Cristina Pantzou es periodista de la sección internacional del periódico Eleftherotypia. Este periódico era uno de los de mayor circulación en Grecia hasta que la crisis lo golpeó. Sus trabajadores, periodistas, técnicos, empleados están en huelga desde hace meses ya que no les pagan sus salarios desde seis hace meses atrás.
Ellos han decidido volver a editar el periódico ahora de manera autogestionaria. Por cuestiones legales se han cambiado el nombre y lo han llamado El Trabajador. El 15 de febrero salió la primera edición convirtiéndose en el más vendido de ese día, y el 25 ha salido la segunda edición. Con la portada de la cuál ilustramos esta entrevista.
En una entrevista que le realizamos en junio de 2010 y que puede revisarse en http://www.aporrea.org/internacionales/n159115.html, ella nos adelantaba la situación a la que llevaría a Grecia de aplicarse los ajustes que pedía la Troika. Hoy demuestra como la aplicación de ese plan ya está provocando catástrofes sociales sin precedentes.
Cristina hace aquí un llamado urgente a desplegar una campaña de solidaridad con el pueblo griego para “contrarrestar la campaña política que insulta a nuestro pueblo identificandolo como “perezoso”, “individualista”, “corrupto”, “gente que vive a expensas de los otros como parásitos”....”
¿Cómo estás viviendo esta convulsión que sacude a tu país?
Vivo en un país hermoso de gente aun más hermosa, solidaria, combativa, a la que le han impuesto una realidad desoladora. Y no puedo sino sentir ira contra este sistema político que obedeciendo sin inhibiciones ni escrúpulos a los requisitos de la Troika (FMI, UE, BCE), bajo la falsa consigna de “no a la bancarrota” ha llevado al pueblo griego a sus límites.
Estamos en una profunda recesión por quinto año consecutivo, el desempleo llega al 20% mientras en los jóvenes de menos de 25 años es casi del 50%, los sueldos y las pensiones cada pocos meses conocen nuevos recortes mientras son docenas los nuevos impuestos. Miles de trabajadores llevan meses sin cobrar sus salarios, los convenios colectivos y el sueldo mínimo básico han sido abolidos al igual que la mayoría de derechos de los trabajadores. Casi tres de cada diez ciudadanos viven bajo la línea de la pobreza, el 48% son pobres (no pueden satisfacer plenamente sus necesidades) y el 59% no tiene fondos para enfrentar una situación de urgencia, por ejemplo, un problema grave de salud.
Son más de 65.000 las pequeñas empresas que han cerrado. Los suicidios se han triplicado y en las calles de las grandes ciudades vemos deambular -con una cobija en los hombros y una bolsa con lo poco que les quedó de su vida anterior- a los nuevos sin techo, gente como nosotros, que se quedaron sin trabajo y sin casa. La bancarrota económica y social es una realidad para el pueblo.
Pero lo peor no es esta bancarrota económica, sino la democrática. Los partidos que estos dos años nos prometieron salvarnos nos hundieron en una miseria cotidiana, han aceptado limitar la soberanía nacional, han herido cada sentido de democracia negando las elecciones, formando un gobierno de una supuesta unidad nacional bajo un primer ministro banquero no electo y firmando un nuevo convenio con la Troika que impone nuevas medidas de austeridad. Requisito de este nuevo préstamo de 130.000 millones de euros es que cada ingreso público irá primero para el servicio de los préstamos. Y ahora piden que modifiquemos nuestra Constitución incluyendo un artículo que determine que el pago de la deuda es prioridad frente a otras necesidades nacionales. Y todo esto bajo el control de comisarios extranjeros. Dicen que así la deuda griega será sostenible y llegará al 120% del PBN en 2020, ¡exactamente como era en el 2010 antes de imponernos los paquetes de austeridad mortal y la demolición de las relaciones laborales!
