Grecia, crisis y elecciones

Entrevista a Cristina Pantzou, periodista griega: “Estamos en el inicio de una nueva correlación de fuerzas que debe consolidarse”

Cristina Pantzou en mayo de 2010, Atenas

Cristina Pantzou en mayo de 2010, Atenas

Manifestación de Syriza en Atenas el 6 mayo festejando el gran resultado electoral obtenido por esta agrupación de Izquierda Radical

Manifestación de Syriza en Atenas el 6 mayo festejando el gran resultado electoral obtenido por esta agrupación de Izquierda Radical

Cristina Pantzou es periodista de la sección internacional de Eleftherotypia, periódico de gran circulación nacional que por la crisis ha dejado de editarse hace unos meses. Es además amiga de la Revolución Bolivariana. Y en condición de tal y para participar del I Encuentro contra la privatización de salud convocado por la AIS, Alianza Interinstitucional por la Salud, que se realizará entre el 3 y el 8 de junio y para explicar la situación que las medidas neoliberales han llevado a su país, estará de visita en la República Bolivariana de Venezuela en esas fechas.

Analista aguda y sensible: conversamos con ella para que nos diera su opinión sobre los hechos históricos que atraviesa Grecia.

¿Cómo interpretas la imposibilidad de formar gobierno en tu país y el nuevo llamado a elecciones?

El voto del pueblo griego fue un voto contra los Memorándums, las leyes de su implementación y las políticas neoliberales impuestas al país por la Troika. Y fue también un voto que llevó a un parlamento fragmentado donde ningún partido tenía la posibilidad por si solo de formar un gobierno.

El bipartidismo en Grecia se había preparado para un posible “pequeño cambio” del mapa político, adoptando una ley electoral que le daba al primer partido mas votado un bono de 50 escaños extras. Con eso los socialdemócratas del PASOK y los conservadores de Nueva Democracia (ND) creyeron que podrían perpetuarse en el poder. Pero en las elecciones de mayo no solo sufrieron una debacle que no les permitió conquistar juntos la mínima mayoría necesaria de 150 diputados, sino que el Syriza, la Coalición de la Izquierda Radical, surgió como segundo partido y el gran ganador moral de las elecciones.

Un gobierno de izquierdas, como el propuesto por Syriza no podía materializarse ya que incluso si el partido comunista hubiese aceptado cualquier tipo de colaboración (algo que rechazo también antes de las elecciones y sigue rechazando frente a las nuevas) los escaños de los partidos de izquierda no bastaban para conformar un gobierno.

PASOK y ND, que firmaron los convenios con la Troika cediendo a todos sus requisitos, repentinamente descubrieron que podían renegociar algunos aspectos, para poder así proponer un gobierno de “unidad nacional” que encontró el apoyo del pequeño partido de la Izquierda Democrática. A pesar de que así tenían la mayoría parlamentaria insistieron en que Syriza debía también participar para “fortalecer la renegociación”.

En realidad querían falsificar el voto del pueblo que se expresó claramente contra el plan de austeridad impuesto y seguir con las mismas políticas de obediencia incondicional contando con una coartada de izquierda. Pero Syriza no propone renegociación sino derogación de los memorándums y abolición de las leyes de su implementación, una negociación a nivel político con los órganos de la Unión Europea sobre los préstamos y congelando el reembolso hasta tener los resultados de una Auditoria Internacional sobre la deuda griega.

Y como era lógico no aceptó la propuesta del PASOK y Nueva Democracia, lo que denunció, ya que sería traicionar al pueblo y al mandato que dio el voto popular. Y ellos no conformaron ese gobierno sabiendo que no tendría la legalización moral y social para gobernar ya que sería una grave distorsión de la voluntad popular que podría ser contestada directamente en las calles.

¿Cuál es tu interpretación de la debacle electoral de Pasok y Nueva Democracia?

Pasok y Nueva Democracia por décadas se han alternado en el poder consolidándolo como una institución clientelista y corrupta que garantiza los intereses de los poderosos círculos económicos, mientras profundiza la redistribución del ingreso en contra de las clases populares, exacerbando las desigualdades. Son los partidos que enraizaron mecanismos que facilitaban además a esas cúpulas políticas un entrelazado oscuro con los centros de negocios y la absoluta impunidad por cada escándalo en el que se involucraban. Y lo más grave, les permitían interpretar la democracia acorde a sus intereses. La crisis no hizo sino acentuar estas prácticas y traerlas a la superficie dejando a estos partidos aún más descreditados. Ya no pueden camuflar la esencia de sus estrategias que entre otras consecuencias y con la intervención de la Troika han conducido al mayor desastre económico del país desde la Segunda Guerra Mundial.

