblo humilde y aún analfabeta – y no los académicos – resguarden y proyecten su pensamiento, tal como lo concibieron los legisladores que hicieron posible la declaratoria de utilidad pública de los terrenos donde hoy se levanta El Exploratorio, diseñado para un fin concreto y definido: el trabajo autónomo del pueblo, sin paternalismos, en el camino de desarrollar su identidad y su cultura de participación, dignidad y justicia, como homenaje vivo y palpable a la frase de mi padre cuando dijo que “el pueblo es superior a sus dirigentes”, porque es un adefesio pretender que sea a través de la academia como se desarrolle una cultura participativa como herramienta para elevar la autoestima popular.

3º. Que la Casa-Museo sea entregada al manejo de las clases populares y no a las élites intelectuales, ya que mi padre, aún siendo uno de los más brillantes intelectuales de su época, como lo reconoció la Real Universidad de Roma, consideró que la verdadera sabiduría estaba en el pueblo y no en “la frialdad dolosa de los académicos”, en la misma forma en que Cristo escogió pescadores y no doctores de la Ley para construir su Iglesia.

Por lo tanto, con espíritu de humildad, ante mi desconcierto e impotencia apelo a la sabiduría de Su Santidad para que tenga a bien indicarme cuál es el camino que debo tomar para lograr estos objetivos inspirados por la fidelidad a mi padre y al pueblo que lo acompañó en su recorrido vital, recibiendo sus enseñanzas como legado de dignidad.

Me atrevo, muy respetuosamente, a pedir su intervención para que un dignatario como es el Presidente de Colombia, que se declara católico, respete unas tumbas que simbolizan un pasado histórico que enaltece el papel del pueblo humilde de Colombia y para que no continúe actuando bajo la inspiración de su Consejero de Paz con el propósito de tergiversar una memoria que recuerda a quien terminó su vida con palabras referentes a Jesús diciendo: “Cristo fue un hombre honrado y sin embargo murió sacrificado por el odio de sus perseguidores, sin que mengüara el brillo de su vida consagrada a la redención de los oprimidos”, porque desde el tiempo del Imperio Romano se utilizaron las acusaciones penales para impedir que se difundiera una doctrina que iba en contravía de los intereses políticos y personales de los dominadores.

Por eso, no me extrañaría que como respuesta a mi ruego le digan a Su Santidad que existen sendas acusaciones contra mí en multitud de fiscalías, en la Procuraduría y la Contraloría General de la Nación. Lo que no podrán decirle jamás es que han podido condenarme, pues los investigadores – a pesar de que la justicia en Colombia goza de la fama de ser acomodaticia a los intereses de quien está en el poder - no han encontrado fundamento en estas acusaciones para condenarme y, por lo tanto, el tiempo me dará la razón.

Respetuosamente, me inclino ante la benevolencia de Su Santidad,





GLORIA GAITÁN JARAMILLO

Telefax 57.1.2110260

Correo-e: gaitangloria@hotmail.com

Bogotá, D.C. - COLOMBIA





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[1] LUMEN GENTIUM, 23

[2] Restrepo, Luis Carlos, “La Sangre de Gaitán”, páginas 179-189 del libro “El Saqueo de una Ilusión”, 1998.

[3] http:/www.lateral-ed.es/tema/079_080suplemento.htm



[4] Decimos “cátedra” en el sentido en que lo emplea la Iglesia, como "sede", es decir, asiento, cátedra. Porque cátedra significa precisamente eso, asiento o silla. Por eso "catedral" es la iglesia en la que está la sede del Obispo. El 22 de febrero nuestros Calendarios Litúrgicos traen la fiesta de la "Cátedra de San Pedro". Resulta interesante recordar un poco la historia y la liturgia de hoy. En Roma, el año empezaba en marzo (los nombres de nuestros meses, de septiembre a diciembre, aún dan testimonio de ese uso). Con febrero, pues, acababa el año. Los últimos días de ese mes, los romanos se consagraban al recuerdo de los difuntos. "La fiesta de la Cátedra de San Pedro enlaza, por tanto, con el culto que los cristianos tributaban en el presente día a sus padres en la fe junto a las tumbas de Pedro en el Vaticano y de Pablo en la carretera de Ostia" (Pierre Jounel, Misal del Vaticano II) Es decir, que "el "natale Petri de cathedra" fue originariamente una conmemoración fúnebre de Pedro, organizada por la gran familia de la comunidad romana en honor de su fundador" (J. Pascher, El año litúrgico). Pero hay más. En los primeros siglos, siguiendo los usos mortuorios comunes, los cristianos tenían comidas fúnebres precisamente junto a la tumbas de los mártires. "Ahora bien, los griegos denominaron la comida fúnebre por la silla que en ella se ponía para el muerto" (J. Pascher, El año litúrgico) y dada la gran difusión que entonces tenía en Roma la lengua griega, cabe pensar que el banquete en memoria de Pedro se llamara "Cathedra Petri". La gran festividad anual de Pedro, junto con Pablo, pasó al 29 de junio, y en la fiesta de febrero se "quiso honrar... la promoción del Pescador de Galilea al cargo de Pastor supremo de la Iglesia"( P. Jounel, op. cit.). Tomado de La BibliaonLine – “22 de febrero: Cátedra de San Pedro”.


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Gloria Gaitán


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