Pero los propios oficiales del FMI reconocen que este acuerdo no es factible. Cuando les convenga anunciarán oficialmente la bancarrota mientras nosotros estaremos sumidos en una nueva barbarie: nuestro futuro estará hipotecado y la situación será mucho más difícil para las jóvenes generaciones.
Por medios alternativos nos hemos enterado de la situación por la que están atravesando los trabajadores del periódico Eleftherotypia, en el tu trabajas. Quisiéramos que les comentes a nuestros lectores esa situación.
Nosotros somos parte de esos decenas de miles de trabajadores -rehenes de empresas que siguen funcionando sin pagarles o que pagan con gran retraso. Llevamos sin cobrar desde agosto pasado viviendo una situación de teatro del absurdo, como Esperando a Godot: un préstamo que supuestamente vendría de día a día, unas promesas que se realizarían de semana a semana, un “plan de saneamiento empresarial” que de mes en mes nos sería presentado y resolvería todos los problemas como si fuese una varita mágica. Unas 880 familias (ahora hemos quedado como unas 750) entre periodistas, personal administrativo y técnicos y trabajadores en la imprenta quedamos en un limbo sin reaccionar por meses. Algunos porque insistían en que en esta situación de crisis y bajo la amenaza de un posible default del país no era fácil obtener un préstamo y teníamos que esperar. Otros, considerando que detrás de la actitud de los bancos había presiones políticas para acabar con un diario progresista que desde el primer momento de la crisis denunció las políticas del gobierno y se esforzó por contrarrestar el “terrorismo mediático” de consenso frente a los acuerdos neocoloniales con la Troika, insistían en que no podíamos los propios trabajadores “silenciar” esta voz única y radical con una huelga. Pero la realidad se encargó de cambiar la dinámica.
En diciembre se cayeron las máscaras: cuando íbamos a empezar a ejecutar las órdenes judiciales que habíamos ganado para cobrar parte los sueldos que nos debían, la empresa decidió apelar al artículo 99 de la ley de bancarrota que ofrece protección frente a los acreedores: en realidad pidió protección para que no fueran ejecutados los pagos de nuestros sueldos ya que entonces pagaba todas sus otras deudas. Al día siguiente decidimos una huelga por tiempo indefinido, decisión que se reanuda durante todo este tiempo en nuestras asambleas generales. Estamos en huelga desde el 22 de diciembre. Y como todos compartimos que es esencial que nuestra voz se oiga, que nuestros textos se publiquen y que el público entienda que no somos los trabajadores los que no quieren que se edite el diario, decidimos emprender la aventura de editar un diario de los trabajadores de Eleftherotypia.
Es un diario de los periodistas en el que participan todos los que quieren bajo un comité de redacción electo que si llega a tener ganancias serán repartidas igualitariamente entre todos los trabajadores, no sólo los periodistas. A pesar de los serios problemas que tuvimos que enfrentar, la primera edición salió el 15 de febrero, día en que el tribunal examinaría la petición de la empresa al artículo 99 y fue un éxito: fue el primer diario en ventas en todo el país. Y la segunda salió ayer sábado 25 de febrero y esperamos que tenga la misma suerte. Además, hemos tenido algunas grandes victorias que quizás abran nuevos caminos a los trabajadores que están en las mismas condiciones. El 15 de febrero, el tribunal decidió aplazar el juicio hasta el 7 de marzo pero nos concedió el derecho de poder ejecutar las órdenes judiciales sobre nuestros sueldos hasta esa fecha, algo inaudito. Y el viernes pasado otro tribunal rechazó el recurso de la empresa para impedir nuestra segunda edición. Incluso los más escépticos entre nosotros entendieron que la que seguramente es una batalla perdida es la batalla que no se da.
Hay un punto común en todos nosotros y ese es que queremos que Eleftherotypia siga su edición. Pero queremos trabajar en dignidad. Queremos demostrar que el alma del diario, lo que lo hace único y radical son sus propios trabajadores y que no es posible criticar los acuerdos que la Troika impone a Grecia y aceptar que la empresa editora del diario haga lo mismo con sus trabajadores.
