06/10/12.-Unos 15 internados católicos del cantón de Lucerna en Suiza fueron sometidos a un estudio, en el cual se evidenciaron prácticas que fueron calificadas como “sádicas” y de “tortura” contra miles de niños que estudiaron en dichos centros, entre los años 1930 y 1970.
“Había siempre este miedo increíble, miedo, miedo, miedo”, relató un ex alumno, que prefirió mantenerse en el anonimato.
El estudio se basó en 50 exalumnos de los internados suizos, que dejaron en evidencia la violencia ejercida tras los muros de esas instituciones, durante más de 40 años.
“Durante largo tiempo, numerosos niños de los internados se sintieron culpables por lo que vivieron. Algunos consiguieron superarlo, otros fracasaron e incluso algunos se suicidaron”, explicó Markus Furrer, profesor de la Alta Escuela Pedagógica de Lucerna (PHZ), quien durante un año y medio investigó, junto a dos otros colegas, el pasado de esos establecimientos.
Se sabía que había casos de violencia, sobre todo sexual, pero “no se esperaba que fueran de tal amplitud”, dijo Furrer.
Entre las práctica empleadas por las monjas, un castigo consistía en “apoyar la cabeza de los niños bajo el agua” para castigarlos por haber hecho mucho ruido o haber orinado en la cama, relató Furrer.
Un informe de un centenar de páginas, que la agencia de noticias AFP pudo consultar, resume las privaciones y las humillaciones a las que eran sometidos los muchachos -a menudo de origen modesto- en esos internados.
La privación de comida era una de esas prácticas. “No me acuerdo de nadie que no haya tenido hambre. Prácticamente todo el mundo tenía hambre”, relata un exalumno.
Los castigos también eran aplicados contra alumnos que querían beber entre las comidas. “Si alguien se inclinaba hacia un grifo para beber, recibía un golpe en la nuca de manera que golpeara el grifo con la cara”, relató otro testigo.
Los investigadores destacaron también numerosos caos de agresiones sexuales contra los alumnos. Informaron que tanto los varones como las niñas, eran víctimas de esos ataques perpetrados por eclesiásticos de ambos sexos.
“Nadie daba crédito, sobre todo cuando (la persona acusada) era un joven sacerdote”, declaró una víctima.
En marzo de 2011, el cantón de Lucerna presentó sus excusas, tal como lo había hecho la iglesia Católica en 2008.
Los hechos cometidos hasta fines de los años 1960 están ya prescritos, aunque la mayoría de los autores de esos abusos han fallecido. Las víctimas, en cambio, no tienen derecho a ninguna indemnización.