Muchos de los que aún tenían ilusiones tomaron conciencia de que las supuestas diferencias “ideológicas” entre derecha y socialdemocracia son inexistentes en la práctica; que ambas se inclinan frente a los requisitos neoliberales; que todas las leyes que llevan al pueblo a la miseria fueron votadas por ambos partidos; y que sin vergüenza alguna sus líderes no se conformaron con firmar el infame “plan de rescate”: además enviaron cartas a la Troika comprometiéndose a seguir la misma política por cuanto tiempo sea necesario, o sea que será aplicada por los gobiernos venideros.

En este contexto, también jugó un papel importante no solo la presencia de una izquierda que supo incorporar en su programa las demandas populares sino también la aparición de otros partidos, entre ellos la derecha nacionalista y de la ultra derecha nazista, que con su discurso contra las imposiciones de la Troika pudieron atraer a votantes tradicionales del bipartidismo. Esta es una tendencia que no se conversa ni se analiza mucho y en mi opinión podría representar un riesgo explosivo para la evolución en el país.

¿Se mantendrá el gran crecimiento electoral de Syriza? ¿Nos podrías dar un comentario sobre su líder Alexis Tsipras?

En este momento el Syriza vive un ataque sin precedentes por parte de casi todas las fuerzas políticas del país (de derecha y de izquierda), pero también de Europa o el FMI. Las cúpulas lo presentan junto a su líder, Tsipras, como un peligro para la estabilidad de Grecia y de toda la eurozona y recurre a los más obsoletos argumentos para convencer a los votantes que su victoria significaría una salida del euro y una catástrofe mayor de la que estamos viviendo.

Por su parte, la Troika trata de facilitarles las cosas a sus aliados del bipartidismo y por un lado lanzan amenazas de que Grecia saldrá del euro si ganan “fuerzas políticas irresponsables” y por el otro hablan de una posible mejora de algunas de las condiciones impuestas, tratando de quitarle argumentos a la izquierda. Pero mientras más se agudizan los ataques, más se fortalece Syriza: las encuestas le dan entre un 22% y un 29%, la mayoría lo presentan como primera fuerza del país y muchos analistas, incluso conservadores, hablan de una tendencia irreversible.

Alexis Tsipras ha demostrado madurez política tratando de dejar abiertas las puertas para una alianza con otras fuerzas de izquierda, para un frente progresista que pueda sacar al país de la crisis conformando al mismo tiempo una nueva correlación de fuerzas en la propia sociedad la cual permitiría avanzar a cambios más radicales. Su capacidad de conjugar las aspiraciones comunes de varios colectivos es una de sus características más interesantes que ha demostrado desde adolecente cuando protagonizó en el movimiento de ocupación de las escuelas secundarias. La confirmó trabajando activamente para la creación de una coalición de grupos de izquierda, organizaciones ambientalistas y estudiantiles y movimientos de ciudadanos que finalmente concluyó en el establecimiento del Syriza. Y su postura constante le ha convertido en un símbolo de una nueva generación que intenta abrirse paso en la escena política y sobre todo que intenta entender y aprender de los movimientos que surgen en la base de la sociedad. ¿Podrá o lo dejaran cumplir con su programa contra este experimento de shock implantado en Grecia y que se quiere exportar en los demás países europeos?  Ese es el desafío que enfrenta.

¿Cuéntanos cuál es tu expectativa para la elección del 17 de junio?

Espero que la nueva correlación de fuerzas que ha empezado a crearse en la sociedad siga consolidándose; que nuestro pueblo se manifieste -como lo hizo el 6 de mayo- conscientemente contra la tempestad neoliberal que le azota borrando del mapa conquistas de decenios; y que las otras fuerzas de la izquierda griega sean lo necesariamente lucidas en sus análisis y constantes en sus declaraciones sobre un cambio político en el país, como para entender que este es un momento histórico y una victoria táctica para los movimientos obreros y sociales. Que el pueblo demanda soluciones hoy y que solo él y no un partido será el protagonista de los cambios a venir. El pueblo pide un gobierno que pueda dar respuestas a sus graves problemas y a sus aspiraciones. Y en un contexto en el cual la extrema derecha se organiza meticulosamente, desperdiciar esta oportunidad significaría condenar al país a nuevas aventuras.



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