El cohete Bicentenario de la ULA llegó a 20 kilómetros de altura

Por primera vez un artefacto venezolano alcanzó la estratósfera del espacio aéreo del país

Preparando el cohete

Preparando el cohete

Credito: A.M.G-Cidae

Lanzamiento del Cohete Sonda ULA

Lanzamiento del Cohete Sonda ULA

Credito: A.M.G-Cidae

Regreso del Cohete Sonda ULA

Regreso del Cohete Sonda ULA

Credito: A.M.G-Cidae

5 de diciembre de 2011.- “5, 4, 3, 2, 1, 0”. Esta cuenta regresiva para lanzar un cohete no se oyó en una película estadounidense, sino en las llanuras venezolanas del Pao, en Cojedes, el 26 de noviembre pasado, cuando despegaron tres aparatos, diseñados y fabricados por investigadores venezolanos, en el Centro Militar José Laurencio Silva del Fuerte Los Caribes.

El director del proyecto institucional Cohete Sonda ULA, Vicente Marcano, del Centro de Investigaciones Atmosféricas y del Espacio (CIAE) de la Universidad de Los Andes (ULA), explicó que se realizó la cuarta prueba de rendimiento aerodinámico y propulsión de tres equipos: uno metereológico llamado Xapiripe Thepe (que significa El Sabio), que se lanzó a las 7:44 am; el segundo supersónico, bautizado Bicentenario, que surcó el cielo a las 8:42 am; y el tercero, denominado Huyá, que despego a las 6:04 pm de ese día.

Tanto el primer como el tercer cohete alcanzaron 3.500 y 7.000 metros de altura, respectivamente, mientras que el Bicentenario rompió la barrera del sonido (2.448 k/h) al llegar a 20 kilómetros de altitud. Según Marcano, nunca antes un artefacto fabricado en Venezuela logró alcanzar la estratosfera o ionósfera en el espacio aéreo venezolano.

“Por primera vez en la historia se ejerce la soberanía en la mayor altura del espacio ultraterrestre suprayacente. El artículo 11 de la Constitución da pleno derecho de acceder a los recursos de este espacio, porque allí se encuentra la ionósfera, donde hay iones de los cuales depende la transmisión a grandes distancias de nuestras comunicaciones. Desde el punto de vista de seguridad y defensa, es importante tener acceso a la ionósfera”, señaló.

La troposfera, explicó, es la primera capa de la atmósfera, desde la superficie hasta 15 kilómetros de altura, donde se ubican las nubes; luego viene la tropopausa y le sigue la estratosfera, ubicada entre 20 y 50 kilómetros de altura, donde está la capa de ozono. El Bicentenario llegó a estratosfera, y Juyá y Xapiripe There a la troposfera.

PODEMOS HACER LLUVIA

El cohete Xapiripe Thepe contenía dispositivos electrónicos para conocer, durante su descenso, el comportamiento del vapor de agua, el punto de saturación, la temperatura en alta resolución, la humedad relativa, la altura y la temperatura de la punta de la nariz, la cual llegó a 298º C, informó María Alejandra Parco, investigadora del CIAE. “Son mediciones inéditas en el país”, pues siempre se usaban valores de afuera.

El Bicentenario se perdió y aún buscan sus restos, mientras que el Huyá no pudo hacer lluvia artificial con su carga pirógena, en vista de que no había, en el momento del despegue, nubes tipo cirrus. Sin embargo, la prueba fue satisfactoria, lo cual traduce que “tenemos la capacidad para inducir lluvia artificial”, explicó Marcano. Hace dos años, recordó, cuando hubo la fuerte sequía por el cambio climático, se lanzaron cohetes chilenos y cubanos en la Guayana para hacer llover.

Como se logró la certificación del Bicentenario (ULA-2), el Instituto Geográfico de Venezuela (IGV) propuso utilizar los cohetes Sonda ULA para reemplazar los globos sondas metereológicos, traídos de Estados Unidos. “Pensamos para abril del año 2012 realizar las primeras pruebas en los llanos de Cojedes con el cohete Bicentenario”, dijo Marcano. Se medirán los perfiles de vapor de agua, las variaciones de iones y la concentración de ozono.

La meta última del proyecto, aclaró Marcano, es posicionar nanosatélites en la órbita baja, es decir, entre 200 y 250 kilómetros de altura, en vista de que el Estado está instalando una fábrica de este tipo en Borburata. A finales del próximo año “realizaremos la quinta prueba del cohete ULA-3, con el cual se aspira a alcanzar entre 60 y 90 kilómetros. Pensamos que para los años 2014 o 2015 podamos posicionar un nanosatélite”, dijo.

Un nanosatélite o satélite de órbita baja puede permanecer dando vueltas a la tierra entre 8 y 10 meses, mientras los de órbita media permanecen de 2 a 6 años, y los de órbita geoestacionaria, como el Simón Bolívar, pueden llegar a 12 a 18 años.

Durante 6 años este equipo, integrado también por Leonardo La Cruz, Jhon Ferreira, Enrique Parada, así como Andrew Landaeta, Carlos La Rosa, Pedro Benítez y Alberto Sarraval, ha logrado dominar esta tecnología que, según Marcano, no es fácil, “ya que no hay posibilidad de lograr transferencia tecnológica con otro país de América Latina y el mundo, debido a que hay un régimen de control de tecnología misilística desde hace 25 años, en el cual Estados Unidos controla los países afines a este régimen”.



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