31-03-14.-En promedio, al hospital doctor Tulio Carnevali Salvatierra, del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) en Mérida, ingresaban al día 360 pacientes por emergencia y, desde el 18 de febrero, cuando fue cercado por barricadas en la avenidas Las Américas, esta cifra bajó a 78% con una entrada promedio de 80 pacientes al día. El pasado 23 de marzo se registró el número más bajo: atendieron a 33 personas.
Este centro sumaba unos 40 días “con un asedio que ni en momentos de guerra se produce”, afirmó su director, Ramón Nieves, quien dijo que en conflictos bélicos se respetan las instituciones de salud, porque, “estén protestando o no, sea guarimberos o no, sean cristianos, musulmanes o judíos, de derecha o de izquierda, siempre recibimos a todas las personas que necesiten atención médica hospitalaria”.
Debido a las barricadas, el hospital “tiene funcionamiento mínimo; es decir, emergencia, cuidados intensivos, quirófano y hospitalización funcionan las 24 horas con un plan de contingencia que las trabajadoras y trabajadores, por voluntad, propusieron”, aclaró Nieves. A este plan se suman servicios mínimos y de apoyo, como ingeniería y mantenimiento, laboratorio, rayos X, banco de sangre, servicio social, dirección y administración.
De las 300 personas que laboran por turno, solo trabajan 70 por día, según las guardias. “Esta situación extraña la producen unos grupitos exaltados y fuera de toda lógica, que están haciendo protestas y a su vez están dañando a la comunidad, a los vecinos que conviven con nuestro hospital, a las personas ajenas a la ciudad” para ser atendidas.
Con esta situación, según Nieves, se viola el artículo 50 de la Constitución, que establece el libre tránsito, la libre convivencia y el derecho a la educación, además de vulnerar el derecho a la salud, establecido en los artículos 83, 84 y 85 de la Carta Magna. “No se están pasando consultas en el área ambulatoria, ni convalidando reposos, ni realizando exámenes de laboratorio, ni haciendo las placas de rutina. Desde el 17 de febrero estamos” así, relató.
EN SILLA DE RUEDAS
Para llegar hasta el hospital del IVSS en Mérida se deben cruzar los viaductos. Si se atraviesa el puente Miranda, por el Mercado Principal, se consigue con una hilera de taxis y mototaxis que esperan al frente de la primera barricada, plantada por el Mercado Murachí, donde grupos violentos quemaron la sede del Banco Bicentenario.
Un grupo de encapuchados vigila la entrada y salida de gente, porque La Otra Banda, como llaman la avenida Las Américas, está cerrada por las guarimbas desde la segunda semana de febrero. Pero por esta razón, ya fue rebautizada: la misma gente, que vive en el sector y sale y entra a su casa a pie, la llama “Kosovo”, porque es otra ciudad de Mérida sitiada, sin ley y sin circulación de carros, a excepción de los camiones de gas de las empresas BusGas y Lucrigas que pasan escoltados por motorizados encapuchados.
Pasos más abajo de la primera barricada, donde hay bolsas de basura y levita el mal olor, se ubica la segunda tranca, luego viene una tercera, donde hay un aviso que dice: “Territorio independiente”, y se ubican jóvenes encapuchados con un pote, pidiendo dinero, y en el semáforo del McDonalds está la cuarta barricada, por donde se entra por una especie de puerta donde sólo cabe una persona a la vez. Frente al hospital del IVSS se ubica una pila de arena, hecha con la máquina que se robaron del urbanismo que se construye al frente y que luego fue recuperada por la Policía de Mérida.
Este trayecto de unas cuatro cuadras lo cruzó el pasado martes Ana Contreras en silla de ruedas, escoltada por enfermeras, ya que no dejaron pasar la ambulancia que la traía desde un centro privado hasta el hospital del IVSS, donde será operada de una fractura en el dedo pulgar de la mano derecha, sufrida en un accidente en moto el pasado domingo.
