29 de noviembre 2009.- Costa Rica: el gobierno de este país estuvo involucrado desde el comienzo en el golpe de estado hondureño. Hasta la ciudad de San José, los militares golpistas trasladaron al presidente legítimo Manuel Zelaya, en el aeropuerto de la capital costarricense lo dejaron como si fuera un paquete de encomiendas. Queda la duda si Costa Rica sabía o no, que un avión militar hondureño traería exiliado a la fuerza a un jefe de estado.
Posteriormente, Oscar Arias pasó a cumplir el presunto rol de "mediador", luego de atender órdenes desde Wasxhington, especialmente de Hillary Clinton. Fracasada su presunta mediación, el presidente costarricense se apresuró a emitir desde Israel su apoyo a la farsa electoral de la dictadura hondureña.
Japón: una nación que a pesar de ser gobernada sucesivamente por administraciones de derecha, no suele involucrarse de forma pública en asuntos latinoamericanos (excetuando caso del ex prófugo Fujimori), se plegó al golpe de estado. La administración de Yukio Hatoyama, otorgó un fuerte financiamiento económico a las elecciones de los golpistas en Honduras. La decisión de Tokio para otorgar los recursos se produjo en el contexto de la visita de Baracka Obama al archipiélago ocupado por varias bases militares estadounidenses.
Israel: desde el propio golpe de estadoen Honduras, el gobierno israelí se convirtió en el único país en el mundo que reconoció públicamente a la dictadura de Don Roberto Micheletti. Ahora el embajador de Israel en Honduras Eliahu López, informó que el Gobierno de ese país apoya las polémicas elecciones que se llevarán a cabo en la nación centroamericana y al ganador que resulte de éstas, porque cree que el proceso "es el camino más adecuado para salir adelante".
Perú: el gobierno de esta nación afirmó a través de declaraciones del canciller Belaúnde que reconocerá las elecciones previstas en Honduras. La excusa de la administración de Alan García para colocarse del lado de los golpistas es que en América Latina se ha salido dec dictaduras a través de elecciones realizadas en contextos de regímenes de facto.
Panamá: el magnate presidente Ricardo Martinelli, terminó de admitir que acompañaba al régimen de Micheletti. Desde el 28 de junio sus posiciones fueron ambiguas y cuando se acercó el tema de los comicios en Honduras, la administración de ultraderecha que gobierna Panmá decidió alinerase con la posición dictada desde Washington.
Colombia: aún cuando el gobierno de Álvaro Uribe no hizo declaración oficial son ya conocidas sus relaciones con el régimen de Micheletti, como ya lo han reconocido funcionarios golpistas hondureños.
Estados Unidos: desde el propio momento del golpe de estado, las posturas de Estados Unidos fueron contradictorias. En principio solicitaban el retorno de Zelaya al gobierno, pero se negaban a calificar la situación ocurrida en Honduras como un golpe de estado. Washington nunca dejó de tener vínculos con el régimen golpista y tramó la "mediación" de Oscar Arias para tratar de colocar contra la pared a Zelaya y al pueblo en resistencia.
Contrario a las resoluciones aprobadas en organismos internacionales que ordenaban el fin del régimen dictatorial instalada en Tegucigalpa, la Casa Blanca ejecutó su propia "hoja de ruta", fingió impulsar un diálogo para restituir a Zelaya, mientras los golpistas tramaban la forma de esquivar el hecho y llegar a la fecha de elecciones, tal como ocurrió. Entonces el gobierno de Obama no tuvo reparos en decir que bendecían los comicios organizados por Micheletti.
Muchos otros elemntos vinculan a Estados Unidos con el zarpazo a la democracia ejecutado en Honduras. Entre estos elementos se sospecha que la base militar yanqui hubicada en territorio hondureño fue parte del itinerario usado por los militares golpistas para sacar del país al Presidente Zelaya.