¿Cómo evalúas la actuación de la izquierda griega? ¿Aparecen nuevas formas de organización social y política?
La izquierda griega está cruzando una de sus etapas más críticas y al mismo tiempo mas alentadoras. Las últimas encuestas le dan al conjunto de fuerzas izquierdas (incluido un nuevo partido de centro-izquierda que en algunas encuestas aparece como segunda fuerza electoral y que queda por demostrar) entre el 30% - 40%, mientras que los representantes del bipartidismo, el PASOK y la Nueva Democracia, que hoy conforman el gobierno, no superan juntos el 35%-39%. Es un momento histórico que la izquierda no debe dejar pasar como si nada hubiese cambiado. Es una perspectiva prometedora para el pueblo, que obviamente el establecimiento político está dando batalla por impedir. Hemos llegado a oír declaraciones como “no permitiremos a los comunistas gobernar este país”, que nos recuerdan la época siniestra de la dictadura. Sería ingenuo pensar que no habrá una guerra sucia contra la izquierda y campanas de infundir el miedo junto a promesas de “prosperidad futura”. Posiblemente el porcentaje de todos los partidos de la izquierda no sea tan grande pero seguramente estará en posición de cambiar el panorama desolador de nuestro parlamento que sólo ratifica convenios y leyes preparados por la Troika.
La izquierda griega está en auge porque ha sabido aprender mucho de los movimientos que han ido gestándose en el país estos dos años, muchas veces espontáneamente pero siempre masivamente y con gran fantasía. Y ha sabido participar en ellos sin intención de imponerse, ha podido encontrar desde abajo un nuevo papel y dar respuestas junto a la gente y no darle directivas a la gente. Por ejemplo el movimientos de los indignados pasó de las calles a los barrios consolidando las asambleas populares donde la izquierda participa enérgicamente para dar soluciones: los vecinos organizan acciones para los desempleados, las familias en riesgo, los nuevos pobres provenientes de una clase media en peligro de extinción, organizan Comités de Solidaridad, ocupan espacios y edificios abandonados para el uso de los vecinos, crean centros culturales, cocinas colectivas (comedores populares) , mientras los sindicatos de los profesores ofrecen clases a los niños de las familias más necesitadas, etc. O está presente en los grupos de ciudadanos que se autorganizan y concretan con cooperativas agrícolas la venta de sus productos en precios bajos sin la presencia de intermediarios y especuladores.
¿Sabemos que la solidaridad es importante, como podrían ayudar nuestros lectores en este momento?
La solidaridad es un imperativo para el pueblo griego y puede expresarse en iniciativas muy concretas, sobre todo por parte de los pueblos latinoamericanos que han pagado con sangre y miseria -como lo hacemos hoy nosotros- las imposiciones del FMI y muchos de ellos han logrado liberarse del neoliberalismo salvaje y emprender nuevos caminos de emancipación política y económica. Contrarrestando la campaña política que insulta a nuestro pueblo identificando como “perezoso”, “individualista”, “corrupto”, “gente que vive a expensas de los otros como parásitos”.... Engrosando las filas de ese movimiento internacional de apoyo a nuestras legítimas y justas reivindicaciones que empieza a engendrarse y organizando campañas de información frente a la deliberada desinformación. Recordando que es Alemania la que nos debe, y exigiendo por ejemplo que Alemania devuelva a Grecia el “préstamo” que obligó a nuestro país otorgarle durante la ocupación en la Segunda Guerra Mundial que en dinero actual sería de unos 163.000 millones de dólares mientras que las indemnizaciones de guerra no recibidas entre otras por el asesinato de civiles en más de 90 pueblos o la quema de más de 1.700 pueblos por las fuerzas nazis que llegan a los 332.000 millones de dólares. Presentando en cada foro internacional nuestra causa contra estos convenios que condenan al pueblo a la perpetua miseria sin derechos y a nuestro país a convertirse en una institucionalizada neocolonia de la UE.