“Me buscaron los enfermeros de este hospital, un poco más arriba de McDonalds”; es decir, en ese lugar hicieron relevo para ingresarla al centro de salud. “Eso era cómico, me trajeron en silla de ruedas desde el Mercado Murachí”, porque “no hay paso”. Desde que está hospitalizada, “escucho en las noches: ¡¡Bum!!, pero no mucho. No es normal, pero qué se puede hacer”, narró ayer desde su camilla en el área de hospitalización de mujeres.
Del otro lado, en el primer piso del hospital, se encontraba acostado Jorge Ramírez, de 40 años y oriundo de Santa Cruz de Mora, quien espera ser intervenido por un tumor desde el 27 de enero. “Espero que todo pase rápido, con el favor de Dios, para que mis familiares puedan venir a visitarme, porque por las barricadas se hace difícil. Me están atendiendo muy bien” y, aunque ha tenido calma de ese lado de hospitalización, “todavía no hay paso para vehículos, solo llegan a pie por las barricadas. El hospital está vacío por eso”.
Efectivamente, el área de emergencia de adultos, pediatría, obstetricia y traumatología se encontraba ayer desolada, mientras que en hospitalización había 4 mujeres y 1 hombre.
“UN ATENTADO” A LA VIDA
Según Nieves, con las barricadas y protestas violentas se viola el artículo 86 de la Constitución referido a la seguridad social, ya que este centro entrega medicamentos de alto costo y prótesis. “Si normalmente van de entre 160 y 180 personas diarias”, el pasado martes fueron 30 para retirar medicamentos contra el cáncer, para trasplantes de riñón, enfermedades reumatoideas, infecciosas graves, hormonas de crecimiento y toxina botulínica para quienes sufren parálisis. Habitualmente, van 160 personas al día.
Reinaldo Sánchez, quien vive en Tucaní, en el Sur del Lago de Mérida, viajó hasta la capital andina para retirar las medicinas de su padre, Ramón Sánchez, quien tiene un tumor y debe buscar las quimioterapias cada dos semanas. “Para entrar fue una odisea, tuve que pasar obstáculos. Llegué en bus hasta Pie del Llano y me vine caminando, subí con todos los riesgos. Creo que es algo inhumano saber que los venezolanos están actuando, y nos involucra a todos, como seres irracionales, porque no es racional cercar un centro de salud, esto es un atentado que se está haciendo a la vida”, opinó.
En la entidad, dijo Nieves, funcionan, además, cuatro unidades de diálisis: dos en la ciudad de Mérida, una en Ejido y una en El Vigía. “Hay problemas para entrar al centro comercial El Viaducto, donde hay una” de ellas, ubicada en la avenida Cardenal Quintero, uno de los focos de guarimba. “Un paciente renal necesita tres diálisis semanales y escasamente están recibiendo una”, dijo el director, quien explicó que estas personas han sido trasladadas a la unidad de la Urdaneta y al Hospital Universitario de Los Andes para tratarse. “Debemos estar en los zapatos de un paciente renal, que es una enfermedad catastrófica. ¿Por qué tiene que suceder esto? La protesta está permitida, pero no en los términos de violencia, asedio y sitio que tenemos nosotros en el hospital”, expuso.
HABLA EL PERSONAL DE SALUD
A pie baja Omaira Cerrada, médica adjunta de medicina interna, a su sitio de trabajo: “Pasamos caminando, en gomas y andando rapidito”, resumió su periplo semanal, ya que el plan de contingencia incluye que el personal asistencial haga una guardia de 24 horas, entrando a las 7:00 am, para evitar salir en la tardes o noche, cuando se dan los enfrentamientos entre manifestantes y los cuerpos de seguridad. Y luego libra una semana.
“Es complicado tener que pasar por esas barricadas por la tensión que se vive si pasa algún motorizado, si hay tiros, ahora mismo había bombas lacrimógenas en el viaducto. Se trabajan estrictas emergencias y para aquellos pacientes que ameriten quedar hospitalizados y necesiten valoración, se llama el especialista y viene”, expuso Cerrada. Ha habido casos en los cuales los médicos de guardia hablan con los jóvenes de las barricadas para que permitan el paso de ambulancias. “Me gustaría que ellos se concienzaran” para hacer “la protesta de otra forma”, ya que “es la salud la que está en el medio”, pidió esta galena.
Magdalena Rojas, coordinadora de Recursos Humanos del hospital, explicó que el personal de rayos X y odontología viene día por medio y libra una semana. “Somos 1.010 personas” en el hospital y con el plan de contingencia garantizan la seguridad.
Cuando permitían pasar motos, las personas ubicadas en las barricadas pedían gasolina o dinero; en una oportunidad le lanzaron piedras a un trabajador y desde ese momento no usan el uniforme con el logo del IVSS. “El camión de blindado no ha podido pasar con las tiqueras del bono de alimentación, que no lo cobramos en febrero. El lunes (próximo) entregaremos los tiques del mes pasado y marzo”, pero en otro lugar a definir, dijo.
Según Rosa Peña, encargada de la jefatura del departamento de Enfermería, salir de noche era riesgoso por la falta de luz y de seguridad, ya que quitaron los postes. “Estamos trabajando 24 horas y descansamos de 7 a 8 días”, ya que el personal de enfermería es, en su mayoría, mujeres y vive lejos, bien sea en Tovar, Lagunillas o El Vigía, y el terminal terrestre de pasajeros está cerrado.
“Quiero que haya paz, una buena comunicación, un acuerdo. ¿Cómo nos vamos a agredir entre venezolanos? Estamos peleándonos entre nosotros mismos, es triste. Tanto el personal y los usuarios estamos corriendo un riesgo” al trasladarse a esta institución.
Según el director Nieves, el hospital está brindando almuerzo y cena al personal para cumplir con el plan de contingencia, pero “nos quedan 3 días de gas comercial, ¿cómo se les da alimento a 20 pacientes hospitalizados y 70 trabajadores? El gasoil está en límite, por debajo de los 300 litros, cuando al tanque le caben 7.900 litros. Gracias a Dios, tenemos los tres grandes termos surtidos de oxígeno, pero el material médico-quirúrgico y los medicamentos están limitados, porque los proveedores no pueden entrar”, denunció.
Instó a los sectores manifestantes a protestar, pero con respeto por los derechos del otro: “Estamos viviendo esta situación que raya en lo insólito, en lo inhumano y que afecta tanto a ellos como a los pacientes. Es grave”.
VOCES DEL PUEBLO
María Dugarte, residente del sector Don Perucho.
“Debo retirar las pastillas para la artritis reumatoidea. Me vine en el Trolcable, agarré un bus de Ejido, me quedé en el segundo viaducto y me vine caminando hasta acá. Me metí por donde había un huequito para entrar en las barricadas. Ya uno está como cansado, porque si es una emergencia, ¿por dónde se viene o se mete la ambulancia?”.
Laura Andrade, habitante de Los Llanitos de Tabay.
“Estoy retirando medicamentos para mi mamá, Xiomara Espinoza, de 53 años y quien tiene cáncer de mamá. Está perfecta, gracias a Dios, la operaron, se hizo la quimioterapia y le estoy retirando el medicamento de por vida, que es gratuito. Cada 21 días le toca el ciclo. Para llegar hasta acá, dejamos el carro en el Mercado Principal y bajamos caminando. Es complicado, porque para atender una emergencia es más difícil”.
NO SE CONVALIDAN REPOSOS
Producto de las guarimbas y barricadas, en el hospital doctor Tulio Carnevali Salvatierra, del IVSS en Mérida, no se están convalidando los reposos médicos para las y los pacientes que necesiten hacer los tratamientos en sus casas.
“Solo por la dirección pasan unos 100 reposos diarios, que llevan hasta 30 días, pero aquellos de 7, 15 o 21 días los convalidan los especialistas, estamos hablando de 12 consultas especializadas en la mañana y 13 en la tarde, es decir, 25 consultorios, y cada uno ve alrededor de 20 pacientes”, explicó su director, Ramón Nieves, quien dijo que de ese total de personas de 30% a 40% va para convalidar reposos médicos.